Los sentidos. El Tacto.
El conocimiento científico que hoy tenemos sobre la vida intrauterina es tan amplio que nos permite preguntarnos todo lo que podemos hacer por ese niño aún mucho antes de nacer. Hoy en día ya no hay duda que el bebé en el útero es un ser humano consciente que reacciona y lleva una activa vida emocional. Puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, incluso aprender in utero. Lo más importante es que puede sentir.[1]
El bebé en el útero está inmerso en un mundo de sensaciones. La piel es el primer órgano que se desarrolla en el feto y el tacto, el único sentido sin el cual no podemos sobrevivir.
“Ahora bien, la capacidad sensorial de la piel es, de por si, tan extraordinaria que resulta enteramente innecesario exagerar sus virtudes. Todos poseemos cierta capacidad estereognóstica – es decir, la facultad de percibir objetos o formas mediante el tacto – y, en sentido metafórico, la mayoría de los seres humanos llegan casi a “ver” la forma del objeto que están tocando. Las yemas de los dedos son las regiones del cuerpo dotadas de mayor sensibilidad para “leer” la forma de los objetos.”[2]
“La estimulación táctil de carácter afectuoso es, a todas luces, una necesidad primaria, cuya satisfacción representa un requisito ineludible para que el recién nacido llegue a convertirse en un adulto sano.”[3]
Teniendo todos estos conceptos en mente, concluimos que “el contacto es nutritivo” relaja, alivia, estimula, sostiene, contiene, acompaña al bebé y ayuda a la maduración de todos sus sistemas vitales, como el gastro intestinal, el sistema inmunológico, el tono muscular, la respiración. Estimula la circulación sanguínea, el lenguaje, la comunicación. También le da seguridad y le proporciona bienestar tanto al bebé como a su mamá. Es un momento íntimo que favorece el vínculo y el apego, así como la conducta materna.
“Con las experiencias de Klaus y Kennel, quedó debidamente demostrada la importancia que el contacto prolongado con su hijo apenas nacido juega en el desarrollo de este vínculo de apego materno. Este particular vínculo se produce dentro del lapso llamado “período sensible”, entre los primeros minutos y horas de vida. Para un bebé conductas de apego son aquellas que tienden a mantener la proximidad de la madre, tales como el llanto, el chupeteo, la sonrisa, el aferramiento, el contacto ojo a ojo y el seguimiento visual. De ese mutuo apego dependerá la naturaleza del vínculo simbiótico normal e indispensable que se desarrollará entre ambos en los primeros meses de vida.”[4]
Aprender a tocar a su bebé es una herramienta que empodera a la madre, le da seguridad y le permite ahondar en ese vínculo único e íntimo que existe con su bebé.
[1] Dr. Thomas Verny y John Kelly. “La Vida Secreta del Niño Antes de Nacer”.
[2] Ashley Montagu. “El Sentido del Tacto. Comunicación Humana a través de la Piel”.
[3] Ashley Montagu. “El Sentido del Tacto. Comunicación Humana a través de la Piel”.
[4] Dr. Guillermo Rinaldi. “El lactante y su entorno: Vicisitudes del vínculo. Estudio, abordaje y prevención”.
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