Piel con piel en los nacimientos por cesárea
/0 Comentarios/en Blog, Embarazo, Parto /por crianzaEl Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría ha publicado el documento “Contacto piel con piel en las cesáreas. Aspectos prácticos para la puesta en marcha”, donde se explica el método de actuación y las principales dificultades para realizarlo. Los beneficios del contacto piel con piel entre la madre y el recién nacido están ampliamente demostrados:
- favorece la transición y la adaptación del bebé a vivir fuera del útero
- mejora el vínculo afectivo entre la madre y el niño
- fomenta la lactancia materna
- aumenta la secreción de una hormona, la oxitocina, que estimula la salida de calostro (la primera leche que producen las mamas) y las contracciones uterinas
La realización del contacto piel con piel precoz se recomienda tras los partos vaginales y también en las cesáreas, siempre que las condiciones de la madre y del bebé lo permitan.
El procedimiento propuesto comienza antes de entrar en el quirófano e incluye la adaptación del quirófano, de manera que quede espacio suficiente para que la madre pueda acoger al niño durante la intervención.
El contacto piel con piel en las cesáreas es una práctica beneficiosa y segura. Un protocolo consensuado entre los servicios implicados favorece su aplicación habitual, para conseguir un entorno similar al que se produce tras un parto vaginal, pero sin olvidar que se trata de una intervención quirúrgica. La implicación del personal es imprescindible.
Actualidad: VIH Y LACTANCIA: DIFÍCIL ELECCIÓN
/0 Comentarios/en Actualidad, Blog, Lactancia /por crianzaEn los países donde no es posible elegir cómo alimentar a un bebé, ya que no se puede acceder a agua potable ni es posible asegurar un suministro adecuado de leche artificial, la mejor opción – a pesar de la existencia de VIH –sigue siendo la leche materna. Pero, ¿Qué pasa en los países desarrollados? ¿Qué debe decidir una madre que puede elegir qué alimentación dar a su bebé?
No todos los hijos de madres con VIH al nacer adquieren la infección. Se sabe que los niveles del virus VIH presentes en la leche materna son comparativamente más bajos que los que se encuentran en el plasma sanguíneo. Los bajos niveles del virus VIH quizá se deben a efectos de factores anti VIH presentes en la leche como, por ejemplo, los niveles de inmunoglobulina G (IgG) y los de inmunoglobulina A (IgA). Esto explicaría en parte por qué no todos los niños amamantados les será transmitido el virus. Ya sabemos que el virus pasa a la leche, si el bebé es amamantado de manera exclusiva (LME) durante los primeros tres meses, el riesgo de contagio va del 4% al 20%. El VIH puede ser detectado en la leche materna. Tres reservorios de VIH coexisten en la leche materna: ARN (partículas virales libres de células), material de ADN (virus asociado a células integradas en las células T latentes) y ARN intracelular (virus asociado a células en la producción de células T activadas). El papel respectivo de cada uno en la transmisión del VIH es poco conocida
En los países donde existen alternativas seguras disponibles, y las madres tiene acceso a agua potable y leche artificial se recomienda que las mujeres VIH-positivas no amamanten a sus bebés. Pero los beneficios de la leche materna son muchos y algunas madres quieren, pese a la infección, ofrecer leche materna a sus bebés.
- La nutrición de la madre parece que juega un papel fundamental en este punto, pues sabemos que las madres desnutridas producen leche de calidad y nutricionalmente válida pero se ha observado que los niveles de inmunoglobulinas de la leche son menores que los de las madres con una adecuada nutrición.
- Si una mujer VIH-positiva decide amamantar, entonces lo más seguro es hacerlo de manera totalmente exclusiva, de manera que el bebé no tome absolutamente nada más que leche materna. Se sabe que la lactancia mixta implicaría un daño en la mucosa de la pared gastrointestinal, lo que provocaría un aumento del riesgo de transmisión del VIH por esta vía. De este modo, se observa una incidencia en niños alimentados con lactancia materna mixta de un 24.1% versus un 14.6% los niños con lactancia materna exclusiva.
- La madre debe seguir tomando el tratamiento antirretroviral ya que así el riesgo de transmisión se reduce.
