Solo el bebé sabe cuándo tiene hambre

La leche materna siempre alimenta, pero hay que asegurarse que el recién nacido realice entre diez a doce tomas efectivas al día de 20 minutos

Los alimentos aportan una cantidad de nutrientes y una densidad energética. Cada comida y cada plato es nutricionalmente diferente. Con la leche materna pasa lo mismo, el bebé ingiere un volumen de leche y una cantidad de nutrientes diferente en cada toma. Ni siquiera los adultos comemos la misma cantidad en el desayuno que en la comida, ni el primer plato es igual al postre.

Por eso es fácil deducir que el bebé toma dependiendo de dos factores: de su capacidad gástrica y de la cantidad de grasa que ingiere. Esto le hará sentir más o menos saciado y tardara más o menor en volver a demandar.

Dado que el estómago de un recién nacido es tan pequeño como una cereza, pronto se llena, incluso algunos se duermen al pecho antes de llegar a llenarlo, lo que les impide hacer una buena toma. Por consiguiente, ingieren más leche de inicio que es menos rica en grasa, y es normal que al poco tiempo demanden una nueva toma.

Es decir, él sólo sabe cuándo y cuánto debe comer. Aconsejar a una madre dar diez minutos de cada pecho y no antes de las tres horas, puede resultar insuficiente.

Según su necesidad el bebé modificará la frecuencia y la duración de la toma. Las necesidades de alimentarse más o menos a menudo son individuales. En los adultos lo tenemos claro, nadie retira el plato a un invitado si a los diez minutos no se lo ha terminado, pero tampoco es normal tener un invitado una hora comiendo el mismo plato (en todo este tiempo, se puede haber comido la olla entera).

Pues en los bebés igual, pueden tener la teta en la boca y no mamar. Hay que saber distinguir si el bebé tiene la teta en la boca a modo de chupete o está mamando, hay que valorar las tomas, sobre todo los primeros días, porque si el bebé no come no ganará peso, o, en el peor de los casos perderá peso, y el problema está servido. Tendrá que oír a las «doctas» voces decirle: «Tu leche no lo alimenta».

¡Qué no lo alimenta!, claro que lo alimentaría si tomara, el problema es que no toma, y si no mama no puede ganar peso, la cuestión no es la leche.

El asunto está en conseguir que el bebé mame, es importante, que los primeros días haga como mínimo unas diez o doce tomas de succión efectivas, es decir, que no se duerma al pecho, que este como mínimo de 20 a 30 minutos mamando.

Por eso, si se duerme hay que despertarlo, es decir la lactancia es a demanda, pero los primeros días, ¡cuidado! con la demanda, que muchos bebés no piden porque priorizan el dormir al mamar, y el dormir no engorda.

El inicio de la lactancia tiene que tener una valoración continua y un apoyo constante por parte de profesionales cualificados en esta materia que aseguren el éxito de la misma y eviten abandonos innecesarios y no deseados.

Es necesario promover los talleres de lactancia materna con el fin de ofrecer apoyo a las madres para resolver dudas y solventar problemas de lactancia. Estos foros son una alternativa a la pérdida de la cultura de la lactancia materna, producida como consecuencia de la falsa creencia de que la leche artificial es casi igual o mejor a la materna.

 

Semana Mundial de la Crianza en Brazos

A diferencia de lo que se creía antes, el portear a los niños en brazos es bastante estimulante y otorga grandes beneficios para el desarrollo de su percepción del exterior.
Algunos de los beneficios:
• Enriquece el desarrollo neurobiológico: Al cargar en brazos a nuestros bebés todos sus sentidos se activan y se estimulan.
• Potencia la confianza en sí mismo: Se sienten acompañados, otorgando un vínculo de apego que ayudará a enfrentar y superar de mejor manera los desafíos que se presenten más adelante.
• Fortalece una base emocional segura: Cada vínculo que se genera en esta etapa tendrá una implicancia en los sentimientos de seguridad, autoestima y posteriores relaciones sociales.
“Estamos en  la semana mundial de la crianza en brazos.”
Cerquita, pegados piel a piel, abrazados y contenidos. Los bebés en brazos no se «malcrian».  Los brazos son una NECESIDAD de los seres humanos ( por algo nacemos sin saber caminar)

Porqué los bebés deben dormir boca arriba?

