Lactancia: Las tomas nocturnas

A las madres a menudo se les dice que deben despertar a su recién nacido para alimentarlo cada dos horas y hay una buena razón para ello. Los recién nacidos son conocidos por dormir durante las tomas y es fácil suponer que un bebé dormido es un bebé satisfecho. Este no es siempre así el caso con los recién nacidos (definidos como bebés de dos semanas o menos).

La alimentación a demanda comienza después de que el bebé tiene un par de semanas de vida, ha recuperado su peso nacimiento y y podemos decir que la lactancia está bien establecida. Un bebé sanos de más de dos semanas de vida avisará cuando tenga hambre.

Sin embargo, no puede suponer que un recién nacido le avisará cuando necesita comer, y es por eso que es importante despertarlo para alimentarlo. Algunos de los llamados «buenos bebés» que duermen largos períodos a la vez han terminado perdiendo peso.

 

Actualidad: La moda de desmitificar la maternidad

Últimamente, parece que es ya una tendencia el desmitificar la maternidad. Se comenta a menudo lo equivocadas que están muchas mujeres, antes del parto, respecto a lo que supone tener un bebé. Yo no me sentí estafada cuando llegó mi primera hija, al menos no por las mismas razones que he leído o escuchado. Supongo que tener dos sobrinos mayores que mi niña, y unos padres que durante años relataron lo duro que fue criarnos a mí y a mis hermanos, me creó una estampa poco dulcificada de la maternidad. Pero tengo que reconocer que jamás me hice realmente una imagen mental de que lo que iba a suceder después del parto.

En el año 2002, cuando me quedé embarazada por primera vez, aún no se usaba Google de manera masiva, y eso creo que me mantuvo al margen de esas imágenes idílicas de bebés sonrosados y mamás sonrientes y perfectas que abundan en internet. Por entonces, leía libros sobre maternidad, de cierta calidad, y revistas. Sabía que iba a ser duro, me habían hablado del parto en las clases pertinentes, sabía que ya no iba a dormir mis ocho horas de rigor, que me iban a doler los pechos, que mi cuerpo iba a cambiar. Alguna otra molestia física hubo que desconocía, pero que acepté, ya que fue más o menos pasajera, y no me traumatizó.

La vergüenza de ser madre

Sin embargo, estoy de acuerdo en que hay que dejar claras las cosas, y que hay que presentar la vida de las madres tal y como es, no por elevar una queja sin más, sino por tratar de crear una imagen más ajustada a la realidad, al menos a la de un porcentaje considerable de madres. No quiero ser una aguafiestas, no todas las madres viven el parto y la lactancia de la misma manera, las experiencias son tan diversas como las mujeres que pasan por ello.

Para mí la gran diferencia entre tener hijos y no tenerlos es la responsabilidad que esto conlleva y el cambio tan grande que supone en el estilo de vida de una pareja. Cuando como pareja decidís tener un bebé, tenéis que ser conscientes de que nunca más volveréis a ser solo dos. Parece de perogrullo, pero no lo es. Vuestras prioridades cambiarán, vuestro tiempo de ocio, vuestra vida social, la relación de pareja, el reparto de tareas en casa, la evolución de vuestras carreras profesionales, la economía de vuestro hogar, las vacaciones, la relación con vuestras familias, con vuestros amigos: todo se ve afectado por el paso de ser dos a ser tres, cuatro, cinco, o los que lleguéis a ser. No es que sea malo, pero hay que adaptarse a un nuevo estilo de vida y esto es cosa de los dos, así que es necesaria mucha unión y fuerza para afrontar esta nueva etapa.

Uno de los cambios que más me costó encajar personalmente tras la maternidad fue el hecho de tener a una personita dependiente de mí en todo momento. Ser madre es un trabajo de 24 horas al día por siete días a la semana por 365 días al año para el resto de tu vida. Saber que eres su sustento, su consuelo, que te necesita a más no poder, que es un ser indefenso y que eres responsable de su salud, su bienestar, su desarrollo emocional, su crecimiento y su educación es abrumador. Esa sensación de responsabilidad infinita no la había tenido nunca antes.