- Si los pezones están agrietados o sangrando, la sangre puede transmitir el virus también por lo que es muy importante conseguir una buena asesoría de lactancia desde el primer momento y evitar amamantar de manera directa si aparecen grietas sangrantes.
- De la misma manera, durante una mastitis el riesgo de transmisión aumenta, de nuevo es necesario contar con información y ayuda para poder evitar/identificar estos procesos.
- Otra opción es la lactancia diferida, es decir, la madre se saca la leche, la pasteuriza y la ofrece al bebé en biberón. Aunque parezca muy complicado esta es una opción válida para muchas madres. La pasteurización (calentamiento de la leche a 62’5ºC durante 30 minutos) asegura la destrucción del virus sin dañar la leche.
- Mantener la lactancia hasta que el bebé tenga 6 meses y proceder a una supresión TOTAL llegados a esta edad.
Autora: Alba Padro, Lactapp
Lactancia: El goteo ¿Por qué ocurre?
/0 Comentarios/en Blog, Lactancia /por crianzaEl goteo o pérdida de leche durante la lactancia se debe a que los músculos que rodean el pezón no están tan fuertes como para poder retener la leche. Pero con el paso del tiempo y mientras más amamantes a demanda y tú y tu bebé encuentren un ritmo, los músculos optimizan su rendimiento y el pecho deja de gotear.
El goteo durante la lactancia también se debe al llamado “reflejo de eyección” causado por la oxitocina -la hormona del amor- encargada de hacer que la leche baje. La oxitocina responde a estímulos táctiles como el contacto del bebé con el pezón y la areola. Sin embargo, esta poderosa hormona también responde a otros estímulos como el sonido del llanto del bebé, el olor de su ropita, o simplemente mirarlo y pensar en él.
Por esto, parte indispensable del éxito de la lactancia es el contacto piel a piel con tu bebé desde el primer instante. La oxitocina hará su trabajo y en menos de lo que piensas tu pecho se empezará a llenar y gotear.
¿Alguna vez te han dicho que para amamantar debes estar relajada y tranquila? Esto se debe a que la oxitocina se inhibe ante situaciones de estrés, miedo, falta de confianza en el propio cuerpo. Por eso, si quieres amamantar, la primer sugerencia que podemos darte es: ¡confía! Tu cuerpo sabe lo que hace.
Si te incomoda mucho el goteo o la pérdida de leche, puedes utilizar los protectores mamarios absorbentes que se ponen encima del pezón. Los casquillos con un rollito de algodón en su interior también son una buena opción para usar durante los días en que tu pecho gotea.
Si notas que tu pecho gotea mientras tu bebé mama del otro, puedes ponerte un biberón para recoger la leche.
Pero la mejor solución para que el goteo termine, es sin duda, amamantar cada vez que tu bebé lo pide, sin horarios ni restricciones. De ésta manera, la producción muy pronto se sincronizará con las necesidades nutricionales de tu bebé y dejarás de gotear, ya que la leche estará disponible y se producirá solo en el momento en que tu bebé se prenda al pecho.
Actualidad: Abrazar y besar a tu bebé afecta su ADN
/0 Comentarios/en Actualidad, Blog, Crianza /por crianzaLa felicidad misma para una madre, es abrazar y besar a su bebé. Que ese amor hecho persona es la cosa más adictiva que existe con su olor, su suavidad, su ternura. Que lo que más ama de ser mamá es poder también perderse en esos abrazos llenos de luz.
Nunca he dudado del inmenso poder que tienen los abrazos amorosos: iluminan el día, conectan corazones, ponen final a una discusión, dan fuerzas, dan ánimo, relajan, dan seguridad. Y por si fuera poco, tienen la capacidad de alterar de manera profunda no sólo su salud emocional, sino la composición genética -el ADN- de un bebé.
Así lo asegura un estudio reciente hecho por la Universidad de British Columbia en Canadá. De acuerdo a esta investigación, la cantidad de abrazos que recibe un bebé puede provocar cambios en al menos cinco áreas de su ADN, incluyendo las relacionadas con su sistema inmunológico y su metabolismo. En contraste, los bebés que no recibieron mucho afecto físico durante sus primeras semanas de vida, mostraron un perfil molecular en sus células poco desarrollado para su edad.
