Mito

«El biberón es inofensivo e higiénico»

Una higiene incorrecta en los utensilios de alimentación del bebé, puede provocar infecciones. El uso prolongado del biberón, perjudica la dentición y el habla del niño o la niña.
Unicef
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«La importancia de la sintonía afectiva entre la mamá y su bebé»

El crecimiento del cerebro se produce principalmente durante el último trimestre del embarazo y en los dos primero años del bebé.

Las vivencias emocionales, a partir del nacimiento, serán claves para su desarrollo neurológico.

Durante los dos primeros años de vida predomina el hemisferio derecho del cerebro: el de las emociones, las comunicaciones de apego se introducen en el sistema nervioso induciendo cambios importantes en el cerebro en desarrollo.

Apego: El apego se refiere a la instauración de un vínculo especial de uno hacia el otro. En un principio este vínculo mamá-bebé es de tipo físico, la madre se mantiene cerca de su hijo. Cuando el niño crece y puede andar seguirá a su madre, después de haber sido introducido en el mundo.

El lazo de apego, también es psicológico, dándoles seguridad cuando el bebé y la mamá se acercan el uno al otro.

Las respuestas de la madre calman las emociones desagradables del bebé que potencian las agradables, una y otra vez durante el primer año de vida, permitiendo una autorregulacion afectiva y haciendo posible el desarrollo de un apego seguro.

El bebé no aprende a autoregularse solo, aprende gracias a su relación emocional con su madre, a sus cuidados atentos y estando allí junto a él, su proximidad y cercanía.

Los bebés establecen relaciones distintas de apego entre su mamá y su papá.

Durante la etapa inicial la función del padre es más de apoyo a la madre, de protección familiar, se ocupa de la dinámica familiar, del estilo de crianza y de encontrar otra forma de cercanía con el bebé a partir de los juegos. La mamá suele relacionarse con el bebé a través de la atención, mediante la satisfacción de sus necesidades más primarias, proponiendo un juego donde predomina el contacto, la mirada constante y el sostén. La voz de la mamá da inicio a una forma de juego donde interactúan varios sentidos.

El desarrollo del cerebro del ser humano depende de la calidad de la crianza, de la relación de apego que ha tenido con sus padres, sobre todo el desarrollo de la inteligencia emocional. «El adulto independiente ha sido un bebé totalmente dependiente y un niño autónomo».

  • El nacimiento de una madre. Daniel N. Stern
  • El poder de las caricias. Adolfo Fomez Papí

Semana del Prematuro

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La leche pretérmino o leche prematura

¿Qué es la leche pretérmino, también conocida como leche prematura? Si has tenido un bebé prematuro probablemente te interese descubrir algo más sobre este tipo de leche materna.

Se dice que el cuerpo humano es sabio, a la par que inteligente. Y en lo que se refiere a la lactancia materna y el parto de un bebé prematuro casi podríamos confirmarlo, encontrándonos ante un ejemplo que nos sorprende sin duda alguna. Y es que la denominada “leche prematura” o “leche pretérmino” es la que se produce cuando se ha dado a luz a un bebé prematuro.

Esta leche es rica en grasas, azúcares y proteínas, y además es baja en lactosa. En definitiva, todos ellos nutrientes fundamentales que ayudan al bebé prematuro a ganar peso y a crecer.

La leche de la propia madre es la alimentación preferida para el prematuro por su composición única, la mayor biodisponibilidad de sus componentes, sus propiedades inmunológicas y la presencia de enzimas, hormonas y factores de crecimiento. Además, lo protege frente a las enterocolitis necrotizante, lo que permite una estimulación con alimentación enteral precoz.

También se ha demostrado que los prematuros alimentados con leche materna que practican el Método Madre Canguro sufren menos infecciones nosocomiales (las que son propias del medio hospitalario). Esto es así porque la madre segrega IgA específicas frente a los gérmenes de su piel y frente a los gérmenes del área neonatal que ella ha ido incorporando y que son los responsables de las infecciones nosocomiales. Así, amamantando a su hijo, le nutre y protege a la vez.

El cuerpo de la mujer es tan tremendamente inteligente que, después de un mes del parto prematuro, la leche pretérmino o prematura tiende a transformarse en leche madura, que es en definitiva la que el bebé necesitará una vez ha aumentado de peso y haya transcurrido un mes desde el parto.

