El papá que cuida al bebé no “ayuda”, ejerce la paternidad

El padre que atiende el llanto del bebé, que lo mece, que le cambia los pañales y le enseña las primeras palabras, no está “ayudando” a la mamá, está ejerciendo el papel más maravilloso y responsable de su vida: el de la paternidad. Son sin duda matices de un lenguaje a modo de trampas disimuladas en las que caemos muy a menudo y que es necesario trasformar.

A día de hoy, y para nuestra sorpresa, seguimos escuchando a muchas personas poner en voz alta la clásica frase de “mi pareja me ayuda en el trabajo del hogar” o “yo ayudo a mi mujer en el el cuidado de los niños”. Es como si las tareas y responsabilidades de una casa y de una familia tuvieran patrimonio, un sello distintivo asociado al género y del cual aún no nos hemos desprendido del todo en nuestros esquemas de pensamiento.

La figura del padre es igual de relevante que la de una madre. Queda claro, no obstante, que el primer vínculo de apego del recién nacido durante los primeros meses se centra en la figura materna. Sin embargo, en la actualidad, la clásica imagen del progenitor donde se focalizaba la férrea autoridad y el sustento básico del hogar ya no se sostiene y debe ser invalidada.

Debemos dar fin al caduco esquema patriarcal donde las tareas se sexualizan en rosa y azul, con el fin de propiciar cambios reales en nuestra sociedad. Para ello, debemos sembrar el cambio en el ámbito privado de nuestros hogares y, ante todo, en nuestro lenguaje.

Porque el papá “no ayuda”, no es alguien que pasa por casa y aligera el trabajo de su pareja de vez en cuando. Un padre es alguien que sabe estar presente, que ama, que cuida y se responsabiliza de aquello que da sentido a su vida: su familia.

El cerebro de los hombres durante la crianza

Algo que todos sabemos es que el cerebro de las mamás experimentan asombrosos cambios durante la crianza de un bebé. El propio embarazo, la lactancia así como el cuidado cotidiano del niño favorecen una reestructuración cerebral con fines adaptativos.Es algo asombroso. No solo se incrementa la oxitocina, sino que la sinapsis neuronal cambia para aumentar la sensibilidad y la percepción con el fin de que la mujer pueda reconocer el estado emocional de su bebé.

Ahora bien… ¿y qué ocurre con el padre? ¿Es quizá un mero espectador biológicamente inmune a a dicho acontecimiento? En absoluto, es más, el cerebro de los hombres también cambia, y lo hace de un modo sencillamente espectacular.

Según un estudio llevado a cabo en el” Centro de Ciencias del Cerebro Gonda de la Universidad de Bar-Ilan”, si un hombre ejerce un papel primario en el cuidado de su bebé experimenta el mismo cambio neuronal que una mujer.

A través de diversos escáneres cerebrales, efectuados tanto en padres heterosexuales como en homosexuales, pudo verse que la actividad de sus amígdalas era 5 veces más intensa de lo normal. Esta estructura se relaciona con la advertencia del peligro y una mayor sensibilidad al mundo emocional de los bebés.

Asimismo, y este dato puede sorprender a más de uno/a, el nivel de oxitocina segregado por un padre que ejerce el rol de cuidador primario es igual al de una mujer que cumple también su papel como madre. Todo ello nos revela algo que ya sabíamos: un padre puede relacionarse con sus hijos al mismo nivel emocional que la madre.

La paternidad y la maternidad responsable

Hay padres que no saben estar presentes. Hay madres tóxicas, padres maravillosos que crían a sus hijos en soledad y mamás extraordinarias que dejan huellas imborrables en el corazón de sus niños. Criar a un hijo es todo un desafío para el que algunos/as no están preparados y que muchos otros afrontan como el reto más enriquecedor de sus vidas.

Con ello queremos dejar claro un aspecto: la buena paternidad y la buena maternidad no sabe de sexos, sino de personas. Aún más, cada pareja es muy consciente de sus propias necesidades y llevará a cabo las tareas de crianza y atención en base a sus características. Es decir, son sus propios miembros quienes establecen el reparto y las responsabilidades del hogar en base a la disponibilidad

El llegar a acuerdos, el ser cómplices uno del otro y el tener claro que el cuidado de los hijos es responsabilidad mutua y no exclusividad de uno solo creará esa armonía favorecedora en la que el niño crecerá en felicidad teniendo ante todo un buen ejemplo de qué es la paternidad.

Asimismo, y más allá de los grandes esfuerzos que cada familia lleva a cabo en el seno de su propio hogar, es necesario que también la sociedad sea sensible a ese tipo de lenguaje que alimenta las etiquetas sexistas y los estereotipos.

Las mamás que continúan con su carrera profesional y que luchan por tener una posición en la sociedad, no son “malas madres” ni descuidan a sus hijos. Por su parte, los papás que dan el biberón, que buscan remedios para los cólicos de sus bebés, que van a comprar pañales o bañan cada noche a los niños no están ayudando: ejercen su paternidad.

Autora: Valeria Sabater, psicóloga y escritora.