El estudio fue publicado en la revista Development and Psychopathology y contó con la participación de 94 bebés. Los autores del estudio pidieron a los papás que llevaran un diario del comportamiento de sus bebés así como de sus hábitos en cuanto a demostrar afecto físico durante las primeras cinco semanas de vida del bebé. Pasados cinco años, los investigadores tomaron muestras de ADN de los mismos niños.
Entonces analizaron qué tan activos eran ciertos genes y se dieron cuenta del poder de los abrazos: los que recibieron más, tenían un sistema inmune fuerte y tenían un metabolismo funcionando mejor.
Una vez más queda comprobado que las demostraciones físicas del amor son indispensables para la salud emocional y física de los seres humanos. Que el amor no es un concepto abstracto, es una fuerza poderosa que modifica directamente el comportamiento de las células.
Así que sean o no sean mamás melosas, no se limiten a la hora de abrazar, acariciar y besar a sus bebés. Háganlo como si no hubiera mañana y disfruten de la buena dosis de oxitocina.
Actualidad: Los berrinches: El primer paso para el desarrollo de la inteligencia emocional
/0 Comentarios/en Actualidad, Blog, Desarrollo evolutivo /por crianzaLos berrinches y rabietas son necesarias para el correcto desarrollo de tus hijos
Los primeros años de vida de un niño son fundamentales para el desarrollo de su personalidad. La forma en que lo eduques y gestiones sus actitudes determinará en gran medida si en el futuro se convertirá en un pequeño inseguro y rebelde o, por el contrario, será un niño seguro de sí que obedece las reglas. Durante esta difícil travesía, uno de los principales problemas a los que, antes o después, tendrás que enfrentarte, serán los berrinches.
Los berrinches infantiles: Una vía para expresar emociones
Los berrinches o rabietas infantiles suelen aparecer alrededor de los dos años, aunque alcanzan su punto culminante entre los tres y los cuatro años. Lo que sucede es que a esta edad el niño empieza a ser consciente de su autonomía y quiere comenzar a hacer cosas por sí solo para poner a prueba las habilidades que está desarrollando. Cuando no puede hacerlo porque le pones límites, se enfada.
Sin embargo, como su corteza prefrontal, que es donde se regulan las emociones, es aún muy inmadura, no sabrá gestionar su comportamiento de forma adecuada y terminará expresando su ira de forma brusca y violenta. Es a través de estos berrinches que el pequeño expresa su frustración y su enfado, mientras aprende a regular sus estados emocionales. Por eso, es importante que comprendas los berrinches como una parte normal del proceso de desarrollo.
Una oportunidad para desarrollar la inteligencia emocional temprana
Tu postura ante los berrinches de tu hijo no solo te ayudará a lidiar mejor con la situación sino que también sentará las bases para el desarrollo de su inteligencia emocional. Si ignoras sus rabietas y haces caso omiso a su “sufrimiento”, le estarás transmitiendo la idea de que no te interesan sus necesidades y que sus emociones no son importantes, por lo que a la larga podrías convertirlo en un niño rebelde, con una baja autoestima e incapaz de hacer valer sus opiniones y derechos.
Al contrario, si le prestas demasiada atención a sus berrinches, podrías reafirmar que su estrategia para llamar tu atención es eficaz, con lo cual estarías reforzando su mal comportamiento. En este caso, es muy probable que tu hijo no aprenda a gestionar adecuadamente sus emociones y se convierta en un niño que cree merecerlo todo.
¿La solución? Aprende a manejar sus berrinches de forma asertiva, convirtiéndote en su patrón de autocontrol emocional y enseñándole a comunicar lo que siente sin transgredir las normas. Obviamente, no es una tarea fácil, pero con paciencia y consistencia educativa podrás convertir sus rabietas en la mejor herramienta para desarrollar su inteligencia emocional.
3 estrategias para utilizar las rabietas infantiles a tu favor
- Háblale en voz baja y con suavidad. A través de la voz se revelan nuestros estados de ánimo y emociones, cuando hablamos a gritos y con un tono fuerte transmitimos la idea de estar enfadados mientras que cuando lo hacemos usando un tono bajo y suave transmitimos una sensación de tranquilidad y autocontrol. Por eso, es importante que cuando te vayas a dirigir a tu hijo en medio de un berrinche utilices un tono bajo y suave para que además de relajarlo, le enseñes a regular sus emociones cuando las cosas no van como desearía.