Eso sí, según anuncia UNICEF, debemos tener en cuenta que un bebé con muy bajo peso (menos de 1.500 gramos), la leche pretérmino no cubre la totalidad de los requerimientos tanto de fósforo como de calcio que el recién nacido necesita, por lo que es habitual que se prescriba la toma de algún suplemento nutricional.

Calculadora de Embarazo

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LA IMPORTANCIA DE LA FASE EN BRAZOS Jean Liedloff

Publicada el

Durante los dos años y medio en los que estuve viviendo con los indios de la edad de piedra en la jungla de Sudamérica (no todos seguidos, sino en cinco expediciones separadas con mucho tiempo entre ellas para reflexionar), pude darme cuenta de que la naturaleza humana no es lo que se nos ha hecho creer que somos.

Los bebés de la tribu de los Yecuana, más que necesitar paz y sosiego para dormir, dormitaban embelesadamente cuando se sentían cansados, mientras que los hombres, mujeres o niños que los acarreaban, bailaban, corrían, andaban, gritaban o impulsaban las canoas. Los niños jugaban juntos sin pelearse o discutir, y obedecían a los mayores instantánea y diligentemente.

La idea de castigar a un niño aparentemente nunca se les ocurrió a esa gente, ni su comportamiento mostró nada que pudiera llamarse verdaderamente permisividad. Ningún niño habría soñado en interrumpir, incomodar o ser mimado por un adulto. Y, sobre los cuatro años, los niños contribuían más en las tareas de la familia que lo que precisaban de ella.

yekuanaLos bebés en brazos casi nunca lloraban y, de una manera fascinante, no movían sus brazos, protestaban, arqueaban su espalda ni flexionaban sus brazos o piernas. Se sentaban tranquilamente en sus bandoleras o dormían en la cadera de alguien, desmintiendo el mito que los niños deben “hacer ejercicio”. Además, nunca sufrían de vómitos, excepto si estaban muy enfermos, y no tenían cólicos. Cuando se asustaban durante los primeros meses de gatear o andar, no esperaban que nadie fuera hacia ellos, sino que iban por sí mismos hacia su madre u otros cuidadores para confirmar la necesidad de sentirse seguros antes de continuar sus exploraciones. Sin supervisión, incluso los más chiquitines casi nunca se hirieron.

¿Es su “naturaleza humana” distinta a la nuestra? Algunos piensan que así es, pero, por supuesto, sólo hay una especie humana. ¿Qué podemos aprender nosotros de la tribu de los Yequana?

Nuestras Expectativas Innatas
Inicialmente, podemos intentar comprender completamente el poder de formación de lo que yo llamo la fase de “en brazos”. Empieza en el nacimiento y acaba con el inicio del arrastre, cuando el bebé puede alejarse de su cuidador y volver a voluntad. Esta fase consiste, simplemente, en que el bebé tenga contacto físico durante las 24 horas del día con un adulto u otro niño mayor.

Al principio, meramente observé que la experiencia de ir en brazos tenía un impresionante efecto saludable en los bebés y que no había ningún “problema” que arreglar. Sus cuerpos eran suaves y se adaptaban a cualquier posición que fuera adecuada para sus porteadores; incluso algunos de ellos se colgaban en la espalda mientras los agarraban por la muñeca. No pretendo recomendar esta posición, pero el hecho de que es posible demuestra la extensión de lo que constituye el confort para un bebé. En contraste a este ejemplo, tenemos el desesperado desconfort de los niños acostados cuidadosamente en un moisés o cochecito, suavemente arropados, y dejados ir, rígidos, con el deseo de asirse a un cuerpo vivo que, por naturaleza, es el lugar correcto. Es el cuerpo de alguien que “creerá” en sus lloros y consolará sus ansias con brazos amorosos.