 

17 de Marzo: Día de la Puericultora

El 17 de marzo se celebra el Día de la Puericultora con el fin dar a conocer la importancia de esta actividad que ofrece información y acompañamiento a la mamá y su bebé desde el embarazo y hasta los primeros años de crianza.

Una puericultora (palabra que viene del latín puer «niño» y cultura que significa «cultivar») se encarga de acompañar a la madre y a su bebé durante el embarazo, el nacimiento y los primeros años de crianza ofreciendo no sólo información acerca de la lactancia y el desarrollo del bebé, sino también haciendo las veces de guía procurando junto a los padres el sano desarrollo físico y emocional del bebé.

Las cacas del bebé

El meconio

La primera caca del recién nacido es negra, brillante, pastosa y pegajosa. Se llama meconio, como se podría llamar de cualquier otra manera. Todos los nuevos padres se apresuran a aprender esta difícil palabra, convencidos de que es necesario hablar con propiedad para parecer padres curtidos. Pero, para su gran decepción, la criatura nunca vuelve a hacer meconio. No se desesperen; el saber no ocupa lugar, y la palabra bien podría salir en algún crucigrama.

Durante los días siguientes, el angelito hace unas cacas más líquidas, menos pegajosas, de color grisáceo-verdoso, que como no son ni chicha ni limonada se llaman de transición. Es sólo una manera de decir que quiere hacer cacas normales, pero aún no le salen.

La falsa diarrea

Por fin llega el tan esperado momento: las cacas normales del bebé.

Las cacas del niño que toma el pecho son de color amarillo dorado (aunque también se fabrican versiones amarronadas o incluso verdosas); de consistencia líquida y grumosa (con granitos de moco, como una sopa de arroz muy pasado, o con estrías de mucosidad); de carácter ruidoso y explosivo (“Parece que se ha ensuciado”, sugiere alguna abuela en la cola del pan al oir el ruido característico), y de olor agradable (quienes aún no tengan hijos pensarán que este último punto es una típica exageración paterna; pero lo cierto es que cualquiera puede distinguir la caca de un adulto de la de un niño de pecho con los ojos cerrados).

Pero la principal característica de las cacas del niño de pecho es su frecuencia. Suelen hacer caca durante o después de cada mamada. A veces no hacen tantas veces, sino “sólo” cuatro o cinco al día; pero a cambio hay criaturas que hacen “horas extras”, y regalan a sus papás algunas cacas entre toma y toma. El récord está en más de 20 cacas al día.

Algunos novatos, viendo cacas tan numerosas y tan líquidas, piensan que el bebé tiene diarrea. ¡Grave error! Es totalmente normal. Al bebé no le pasa nada, ni hay que darle ningún medicamento, ni líquido, ni dieta especial.

El falso estreñimiento

Al cabo de un tiempo, tal vez aburrido de hacer tantas cacas, el bebé comienza a hacer muy pocas. Casi todos los niños que toman sólo pecho están dos o tres días sin hacer caca. No es raro encontrar niños que sólo hacen caca cada 5 o 7 días. Y el récord del mundo está en más de un mes. Cuando por fin la hace, es tan blanda y grumosa como de costumbre (aunque de tamaño descomunal). No se le ocurra pesar a su hijo antes y después de una de estas cacas, podría llevarse un susto.

Una vez más, los novatos, al ver que la criatura no hace nada en varios días, piensan que está estreñida. Nada más lejos de la realidad. Porque el estreñimiento no se define por el número de las deposiciones, sino por la consistencia. Cuando un niño hace bolas gordas y duras, está estreñido. Eso es una enfermedad, porque la bola casi no cabe por el agujero, y por tanto produce dolor, y puede provocar hemorroides y fisuras anales (pequeñas heridas sangrantes). Hacer bolas duras es estreñimiento, aunque se hagan tres veces al día.

En cambio, hacer cacas blandas es lo normal, aunque se haga una por semana. La mayoría de los niños están felices y contentos, ajenos a la preocupación de sus familias. Algunas madres, sin embargo, aseguran que sus hijos, cuando llevan varios días sin hacer caca, están quejosos, como si les doliera la barriga. Es difícil saber si realmente las molestias son debidas a la caca, o más bien se trata de una coincidencia, como la “fiebre de la dentición”. A todos los niños del mundo les salen 16 dientes entre los 6 y los 20 meses, no hay día en que no les esté saliendo, les acabe de salir o esté a punto de salirles un diente. No es extraño que cualquier resfriado, diarrea o fiebre coincida con algún diente, y el pobre diente se lleva las culpas. Del mismo modo, puesto que todos los niños de pecho pasan varios días sin hacer caca, es fácil que cualquier llanto o molestia se atribuya al “estreñimiento”. En todo caso, las madres que creen que su hijo tiene dolor de barriga por lo de la caca suelen coincidir en que se calma bastante con un suave masaje en la pancita.