- Pregúntale qué le sucede. Una estrategia excelente para que tu hijo aprenda a identificar sus emociones, que es el primer paso para gestionarlas, consiste en preguntarle por qué ha tenido el berrinche. Anímalo a que te cuente el motivo que lo ha desencadenado, y si no te habla sobre sus emociones, pregúntale directamente cómo se sintió al respecto. De esta manera, le ayudas a concientizar sus estados emocionales y hablar de ellos.
- Anímalo a encontrar otra solución. Los niños suelen tener berrinches porque no pueden conseguir lo que desean. Si es el caso, pregúntale a tu hijo qué solución propone para conseguir eso que tanto quiere. Negocia con él. De esta forma, le estarás dando una lección de flexibilidad, a la vez que estarás estimulando su creatividad y fomentando sus estrategias de afrontamiento ante los conflictos. Eso sí, hay veces en las que debes mantener un “no” firme, para evitar que sus berrinches se conviertan en una estrategia para hacerte cambiar de opinión.
Autora: Jennifer Delgado, psicóloga y escritora
El sabor de los alimentos en la leche humana
/0 Comentarios/en Alimentación, Blog, Lactancia /por crianzaLa composición de la leche materna varía nutricionalmente adaptándose a las necesidades del bebé, también experimenta diferentes sabores y nuevas sensaciones. Todo ello ayudará al bebé a formar sus preferencias alimentarias.
Aunque todos los bebés comienzan este aprendizaje en el útero materno, solo aquellos que son amamantados reciben un refuerzo adicional y el aprendizaje del sabor que proporcionan la exposición contínua a un amplio abanico de sabores durante la lactancia.
Nacemos con una predisposición biológica de preferencia hacia lo dulce y evitamos aquello que nos proporciona un sabor amargo. Ciertas hipótesis plantean que esto es así por mera supervivencia, pues de esta forma preferimos alimentos con mayor densidad energética.
Muchos son los estudios que sugieren que desde antes del nacimiento del bebé, se brindan muchas oportunidades para que aprendan a disfrutar de aquellos sabores que nos aportan los alimentos saludables.
En cuanto a las crucíferas (coles, brócoli o coliflor) evitarlas en la dieta es un error. Primero se trata de hortalizas, alimentos que conviene tenerlos presente en la dieta, segundo contienen sustancias como los glucosinolatos con beneficios para la salud, sumado que aportan vitaminas y minerales como el calcio. Si! El calcio de origen vegetal también cuenta.
El consumir alimentos de origen vegetal hará que el bebé acepte cuanto antes este tipo de alimentos, pues su sabor no hará que el bebé rechace la leche materna. Este tipo de alimentos son importantes para la salud de tu hijo y la tuya.
Actualidad: El colecho y sus límites: ¿hasta cuándo el bebé debe dormir con sus padres?
/0 Comentarios/en Actualidad, Blog, Crianza /por crianzaLa práctica de que los bebés duerman en la misma cama con sus padres genera desacuerdos: unos la desaconsejan, mientras que otros la recomiendan.
Existe un debate que podríamos llamar de primera instancia: colecho sí o colecho no. Ni siquiera los científicos se ponen de acuerdo en torno a esta cuestión. Quienes están de acuerdo con que los bebés duerman en la misma cama de sus padres, señalan como mayor ventaja el hecho de que esta práctica favorece la lactancia materna, además de una mejor calidad de sueño para el niño y de que se fortalecen los vínculos emocionales entre los padres y el bebé. Por eso, el colecho se considera uno de los factores claves de la crianza con apego.
Por su parte, los detractores de esta práctica enfatizan que multiplica hasta por cinco las probabilidades de que el bebé padezca el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), incluso aunque no existan otros factores de riesgo. En su último documento de recomendaciones de consenso, la Asociación Española de Pediatría (AEP) explica que la forma más segura de dormir para los bebés menores de seis meses es «en su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus padres», ya que «existe evidencia científica de que esta práctica reduce el riesgo de SMSL en más del 50%».