Al ser madre creo que se produjo en mí una especie de pérdida de identidad. La mujer que era pasó a ser otra persona nueva, no completamente distinta, pero en constante evolución, en adaptación eterna, en un estado de búsqueda de un nuevo lugar en el mundo, de mi nuevo papel. Necesitaba saber cómo encajar todo aquello con mi vida anterior, sin perderme en el nuevo estado al que acababa de transitar.

Durante los primeros meses después de que naciera mi hija mayor, recuerdo haber perdido la noción del tiempo, estaba tan enganchada a mi bebé y ella a mí que no teníamos horarios, pasábamos tantas horas solas las dos que parecía que solo nos teníamos la una a la otra. No es tan sencillo romper el vínculo de los meses de embarazo, la llegada al mundo no acaba de convertir al bebé en un ser independiente de su madre, el vínculo continúa, y creo que es complicado estar preparada para aceptarlo.

Otro de los sentimientos que recuerdo era la angustia de perderla, de que dejara de respirar. Me parecía tan frágil que apenas dormía, pendiente de que estuviera bien, de que no se atragantara al regurgitar, de que no pasara frío, calor, o hambre. Para mí, lo más duro de esos meses fue no ser capaz de disfrutar de ella, sentir una melancolía constante, salir a dar un paseo y pensar que las otras madres con sus bebés no se veían ni la mitad de agotadas que yo, incluso algunas que no eran primerizas lidiaban con dos niños sin acalorarse, al menos desde mi punto de vista.

Está claro que no estaba preparada emocionalmente. Lo que me habían contado, lo que había leído, se centró más en los cambios físicos y en las molestias que en las emociones. No sé si sufrí una depresión posparto, o si simplemente estaba extenuada de amamantar, pasar 11 horas al día sola con ella y dormir en tramos de dos horas. Deseaba que llegara mi marido de trabajar para tener compañía, para recuperar un poco mi vida anterior, para darme una ducha larga, sin vigilar por el rabillo del ojo al bebé, para volver a ser yo.

No volví a sentirme así después de los otros dos partos, aunque el paso de uno a dos hijos y de dos a tres es un cambio muy importante también. Cuando ya tienes un hijo mayor, este marca unos horarios y unas necesidades que te impiden vivir solo para el bebé recién nacido, así que la llegada del segundo, a pesar de ser prematuro, fue más llevadera. Afortunadamente disfruté la baja por maternidad de él y de la tercera, pude disfrutar de ellos como bebés, y sí que fui capaz de organizar mi vida con tres niños pequeños, algo que en los primeros meses después del primer parto me parecía del todo imposible. Pero con esto no quiero decir ni mucho menos que la experiencia de otras madres vaya a ser como la mía, no pretendo dar consejos ni generar sentimientos de culpa, miedo o incapacidad, simplemente quiero contar una experiencia más.

Pienso que a las madres nos toca reinventarnos constantemente. Al principio te adaptas a tu hijo bebé, después a tu hijo que ya camina, al que va al colegio, al que va al instituto, al adolescente y a lo que aún esté por venir. Conoces a tus hijos casi como a ti misma, sabes si algo les está yendo mal, les está preocupando, si necesitan un respiro, si les exiges demasiado o demasiado poco.

Desmitificar la maternidad puede estar bien, pero tampoco creo que nada de lo que nos cuenten vaya a ser tan importante y significativo como nuestra propia experiencia. Y sobre todo ¿qué época de la maternidad desmitificamos? Porque estoy segura de que nuestras madres, algunas ya abuelas, aún viven experiencias como madres que no son como ellas creían que serían.

Autora: Eva Bailén

Publicado en www.elpais.com

Las pantallas digitales también afectan el sueño de los menores de tres años

Por primera vez un estudio reveló el efecto del uso de dispositivos móviles en los preescolares. Cuántas horas de sueño pierden por día

Los efectos del uso de celulares y tablets en la calidad y cantidad del sueño en adultos ya han sido comprobados por la ciencia. Diferentes estudios resaltaron cómo la pantallas envían corrientes lumínicas al cerebro y que esto disminuye la secreción de la hormona melatonina, la encargada de promover el estado del sueño y, como efecto contrario, reduce el cansancio.