¿Por qué la incompetencia en nuestra sociedad? Desde la infancia, se nos enseña en no confiar en nuestro instinto. Se nos dice que los padres y los profesores saben más y que cuando nuestras sensaciones no coinciden con sus ideas. Nosotros debemos estar equivocados. Condicionados para no confiar o amargamente ignorar nuestros propios sentimientos, resulta fácil convencernos para no creer en el bebé que llora diciendo: “¡Deberías tomarme en brazos!” “¡Yo tendría que estar cerca de tu cuerpo!” “¡No me dejes!” En su lugar, denegamos nuestra respuesta natural y seguimos la moda instaurada, dictada por los “expertos” en cuidados infantiles. La pérdida de confianza en nuestra experiencia innata nos deja leyendo un libro detrás de otro viendo como cada nueva idea falla.

Es importante entender quiénes son los expertos en realidad. El segundo mayor experto en cuidado infantil que existe está dentro nuestro, tan seguro como que reside en cada especie superviviente que, por definición, debe saber cuidar a su prole. El mayor experto de todos es, por supuesto, el bebé, programado durante millones de años de evolución para mostrar su propio temperamento mediante sonidos y acciones cuando el cuidado no es correcto. La evolución es un proceso de refinamiento que ha afinado nuestro comportamiento innato con magnífica precisión. La señal del bebé, la comprensión de esta señal por la gente que lo rodea, el impulso a obedecerla, son todo partes del carácter de nuestra especie.

El presuntuoso intelecto ha mostrado estar pobremente equipado para adivinar los auténticos requerimientos de los bebés humanos. La pregunta a menudo es: ¿Debería tomar al bebé cuando llora? ¿O debería dejarle llorar durante un rato? ¿O debería dejarle llorar para que así el niño sepa quien es el jefe y no se convierta en un “tirano”?

Ningún bebé estará de acuerdo con ninguna de estas imposiciones. Unánimemente, nos dejan bien claro que no deben ser dejados para nada. Como esta opción no ha sido ampliamente defendida en la civilización occidental contemporánea, las relaciones entre padres e hijos han permanecido firmemente como si fueran adversarios. El juego se ha centrado en conseguir que el bebé duerma en la cuna, pero no se ha considerado la oposición sobre los lloros del bebé. A pesar de que Tine Thevenin, en su libro The Family Bed (La cama familiar), y otros han abierto el tema de que los niños duerman con sus padres, el principio más importante no se ha tratado claramente: comportarse contra nuestra naturaleza como especies conduce inevitablemente a la pérdida de bienestar.

Una vez hemos comprendido y aceptado el principio de respetar nuestras expectativas innatas, seremos entonces capaces de descubrir precisamente cuáles son; en otras palabras, qué es lo que la evolución nos ha acostumbrado a experimentar.

El Papel Formativo de la Fase de en Brazos
¿Cómo llegué a ver en la fase de ir en brazos aquella etapa crucial para el desarrollo de una persona? Primero, vi la gente feliz y relajada en la jungla de Sudamérica, cargando siempre a sus bebés sin dejarlos nunca. Poco a poco, fui capaz de ver una conexión entre ese hecho tan sencillo y la calidad de sus vidas. Incluso, más tarde, llegué a ciertas conclusiones sobre cómo y por qué el estar en contacto constante con un cuidador activo es esencial en el estadio inicial del desarrollo tras el nacimiento.

Por un lado, parece que la persona que carga el bebé (normalmente la madre durante los primeros meses, y luego un niño de cuatro a doce años que devuelve el bebé a la madre para alimentarlo) está formando los cimientos para las experiencias posteriores. El bebé participa pasivamente en las carreras, paseos, risas, charlas, tareas y juegos del porteador. Las actividades particulares, el ritmo, las inflexiones del lenguaje, la variedad de vistas, noche y día, el rango de temperaturas, sequedad y humedad, y los sonidos de la vida en comunidad forman una base para la participación activa que empezará a los seis u ocho meses de vida con el arrastre, gateo y luego andar. Un bebé que ha pasado ese tiempo tumbado en una tranquila cuna o mirando el interior de una sillita, o al cielo, habrá perdido la mayor parte de esta experiencia tan esencial.

Debido a la necesidad del niño de participar, es también muy importante que los cuidadores no se queden sentados mirando al bebé ni que continuamente le pregunten lo que quiere, sino que lleven vidas activas ellos mismos. Ocasionalmente, uno no puede resistir darle al bebé un chorro de besos, pero, de todos modos, un bebé que está programado para observar la ajetreada vida que llevas se confunde y frustra cuando dedicas tu tiempo mirando como él vive la suya. Un bebé dedicado a absorber lo que es la vida, siendo vivida por ti, se sumerge en la confusión si le preguntas que sea él quien la dirija.