Sin embargo, como el colecho favorece el mantenimiento de la lactancia materna y esta a su vez «tiene un efecto protector frente al SMSL», la AEP tampoco contraindica esta práctica. Se limita a no recomendarla ante ciertas circunstancias: lactantes menores de tres meses, prematuridad o bajo peso al nacer, padres que consumen tabaco, alcohol o drogas, situaciones de mucho cansancio (como el inmediato posparto), sobre superficies blandas o no apropiadas (sillones, sofás, etc.) o camas compartidas con otras personas.
Debido a todas estas cuestiones, los expertos apuntan que, una vez que manejan toda esta información, «la decisión sobre la práctica del colecho debe ser de los padres». Ahora bien, al optar por el colecho, surge luego otra cuestión: ¿hasta cuándo practicarlo? He allí una segunda instancia de debate.
¿Colecho hasta los cinco años?
Sobre esta cuestión tampoco existe un consenso generalizado. En 2011, el sudafricano Nils Bergman, pediatra de la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, fue noticia al recomendar que los niños duerman en la misma cama junto con su madre hasta los 3 años de edad. Basaba sus afirmaciones en un estudio en el que había analizado los patrones de sueño de 16 niños. No solo observó que los ciclos del sueño se interrumpían con mayor asiduidad en los bebés que dormían separados de sus madres, sino que además comprobó en ellos unos niveles de estrés hasta tres veces más altos que en los niños que dormían sobre el pecho de sus madres.
La propuesta de Bergman era «moderada» si se compara con la que, unos años antes, había formulado la psicóloga británica Margot Sunderland. En su libro La ciencia de ser padres, de 2006, la directora de Educación y Entrenamiento en el Centro de Salud Mental Infantil de Londres aconsejaba que los niños duerman con sus padres hasta los 5 años. Esta recomendación se apoya en una década de investigaciones sobre los efectos de las interacciones entre niños y adultos en el cerebro de los pequeños, y sobre un total de 800 estudios científicos. Para Sunderland, el colecho hasta los 5 años constituye «una inversión» a favor del niño.
El pediatra Carlos González, por su parte, autor de libros como Bésame mucho: cómo criar a tus hijos con amor y Comer, amar, mamar, sostiene que -así como, por motivos evolutivos, es normal que los bebés lloren cuando se quedan solos– también es «normal» que duerman acompañados de su madre o de sus padres. ¿Hasta cuándo? González responde que los niños «hacia los 3 o 4 años aceptan dormir solos si se les pide educadamente». Pero aclara que no es una recomendación: «Cada familia hará lo que crea conveniente», puntualiza.
Dejar el colecho, una decisión familiar
Más allá de estas opiniones puntuales, la mayoría de expertos en el tema coinciden en que no hay un momento específico que se pueda indicar para todos los casos. No es algo que dependa de la edad del niño ni de otros hechos puntuales, como el final de la lactancia o de los despertares nocturnos, sino con una suma de elementos en cada situación particular.
«El niño debe comenzar a dormir solo cuando esté preparado para ello», explica la psicóloga Mónica Serrano, especialista en maternidad y crianza con apego. En esta línea, apunta que «el sueño es un proceso evolutivo, en el que están implicados factores fisiológicos, emocionales, sociales y culturales», y que conviene tener en cuenta todos estos aspectos al momento de tomar la decisión. Hay que considerar, por ejemplo, que la capacidad de entender y expresarse a través del lenguaje hará más fácil que el niño comience a dormir solo.
En un sentido, el final del colecho se puede comparar con el final de la lactancia materna, como sugiere la psicóloga Mariela Cacciola, también especializada en crianza respetuosa. Es posible dejar de colechar de un modo «natural», cuando el propio niño manifiesta su deseo de empezar a dormir en su propio cuarto, al igual que cuando expresa, a su manera, que ya no quiere ser amamantado.
Y también se puede optar por acabar con el colecho de un modo «respetuoso», cuando la madre, el padre o ambos miembros de la pareja lo consideren necesario para el niño o para ellos mismos. «Así como la decisión de colechar tiene que ser una decisión familiar, modificar esa situación debe serlo también», señala Cacciola, y «por lo tanto es necesario respetar los deseos de todos».
¿Cómo procurar un final respetuoso del colecho?
En primer lugar, hay que hablar con el niño e informarle de la decisión. Si es posible, es bueno que participe en la preparación de su propio cuarto. Mónica Serrano habla de la importancia de hacerlo de forma gradual: se puede comenzar con las siestas del pequeño, para luego implementarlo en el sueño nocturno.