Por vez primera, una investigación realizada por Universidad de Londres y publicada en Scientific Reports, reveló que el uso de estos dispositivos también perjudica al descanso de los niños menores de tres años.

Los investigadores descubrieron una correlación entre el uso de pantallas interactivas por parte de los chicos de entre seis meses y tres años y una reducción en el tiempo que pasan durmiendo. Por cada hora diaria que pasaron frente a un aparato, vieron reducidos 26 minutos su sueño nocturno. Además, los más pequeños tardan más tiempo en conciliar el sueño a medida que aumenta su uso de las nuevas tecnologías.

«Debido a un posible impacto negativo, se ha aconsejado limitar la exposición a aparatos táctiles durante la infancia, pero estos consejos no estaban basados en evidencia científica. Este estudio es el primero en aportar dicha evidencia», afirmó Tim Smith, principal autor de esta investigación que verificó los hábitos de 715 familias del Reino Unido.

Por otro lado, aseguraron que el uso de la televisión solo reduce el tiempo de las siestas diurnas y no el nocturno.

«Dado que la plasticidad neuronal es mayor, es probable que el sueño tenga el mayor impacto en el cerebro y en la cognición durante este período crítico de desarrollo temprano», agregó Smith.

Los adolescentes también

Investigaciones anteriores ya habían demostrado que las nuevas tecnologías también afectan a los niños y niñas de entre seis y 18 años.

El estudio fue publicado hace pocos meses en JAMA Pediatrics, en conjunto con diferentes instituciones como el King’s College (Inglaterra), la Universidad de Cardiff (Gales) y la Universidad de Johns Hopkins (EEUU) y profundizó en más de 20 estudios, que englobaron en su totalidad a más de 125.000 menores.

«Los niños que utilizan dispositivos de medios portátiles con pantallas antes de acostarse tienen más del doble de riesgo de dormir un tiempo insuficiente en comparación con los niños que no tienen acceso. También afecta a la somnolencia diurna y la calidad del sueño», detallaba el trabajo.

«Con este estudio no podemos inferir causalidad, dado que es simplemente una descripción de lo que las familias están haciendo», explica Irati Sáez de Urabain, que también participó en el estudio. Y añadió: «Para inferir causalidad deberíamos controlar el uso de los dispositivos para un grupo de familias y comprobar si efectivamente el sueño cambia, una intervención que requiere mucho cuidado y la consideración de todos los problemas éticos que podría conllevar».

Fuente: Infobae.com

Actualidad: La nueva forma de criar de las mamás millennials

Cómo viven la maternidad las nativas digitales. Lejos del estereotipo de la juventud hiperconectada y enajenada de la realidad, cuestionan mandatos y tradiciones de crianza. ¿Podrá un tutorial de YouTube reemplazar el consejo de una suegra?

Usan apps para controlar las contracciones en el embarazo, suben fotos de sus bebés a Facebook e Instagram, aprenden a cambiar pañales con tutoriales de YouTube y consultan al pediatra por WhatsApp. Nacidas entre 1980 y 2000, las mamás de la generación millennial, están atravesadas por su condición de nativas digitales pero no se quedan en el estereotipo de la juventud hiperconectada y enajenada del mundo real. Un mayor acceso a la información redunda en más capacidad para cuestionar mandatos y tradiciones de crianza del pasado. Les permite reinterpretrar el significado del embarazo, el parto y la crianza y vivirlos a su manera.

Las millennials se conectan a las redes desde la incertidumbre propia de la maternidad y, aunque suene paradójico, Internet muchas veces las acerca a saberes de las abuelas que hoy son revalorizados. Tal como describe Valeria Fornes, antropóloga que forma parte de la Colectiva de Antropólogas Feministas: “El discurso del instinto armoniza con el del derecho a decidir sobre el propio cuerpo. La apelación a lo ancestral con las nuevas tecnologías. El llantén, con el salbutamol. El teclado con la ronda de mate. Los marcos de referencia son múltiples y las resignificaciones y apropiaciones de cada grupo y cada mujer, también”.