Como el estar varios días sin hacer caca es normal en un niño amamantado, no hay que hacer absolutamente nada: no hay que darle agua, ni manzanilla, ni otras hierbas, ni jugos, ni biberones. No hay que darle medicamentos, laxantes, “carminativos” ni gotas “para la digestión”. No hay que “estimularles” con supositorios, termómetros, cerillas, tallos de perejil ni rabos de hoja de geranio untados en aceite. No hay que hacer absolutamente nada, salvo darle el pecho y esperar (y, quienes tengan un espíritu inquisitivo, apuntarlo en el calendario para ver si logran un nuevo récord. Si su hijo está más de un mes sin hacer caca, escríbanos).

¿A qué edad se produce este cambio espectacular, de la falsa diarrea al falso estreñimiento? En la mayoría de los niños, entre los dos y los cuatro meses, aunque algunos empiezan desde el mes. Podría haber algún niño de pecho que comenzase así desde el nacimiento, sin pasar nunca una temporada de cacas frecuentes. Pero también hay algunos problemas intestinales que se manifiestan con estreñimiento desde el nacimiento. Si su hijo no hace cacas frecuentes, al menos en las primeras semanas, coménteselo a su pediatra.

Cuando toman el biberón

Los niños que toman el biberón hacen la caca muy distinta a los de pecho. Suele ser más espesa (algunos francamente dura, pues son propensos al estreñimiento), de color marrón. No muestran los espectaculares cambios de frecuencia de los niños de pecho, sino que mantienen un ritmo constante, unas dos a cuatro cacas al día. Cuando un niño que toma el biberón pasa un par de días sin hacer caca, casi siempre es un auténtico estreñimiento: una bola grande y dura, que no pasa por el agujero… y que cada día se hace más grande y más dura, por lo que conviene tomar medidas a tiempo.

En cuanto a la lactancia mixta, es impredecible. Algunos niños siguen haciendo cacas “de pecho”, tanto en aspecto como en número, a pesar de tomar algunos biberones. Pero es más frecuente que un sólo biberón al día cambie totalmente el panorama, y que las típicas cacas del niño de pecho desaparezcan por completo. Por eso, hasta hace unos años, pocos niños llegaban a la fase de “una caca cada varios días”, porque pocos niños llegaban a los cuatro meses sin haber tomado biberones. Hoy, cada día son más los madres que dan sólo pecho, sin ningún biberón ni papilla, hasta los seis meses; y por tanto cada vez son más los niños que “no hacen caca”.

Qué hacer si hay diarrea

Por suerte, la diarrea es rara en los niños de pecho; pues sería difícil distinguirla de sus cacas normales. Para creernos que un niño de pecho tiene realmente diarrea, debe tener también vómitos, fiebre, sangre en las heces o un “mal aspecto general”.

En todo caso, si su hijo realmente tiene diarrea, recuerde que el objetivo del tratamiento no es que haga menos cacas. Si el problema de la diarrea fuera el número de deposiciones, el único peligro sería arruinarse comprando pañales. Los verdaderos peligros de la diarrea son la deshidratación (falta de agua y sales minerales) y, a más largo plazo, la desnutrición (falta de comida). Por tanto, lo peor que se puede hacer a un niño con diarrea es dejarlo sin beber o sin comer. No haga caso si le recomiendan mantener a su hijo en ayunas, o darle sólo arroz.

Si su hijo sólo toma pecho, siga dándole pecho, cuantas más veces mejor. Si la caca es abundante, puede que necesite agua o suero después de las mamadas (pero no en vez de las mamadas). Si su hijo toma sólo el biberón, siga dándole el biberón, en principio con la misma leche y a la misma dilución, y ofrézcale agua o suero después de las tomas. Si su hijo ya toma otros alimentos, ofrézcale la misma dieta a la que ya está acostumbrado. Como probablemente habrá perdido el apetito, no intente obligarle, pero procure darle lo que más le guste, y ofrézcale con frecuencia pequeñas cantidades. Cuanta más caca haga, o cuanto más vomite, más pecho y más líquidos necesitará; no deje de darle líquido porque ha vomitado.

Ante una diarrea importante en un bebé hay que acudir al médico, e irle dando el suero por el camino.

Qué hacer si hay estreñimiento

El verdadero estreñimiento (bolas grandes y duras) es casi exclusivo de los niños que toman biberón. En algunos casos, puede mejorar con un cambio de la marca de leche. Compruebe que está preparando bien los biberones, con suficiente agua y sin apretar ni colmar las medidas de leche.

Si el bebé más o menos va “trampeando” y haciendo caca cada par de días, lo mejor es esperar pacientemente; y, cuando tenga edad para tomar otros alimentos, buscar los más ricos en fibra (legumbres, verduras, frutas, cereales integrales). Los masajes suaves pueden ser útiles (siga la dirección del intestino grueso: es la dirección de las agujas del reloj). El jugo de naranja lleva muy poca fibra, y no suele hacer mucho efecto en el verdadero estreñimiento.

Autor: Carlos González

 

Para Pensar…

La etapa de dar es siendo padres, no siendo hijos… Y la etapa de recibir es siendo hijos, no siendo padres. Cuando esta ley se invierte es cuando empiezan todos los problemas emocionales.