En palabras de Cacciola, «cambia el lugar pero no la rutina»: si el niño se dormía con la compañía de alguno de sus padres, canciones, un cuento, etc., eso no tiene por qué modificarse. Esta especialista recomienda, además, estar abiertos a la posibilidad de equivocarse: «Podemos creer que es el momento, pero cuando lo llevamos a la práctica no resulta». El niño puede comenzar a sufrir despertares nocturnos, llorar mucho, tener pesadillas o angustiarse. En ese caso, quizá sea conveniente revisar la decisión y reprogramarla para más adelante.
Autor: Cristian Vázquez
Lactancia: Las tomas nocturnas
/0 Comentarios/en Blog, Lactancia /por crianzaA las madres a menudo se les dice que deben despertar a su recién nacido para alimentarlo cada dos horas y hay una buena razón para ello. Los recién nacidos son conocidos por dormir durante las tomas y es fácil suponer que un bebé dormido es un bebé satisfecho. Este no es siempre así el caso con los recién nacidos (definidos como bebés de dos semanas o menos).
La alimentación a demanda comienza después de que el bebé tiene un par de semanas de vida, ha recuperado su peso nacimiento y y podemos decir que la lactancia está bien establecida. Un bebé sanos de más de dos semanas de vida avisará cuando tenga hambre.
Sin embargo, no puede suponer que un recién nacido le avisará cuando necesita comer, y es por eso que es importante despertarlo para alimentarlo. Algunos de los llamados «buenos bebés» que duermen largos períodos a la vez han terminado perdiendo peso.
Actualidad: La moda de desmitificar la maternidad
/0 Comentarios/en Actualidad, Blog, Embarazo /por crianzaÚltimamente, parece que es ya una tendencia el desmitificar la maternidad. Se comenta a menudo lo equivocadas que están muchas mujeres, antes del parto, respecto a lo que supone tener un bebé. Yo no me sentí estafada cuando llegó mi primera hija, al menos no por las mismas razones que he leído o escuchado. Supongo que tener dos sobrinos mayores que mi niña, y unos padres que durante años relataron lo duro que fue criarnos a mí y a mis hermanos, me creó una estampa poco dulcificada de la maternidad. Pero tengo que reconocer que jamás me hice realmente una imagen mental de que lo que iba a suceder después del parto.
En el año 2002, cuando me quedé embarazada por primera vez, aún no se usaba Google de manera masiva, y eso creo que me mantuvo al margen de esas imágenes idílicas de bebés sonrosados y mamás sonrientes y perfectas que abundan en internet. Por entonces, leía libros sobre maternidad, de cierta calidad, y revistas. Sabía que iba a ser duro, me habían hablado del parto en las clases pertinentes, sabía que ya no iba a dormir mis ocho horas de rigor, que me iban a doler los pechos, que mi cuerpo iba a cambiar. Alguna otra molestia física hubo que desconocía, pero que acepté, ya que fue más o menos pasajera, y no me traumatizó.
Sin embargo, estoy de acuerdo en que hay que dejar claras las cosas, y que hay que presentar la vida de las madres tal y como es, no por elevar una queja sin más, sino por tratar de crear una imagen más ajustada a la realidad, al menos a la de un porcentaje considerable de madres. No quiero ser una aguafiestas, no todas las madres viven el parto y la lactancia de la misma manera, las experiencias son tan diversas como las mujeres que pasan por ello.
Para mí la gran diferencia entre tener hijos y no tenerlos es la responsabilidad que esto conlleva y el cambio tan grande que supone en el estilo de vida de una pareja. Cuando como pareja decidís tener un bebé, tenéis que ser conscientes de que nunca más volveréis a ser solo dos. Parece de perogrullo, pero no lo es. Vuestras prioridades cambiarán, vuestro tiempo de ocio, vuestra vida social, la relación de pareja, el reparto de tareas en casa, la evolución de vuestras carreras profesionales, la economía de vuestro hogar, las vacaciones, la relación con vuestras familias, con vuestros amigos: todo se ve afectado por el paso de ser dos a ser tres, cuatro, cinco, o los que lleguéis a ser. No es que sea malo, pero hay que adaptarse a un nuevo estilo de vida y esto es cosa de los dos, así que es necesaria mucha unión y fuerza para afrontar esta nueva etapa.