La eterna dicotomía entre la vida laboral y familiar no termina de resolverse pero encuentra alternativas novedosas surgidas a partir del auge de la virtualidad y de los recursos digitales. Los expertos en marketing de las empresas reaccionan rápido para satisfacer las necesidades de este nuevo target de consumidoras a las que consideran parte de la generación más influyente del mercado. La oferta de productos, servicios e información es más abundante que nunca, discernir sobre su calidad y utilidad en un vínculo donde debe primar el contacto humano y el afecto es el gran desafío de las millennials.

Criar en una tribu virtual. “Mi hija nació cuando cumplí 28 y fui la primera de mis hermanas y de mi grupo de amigas en ser mamá. Trabajé a ritmo normal hasta un día antes de parir y durante todo el embarazo me propuse no leer nada sobre el tema para no obsesionarme. Sólo me descargué una app que semana a semana me informaba sobre el crecimiento del bebé y me daba tips de alimentación y estilo de vida. Todo me resultó muy fácil hasta el puerperio. Siempre pensé que exageraban sobre lo difícil de esa etapa pero cuando me tocó me sentí muy sola, incapaz de entender a mi beba, de darle la teta y me angustié mucho. Me salvó Facebook porque ahí encontré páginas de profesionales con información muy útil y, lo que es más importante, una comunidad de otras mamás a las que les pasaba lo mismo que a mí. Nos identificamos al instante, aunque en muchos otros aspectos no tengamos nada en común. Los primeros contactos con ellas fueron por chat, muchas veces incluso a la madrugada, desveladas por el llanto de nuestros hijos. Con algunas la relación fue más lejos, nos conocimos personalmente y nos acompañamos hasta hoy en el día a día de la crianza de nuestros chicos” (Ariana, 30 años, licenciada en marketing).

Las madres de la generación millennial capitalizan los recursos provistos por Internet hasta convertirlos en una red de apoyo afectiva. En el espacio virtual circulan experiencias y nacen vínculos enriquecedores. “Hace 30 o 50 años las mamás contaban con una tribu real integrada por su propia familia o amigos que disponían de más tiempo para acompañarlas en esta experiencia. Hoy hemos perdido esos referentes y la tecnología está supliendo esta tribu real. Criar en soledad no es negocio para nadie, se precisan personas alrededor, brazos extra”, explica Melina Bronfman, doula (acompañante de la madre) y consultora en crianza y desarrollo infantil (www.materpater.com.ar). Ivana Raschkovan, psicóloga clínica, docente e investigadora de la UBA, también le encuentra ventajas al uso de las redes sociales en esta etapa: “Muchas mamás se conocen así y la relación muchas veces trasciende la pantalla lo cual es súper positivo porque una madre aislada es ideal para que la depresión postparto prolifere”, advierte.

Entre el cuestionamiento y el apego. “Vengo de una familia donde todo era disciplina, premios y castigos. Fui una nena temerosa y una adolescente insegura después. Quedé embarazada de un novio que se borró a los pocos meses y cuando salí de la angustia inicial me concentré en prepararme para darle a mi hijo una crianza más libre y sana de la que yo tuve. En un blog sobre el tema encontré una frase que se convirtió en mi guía: ‘Mucho daño se ha hecho en nombre del amor pero no puede hacerse en nombre del respeto’. Algo que intuitivamente sabía pero que precisaba que me reafirmaran de afuera. Leí mucho online sobre la importancia del apego, miré videos en YouTube de un pediatra español, participé en foros con otras mamás con inquietudes similares a las mías. Y me vino muy bien porque después me crucé con más de un pediatra o un familiar que me criticó por compartir la cama con mi bebé o por tenerlo mucho en brazos como si lo estuviera malcriando. Pero yo ya tenía mis argumentos para defenderme y ser madre a mi manera” (Aldana, 28 años, maestra).