La segunda función esencial de la experiencia de la fase en brazos parece no haber sido percibida por nadie (incluyéndome a mí, hasta mediados de la década de los 1960). Se refiere a proveer a los bebés de un mecanismo de descarga de su exceso de energía hasta que no son capaces de hacerlo por sí mismos. En los meses anteriores a ser capaces de moverse por sí mismos, los bebés acumulan energía por la absorción de comida y de luz solar. Es entonces cuando el bebé necesita contacto constante con el campo de energía de una persona activa que pueda descargar el exceso no usado de ambos. Esto explica porque los bebés Yequana estaban tan extrañamente relajados y porque no se ponían rígidos, daban patadas o arqueaban la espalda para relajarse ante una incómoda acumulación de energía.

Para poder proveer una óptima experiencia de la fase en brazos tenemos que descargar nuestra propia energía de manera efectiva. Se puede calmar muy rápidamente a un bebé corriendo o saltando con él, o bailando o haciendo lo que sea para eliminar el exceso de energía propio. Una madre o padre que deben marchar de repente a buscar algo no necesitan decir “oye, toma el bebé que voy corriendo a la tienda”. El que tenga que correr que se lleve al bebé. ¡Cuanta más acción mejor!

Los bebés y los adultos experimentan tensiones cuando la circulación de energía en sus músculos está impedida. Un bebé repleto de energía no descargada está pidiendo acción: una carrera a galope alrededor del salón o un baile movido con el niño de la mano. El campo de energía del bebé se aprovechará inmediatamente del del adulto, descargándose. Los bebés no son las cositas frágiles que hemos tomado con guantes. De hecho, un bebé tratado como frágil en este estado de formación puede ser persuadido de que es frágil.

Como padres, podéis llegar a comprender fácilmente el flujo de energía de vuestro hijo. En el proceso, descubriréis muchas maneras de ayudar a vuestro bebé a mantener el suave tono muscular del bienestar ancestral, y de proporcionarle la calma y confort que necesita para sentirse como en casa en este mundo.

El uso del chupete

El uso del chupete es una práctica que está profundamente arraigada en nuestra cultura. Hoy en día es muy raro ver a un bebé sin un chupete.

Si bien es cierto que los chupetes calman a los bebés, la lactancia materna también lo hace. Lo bueno de la lactancia materna es que, además de calmar al bebé a través de la succión, también le ofrece la seguridad de estar con su madre y los beneficios que le proporciona la leche materna.

Sin embargo, si los padres consideran que es necesario ofrecerle a su bebé un chupete deben tener en cuenta que el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y UNICEF recomiendan que el uso del chupete se retrase hasta que la lactancia materna se haya establecido, es decir, aproximadamente hasta que el bebé tenga unas 6 semanas de edad.

Esto es debido a que la forma de succionar un chupete es distinta a la forma de succionar el pecho. El uso del chupete puede confundir al bebé haciendo que le sea difícil agarrarse al pezón por lo que puede causar que la madre termine con pezones dolorosos y/o agrietados. También puede que el bebé modifica la forma de prenderse al pecho y pierda o deje de ganar peso.

Lo que se recomienda es que solo se le de el chupete al bebé para dormir y no usarlo cada vez que el bebé llora porque esto conlleva el peligro de usarlo para reemplazar tomas.

El uso excesivo del chupete puede causar:

  • Confusión entre el pezón y el chupete (debido a la distinta forma de succionar).
  • Que el bebé reciba menos tomas porque se le da el chupete en lugar de ofrecerle el pecho.
  • Una reducción en la producción de la leche materna debido a la reducción de tomas y, por tanto, una reducción en la ganancia de peso en el bebé.
  • Maloclusión dentaria ya que se cree que puede deformar la boca y el paladar.

No hay que olvidar que el uso de un biberón puede causar los mismos problemas que el uso de un chupete puesto que la succión de la tetina de un biberón es igual a la de un chupete.

Semana del Prematuro. Guía para Familias de Niños Prematuros.

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