Uno de los cambios que más me costó encajar personalmente tras la maternidad fue el hecho de tener a una personita dependiente de mí en todo momento. Ser madre es un trabajo de 24 horas al día por siete días a la semana por 365 días al año para el resto de tu vida. Saber que eres su sustento, su consuelo, que te necesita a más no poder, que es un ser indefenso y que eres responsable de su salud, su bienestar, su desarrollo emocional, su crecimiento y su educación es abrumador. Esa sensación de responsabilidad infinita no la había tenido nunca antes.
Al ser madre creo que se produjo en mí una especie de pérdida de identidad. La mujer que era pasó a ser otra persona nueva, no completamente distinta, pero en constante evolución, en adaptación eterna, en un estado de búsqueda de un nuevo lugar en el mundo, de mi nuevo papel. Necesitaba saber cómo encajar todo aquello con mi vida anterior, sin perderme en el nuevo estado al que acababa de transitar.
Durante los primeros meses después de que naciera mi hija mayor, recuerdo haber perdido la noción del tiempo, estaba tan enganchada a mi bebé y ella a mí que no teníamos horarios, pasábamos tantas horas solas las dos que parecía que solo nos teníamos la una a la otra. No es tan sencillo romper el vínculo de los meses de embarazo, la llegada al mundo no acaba de convertir al bebé en un ser independiente de su madre, el vínculo continúa, y creo que es complicado estar preparada para aceptarlo.
Otro de los sentimientos que recuerdo era la angustia de perderla, de que dejara de respirar. Me parecía tan frágil que apenas dormía, pendiente de que estuviera bien, de que no se atragantara al regurgitar, de que no pasara frío, calor, o hambre. Para mí, lo más duro de esos meses fue no ser capaz de disfrutar de ella, sentir una melancolía constante, salir a dar un paseo y pensar que las otras madres con sus bebés no se veían ni la mitad de agotadas que yo, incluso algunas que no eran primerizas lidiaban con dos niños sin acalorarse, al menos desde mi punto de vista.
Está claro que no estaba preparada emocionalmente. Lo que me habían contado, lo que había leído, se centró más en los cambios físicos y en las molestias que en las emociones. No sé si sufrí una depresión posparto, o si simplemente estaba extenuada de amamantar, pasar 11 horas al día sola con ella y dormir en tramos de dos horas. Deseaba que llegara mi marido de trabajar para tener compañía, para recuperar un poco mi vida anterior, para darme una ducha larga, sin vigilar por el rabillo del ojo al bebé, para volver a ser yo.
No volví a sentirme así después de los otros dos partos, aunque el paso de uno a dos hijos y de dos a tres es un cambio muy importante también. Cuando ya tienes un hijo mayor, este marca unos horarios y unas necesidades que te impiden vivir solo para el bebé recién nacido, así que la llegada del segundo, a pesar de ser prematuro, fue más llevadera. Afortunadamente disfruté la baja por maternidad de él y de la tercera, pude disfrutar de ellos como bebés, y sí que fui capaz de organizar mi vida con tres niños pequeños, algo que en los primeros meses después del primer parto me parecía del todo imposible. Pero con esto no quiero decir ni mucho menos que la experiencia de otras madres vaya a ser como la mía, no pretendo dar consejos ni generar sentimientos de culpa, miedo o incapacidad, simplemente quiero contar una experiencia más.
Pienso que a las madres nos toca reinventarnos constantemente. Al principio te adaptas a tu hijo bebé, después a tu hijo que ya camina, al que va al colegio, al que va al instituto, al adolescente y a lo que aún esté por venir. Conoces a tus hijos casi como a ti misma, sabes si algo les está yendo mal, les está preocupando, si necesitan un respiro, si les exiges demasiado o demasiado poco.
Desmitificar la maternidad puede estar bien, pero tampoco creo que nada de lo que nos cuenten vaya a ser tan importante y significativo como nuestra propia experiencia. Y sobre todo ¿qué época de la maternidad desmitificamos? Porque estoy segura de que nuestras madres, algunas ya abuelas, aún viven experiencias como madres que no son como ellas creían que serían.
Autora: Eva Bailén
Publicado en www.elpais.com
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