“Las nuevas madres, en su diversidad, tienen en común la reivindicación de la duda y una cierta perspectiva de género, aún a profundizar. Dudan no sólo acerca de sus prácticas y creencias sino acerca de esos saberes especializados, hegemónicos, que les dicen desde un consultorio y en unos efímeros minutos qué les pasa, a ellas y a sus hijos”, sostiene Valeria Fornes. Ivana Raschkovan también encuentra diferencias profundas entre la nueva generación de mamás con las que las precedieron: “Hay un movimiento de mamás empoderadas que cuestiona paradigmas antiguos de crianza, se corren de la tradición. No quieren pediatras que bajen línea”. Esta psicóloga también se atreve a hacer un hipótesis sobre el germen de este cambio: “No es casualidad que muchas de estas mamás fueron criadas en los años ‘80, en pleno auge del libro Duérmete niño, que sostenía que había que dejar a los chicos llorar para resolver sus problemas de sueño. Muchas tampoco fueron amamantadas. Eso dejó marcas en ellas y hoy atienden las demandas de sus bebés desde otro lugar”, sostiene.

Autorrealización personal y profesional. “Desde que me recibí de diseñadora siempre trabajé en relación de dependencia para agencias de publicidad. Planifiqué mi embarazo y ahorré para tomarme una licencia más larga y poder alimentar a mi hija sólo con pecho por lo menos seis meses. Pero cuando llegó la hora de volver al trabajo y dejarla en una guardería, me di cuenta de que era una locura. Pedí trabajar desde casa, pero tuve más alternativa que renunciar. Y lo que en principio fue un problema se convirtió en un desafío y una oportunidad para probarme a mí misma porque me obligó a moverme y retomar contactos para trabajar freelance. Resigné cierta estabilidad económica pero gané en independencia. Me organizo como a mí me parece, establezco mis prioridades y el tiempo me rinde más. Y nadie me quita el placer de trabajar en un bar mientras mi bebé duerme abrazado a mí en su fular. No hay felicidad más grande que esa”(Marina, 32 años, diseñadora).

Las millennials valoran el encuentro con su hijo, están dispuestas a dedicarles tiempo en cantidad y de calidad sin resignar completamente su desarrollo profesional. El disfrute de la maternidad no implica que sean madres full time. El mismo conflicto que padecieron generaciones anteriores sigue en permanente tensión, sin resolverse de forma definitiva. Sin embargo, según la antropóloga Valeria Fornes, las nuevas madres son permeables a negociar ciertas libertades, si en favor de ellas se ha resignado el derecho al disfrute de la maternidad: “La sobredemanda laboral ha impulsado a algunas a colgar el guardapolvo, el trajecito o los tacos para gestionarse un trabajo sin horarios ni jefes, con más diposibilibidad para la crianza pero también en función de sus deseos y proyectos, resignando bienestar económico por autorrealización”. Teletrabajo, coworking, networking y freelancismo parecen ser palabras claves a la hora de sortear la dicotomía entre la vida profesional y la familiar. Una vez más las nuevas tecnologías son aliadas estratégicas de esta nueva generación de mamás.

Contratiempos de la hiperconexión. Twitter, Instagram, Facebook, Pinterest, LinkedIn: los millennials son los principales usuarios de esas y otras redes sociales, viven conectados a Internet y, por más ocupadas que estén, las madres de esa generación no son la excepción. Subir y compartir decenas de fotos de sus hijos, estar todo el día pendientes del grupo de WhatsApp con otras mamás y googlear información muchas veces se tornan tan compulsivos como contraproducentes en la crianza.

“La tecnología es un gran recurso pero debe ser bien administrado. Es frecuente ver a mamás dar la teta mirando el teléfono. La pantalla del celular no merece más atención que el bebé que precisa ser mirado por el adulto. Eso sigue siendo igual que cuando éramos hombres de las cavernas, la madre es irremplazable”, advierte Bronfman. Como Presidenta de la subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría, Paula Otero se alarma por la cantidad de niños muy pequeños que se encuentran en los espacios públicos viendo videos o jugando con celulares cuando la recomendación es evitar estas pantallas hasta los dos años. El consultorio pediátrico se convirtió en un espacio donde se transmiten estas recomendaciones sobre el uso controlado de la tecnología por parte de los niños y también de las mamás.

“Desde que empezó a usarse el WhatsApp como el gran medio de comunicación con el pediatra, hubo que reeducar a las mamás sobre el uso correcto para que no hagan consultas constantes sin medir hora ni motivo. El uso no debe ser indiscriminado para cualquier duda que surja. Por ejemplo, si hay una urgencia hay que ir a un centro de salud y nunca mandar un mensaje. El WhatsApp no habilita espacio para el tiempo y la responsabilidad que lleva responder una consulta de ese tipo”, explica.

