Actualidad: «La hora sagrada», el momento vital entre madre e hijo

A pesar de que aplicar vacunas, medir el tamaño y limpiarlo, son parte de los procedimientos higiénicos y sanitarios necesarios luego de nacer el bebé sano, se ha descubierto que en la primera hora de vida, es de vital importancia que el recién nacido y su madre puedan compartirla juntos sin interrupciones.

Así lo argumenta la Doctora Constanza Soto Conti, médica de planta del Hospital Materno Infantil argentino, Ramón Sardá. La doctora asegura que se trata de un ritual con un montón de beneficios que no deberían dejarse de lado.

“El contacto piel a piel entre la madre y su hijo, estabiliza la respiración y la oxigenación del bebé, mantiene sus niveles de glucemia, reduce las hormonas del estrés, disminuye el llanto, incrementa el estado de alerta tranquila, mantiene equilibrado los niveles de glucemia, mantiene la temperatura reduciendo el riesgo de hipotermia y promueve el inicio precoz de la lactancia materna”, explicó.

Parece sorprendente pero es real, y se debe a que en esa primera hora se establece lo que se conoce como impronta afectiva, favoreciendo el vínculo entre madre e hijo y el inicio de la lactancia materna. Y es que la lactancia precoz, iniciada durante la primera hora de vida del bebé, es clave para una lactancia exitosa en adelante.

La impronta afectiva consiste en una especie de vínculo de sinergía entre ambos creado a través de las hormonas que libera la madre durante las horas posteriores al nacimiento. Ella experimenta una descarga de oxitociona, a la cual el bebé es especialmente receptivo, tanto que al colocarse desnudo sobre el pecho de su progenitora, este busca guiado por el olor, hasta encontrar el pecho y poder alimentarse.

Por todos estos factores, la propia Doctora Soto Conti denomina ese momento como la “hora sagrada”. Y es que resulta de vital importancia ya que sus efectos no son solo inmediatos sino que también son a largo plazo.

“Los minutos iniciales son un período sensible en el cual el, el estrecho contacto entre la madre y el neonato sano, puede tener efectos positivos de largo plazo, como una mayor seguridad y mejor tolerancia a la angustia de la separación”, expresó Conti.

El presidente de la fundación Miguel Larguía y es director de la Unidad de Neonatología del Hospital Ramón Sardá apota dicha idea, argumentando que “durante 9 meses el bebé no tiene hambre, ni sed, ni calor ni frío. Esta transición al mundo de estímulos que el bebé experimenta al nacer, debería ser progresiva. Respetar la hora sagrada, es entregar el bebé (que nació sano) a la madre para que haya contacto piel con piel”, algo que también se puede hacer aunque haya nacido por cesárea y agrega que en un futuro probablemente se podrá incluir a prematuros cuando no exista riesgo de hipotermia.

Está claro que no es necesario bañar, ni medir, pesar o vacunar al bebé inmediatamente después de nacer siempre y cuando no se hayan presentado complicaciones en el parto.

El Dr Larguía agregó que “antes, se creía que para permitir que ingresara la sangre de la placenta al bebé y prevenir la anemia, había que sostenerlo a la altura del útero de la madre. El médico era quien sostenia al bebé,  y este último estaba aterrado por primer contacto con la gravedad ya que dentro del vientre materno permanecía en ingravidez. Hoy sabemos, que impulsada por las contracciones del útero, la sangre fluye perfectamente si lo ponemos sobre el pecho de su madre.

Hay que devolver los derechos que no deberíamos haberles quitado a las madres en las instituciones”, concluyó.

 

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