El tipo de lactancia recibida influye en la salud mental de niños y adolescentes

Mucho se ha escrito sobre los beneficios sobre la salud física de madre y bebé de la lactancia materna.  Pero no tanto acerca de cómo el modo de lactancia influye en el vínculo afectivo madre-bebé, y en la salud mental de las niñas y niños. Según la Dra. Ibone Olza, psiquiatra infantil, la lactancia materna es la herramienta fisiológica del vínculo afectivo.

Un estudio (1) llevado a cabo por un equipo dirigido por la Dra. Wendy Oddy, del Instituto Telethon de investigación en Salud Infantil, en Australia, nos ofrece datos interesantes sobre los efectos a largo plazo sobre el tipo de lactancia.  El estudio comenzó en 1989 con 2366 mujeres que entonces estaban embarazadas de 16 a 20 semanas.  Se hizo un seguimiento sobre la forma de alimentación de sus hijas e hijos, y otros datos relativos a su desarrollo cuando los niños alcanzaron uno, dos, tres, cinco, ocho, 10 y 14 años.  El seguimiento incluía la respuesta a cuestionarios sobre el comportamiento y las psicopatologías de los niños.

Una de las conclusiones es que los niños que habían disfrutado de una lactancia más larga, de más de seis meses, tenían menos problemas de salud mental en general, incluso una vez llegados a la adolescencia.

Entre las posibles causas apuntadas por los científicos, además de su efecto positivo sobre el vínculo afectivo, está el beneficio que el contacto con la madre ejerce sobre los sistemas neuroendocrinos de respuesta al estrés del bebé.  Es un hecho que la leche materna es un alimento inteligente cargado de hormonas del amor como oxitocina, prolactina y endorfinas, que ejercen una influencia muy positiva sobre el neurodesarrollo del bebé y sobre el vínculo con su madre, ambos relacionados entre sí  (2)

El hecho de que la lactancia materna implique muchas ocasiones y mucho tiempo de contacto físico y afectivo entre madre y bebé es sin duda un factor importante que también influye en la calidad del vínculo y en el neurodesarrollo.  Por eso la Dra. Olza recomienda, en caso de no dar pecho, dar el biberón como si fuera el pecho.

Otro factor que podría influir -según los investigadores- en la presencia en la leche materna de ácidos grasos de cadena larga y de componentes bioactivos que influyen en el equilibrio neuroendocrino del bebé, en un momento crítico de desarrollo cerebral.

Las dos primeras horas de vida y el vínculo de apego

Hay factores de la atención al parto y el posparto que influyen tanto en la calidad del vínculo entre madre y bebé y en el éxito de la lactancia materna. Un estudio (3) realizado en Rusia sobre las prácticas en el posparto (dejar al bebé piel con piel con su madre o separarlo de ella) reveló que el contacto piel con piel y la lactancia temprana en las dos primeras horas después de nacer potenciaba la sensibilidad de la madre hacia el bebé, la capacidad de autorregulación de éste y el apego entre ambos.  Eso es así porque las dos horas que siguen al nacimiento es una etapa crítica en el establecimiento del vínculo afectivo, para todos los mamíferos. 

Como se asista el posparto tiene un impacto muy grande no sólo en el vínculo, sino también en la lactancia materna.

El apego y la prevención de la drogadicción

Otro estudio (4) interesante relacionado con la influencia del contacto físico en la primera infancia sobre la salud mental es el realizado en la Universidad de Duke (EE UU) y la Universidad de Adelaida (Australia) y publicado en The Journal of Neuroscience, que ha demostrado que las caricias y el contacto físico en las especies mamíferas tiene efectos biológicos positivos sobre las crías, y entre otros efectos reduce la susceptibilidad a las adicciones.  En un experimento realizado con ratas, se constató que el contacto estrecho de las crías con su madre hace que su sistema inmune aumente la producción de una molécula llamada Interleucina-10, que entre otras funciones influye en la respuesta del cerebro ante sustancias potencialmente adictivas, al desactivar las reacciones de “recompensa” responsables de la adicción. La neurocientífica Staci Bilbo y sus colegas comprobaron que las crías que habían recibido más caricias maternas tras nacer tenían más genes activos destinados a producir esta sustancia en su cerebro, en una proporción directa con la cantidad de caricias y “arrumacos” recibidos.

Acceso a estudios:

(1) The Long-Terms Effects of Breastfeeding on Child and Adolescent Mental Health: A Pregnancy Cohort Study Followed for 14 years

(2) Emergent Synchronous Bursting of Oxytocin Neuronal Network.

(3) Early contact versus separation: effects on mother-infant interaction one year later

/4) Early-Life Experience Decreases Drug-Induced Reinstatement of Morphine CPP in Adulthood

Fuente: www..terramater.es

 

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