Los hits de la maternidad digital

Para las madres millennials, las aplicaciones funcionan como un buen sostén para estar informadas y calmar la ansiedad del embarazo y el puerperio:

Babycenter. Permite calcular la fecha de nacimiento del bebé, ofrece consejos semana a semana durante los nueve meses del embarazo y promueve la conexión con madres y padres que atraviesan la misma experiencia. Son de uso extendido entre las futuras mamás de la generación millennial.

Contraction Timer y monitor. En los monitoreos del último mes, muchas futuras mamá se reportan a las parteras con el registro preciso de las primeras contracciones que aportan apps como Contraction Timer (Android) y Contraction Monitor (iOS).

Nursing timer. Esta aplicación (iOS) permite registrar las tomas, los cambios de pañal y los tiempos de sueño. Un registro vital, especialmente en el puerperio.

Autora: María Florencia Pérez

Publicada en www.clarin.com/viva

“La lactancia materna va más allá de la familia; implica a la sociedad y a los políticos»

La doctora por la UPV Gloria Gutiérrez de Terán reclama la implicación de los ámbitos sanitario, educativo, político y empresarial para divulgar la lactancia materna como “patrón oro de la alimentación de los bebés y los niños pequeños”

“Es necesaria una política de lactancia materna que implique a toda la sociedad”. Así lo asegura la doctora por la Universidad del País Vasco, Gloria Gutiérrez de Terán, en su tesis Factores fisiológicos y sociales que influyen en el éxito de la lactancia materna. La lactancia materna es una de las actividades preventivas con mayor impacto sobre la salud, es generadora de equidad en salud y protege al medioambiente, evitando la contaminación que conlleva la producción, transporte y uso de sucedáneos de la leche materna. Sin embargo, apenas existe información sobre sus tasas de prevalencia, lamenta Gutiérrez. La tesis de la doctora trata de  cubrir ese vacío.
“La lactancia materna es la forma normal, fisiológica, de alimentar a los recién nacidos y a los niños pequeños, aspecto refrendado por la evolución, la evidencia científica y los expertos. Ha de considerarse como una parte integrante del proceso de maternidad, parto y crianza. En nuestro entorno, el hecho de que una madre amamante a su hijo no es únicamente un hecho biológico, sino que implica una conducta que precisa decisión, información, aprendizaje, relación emocional con el bebé, tiempo, apoyo y compromiso. Va más allá del ámbito familiar e implica a la propia sociedad y a los poderes políticos», explica la doctora.
«Es imprescindible”, añade, “la divulgación de la lactancia materna como patrón oro de la alimentación de los bebés y los niños pequeños, no solo desde los ámbitos sanitarios, sino desde los educativos, los medios de comunicación y la implicación y el compromiso de los políticos, empresarios y toda la sociedad».
A pesar de la superioridad de la lactancia materna, no se dispone de información fidedigna y actualizada sobre sus tasas de prevalencia de cara a plantear intervenciones que la favorezcan. Por ello, el objetivo que se planteó Gloria Gutiérrez de Terán en su investigación fue conocer la prevalencia de la lactancia materna desde el nacimiento hasta los 12 meses, así como estudiar la relación que existía entre esta y los factores fisiológicos y socioculturales de las madres, sin olvidar el impacto de las prácticas sanitarias más frecuentes durante embarazo, parto y puerperio, entre las mujeres.
Por otra parte, se pudo constatar que los parámetros relacionados con la práctica asistencial y con el parto también guardaban relación con la prevalencia y la exclusividad de la lactancia. Entre estos, se encuentran los partos con menores niveles de intervención y poco medicalizados, así como los bebés que obtuvieron puntuaciones más altas en el test de Apgar y aquellos que habían tenido más tiempo de contacto piel con  piel. «Ha de fomentarse de forma especial el respeto a la fisiología en el proceso de atención a la maternidad, ya que se ha mostrado como un elemento clave en el éxito  de la lactancia.