Todos los bebés deben dormir en posición supina (boca arriba). Los estudios de investigación realizados sobre este tema son concluyentes. Esta posición de los bebés al dormir hace que tengan de tres a doce veces menos riesgo de fallecer a causa del síndrome de muerte súbita del lactante.
Esta posición también disminuye la colonización bacteriana de las vías aéreas, lo que reduce la necesidad a un tercio de de ATB por otitis.
Además favorece el desarrollo global de la musculatura al permitir movimientos libres de los brazos, piernas, realizar flexión, extensión y girar la cabeza. Favorece la relación con su entorno y con los demás, permitiendo una estimulación adecuada de sus sentidos.
El gran miedo de la población en general es la falsa idea arraigada del hecho que ante un vómito el bebé se pueda ahogar. Los estudios realizados en EE.UU y Europa, no encontraron evidencia científica que indique que los bebés que duermen boca arriba tienen mas riesgo a atragantarse, todo lo contrario, se redujo notablemente la muerte súbita al dejar de acostarlos boca abajo.
Es básicamente una cuestión de anatomía. Si el bebé se encuentra boca arriba, la  laringe y la tráquea quedan por encima del esófago. Es decir que si el bebé vomita, fácilmente por gravedad va a ser deglutida y llevada nuevamente hacia el esófago. En cambio, si está boca abajo, la traquea y laringe quedan por debajo del esófago, y ante un evento similar, el riesgo de aspiración del contenido hacia los pulmones es mucho mayor.
Les dejo una foto para que puedan visualizar de forma más clara lo comentado anteriormente.

Los pediatras recomiendan limitar las visitas de familiares y amigos al sanatorio tras el parto

Las visitas, los celulares, los regalos, etcétera, distraen a las madres del objetivo de la lactancia

La Asociación Española de Pediatría (AEP) incide en los beneficios de iniciar la lactancia materna dentro de la primera hora tras el parto y aconseja limitar las visitas de amigos y familiares los días posteriores para no dificultar este proceso. «Como todo proceso necesita de un aprendizaje por parte de ambos —bebé y mamá— en cuanto a la postura, el agarre, saber cuándo el bebé tiene ganas de mamar», ha asegurado la doctora Laura San Feliciano Martín, coordinadora del IV Curso de formación en la Lactancia Materna para Residentes de Pediatría y Pediatras que se celebró en la ciudad de Salamanca.

En ese sentido, ha destacado la necesidad de que madre e hijo pasen tiempo juntos, sin distracciones y conociéndose, y por ello considera que las visitas deben ser cortas y poco numerosas. «Las visitas, los celulares, los regalos, etcétera, muchas veces distraen a las madres y no pone a mamar al niño durante largos ratos», según la doctora San Feliciano, que incluso propone que sea el padre quien reciba a familiares y amigos para que «se respete al máximo a la madre en su intimidad».

 Principales problemas de inicio

Además, esta experta ha destacado que el principal problema que consultan las madres en estos primeros días posteriores es que no pueden darse cuenta si el bebé mama y saca leche del pecho, y también problemas de agarre, que son causantes de la aparición de grietas en el pezón y dolor al dar el pecho. En este sentido, la doctora Marta Díaz, coordinadora del Comité de Lactancia Materna de la AEP, asegura que la observación de una toma de pecho en la maternidad por un profesional sanitario con experiencia en lactancia materna ayuda a identificar y corregir los problemas en la técnica, conseguir una buena posición y agarre del niño al pecho.

«Estos problemas dificultan el inicio de la lactancia, suponiendo el abandono de la lactancia en las primeras semanas de un 5-10 por ciento de las madres que tiene intención de dar el pecho a sus hijos y había iniciado la lactancia en la maternidad», ha asegurado. Otros problemas que pueden surgir los primeros días son la ictericia o la hipoglucemia, que generalmente se deben a la falta de aporte o al ayuno del recién nacido y que se solucionan aumentando el número de tomas y valorando que estas sean adecuadas.

Alimentación y medicamentos

Por otro lado, los organizadores del curso también recuerdan que, pese a la creencia popular, se ha demostrado que las necesidades nutricionales de la madre lactante son sólo un poco superiores a las de una mujer no lactante. Pero si la madre mantiene una dieta normal, variada, que asegure una ingesta calórica por encima de 1.800 kilocalorías diarias, su producción de leche no debe verse afectada, ha destacado.

Durante el curso han recordado que son poco los medicamentos que contraindican la lactancia aunque, pese a ello, es frecuente que haya mujeres que dejan de dar el pecho por este motivo pese a no estar fundamentado su peligro real «más que en un pequeñísimo porcentaje de productos», indica la doctora Díaz.

 Fuente: www.abc.es

Actualidad: «El contacto con bacterias los mil primeros días de vida es clave para el sistema inmunitario»

Mª Carmen Collado, Investigadora del CSIC en transmisión del microbioma de madres a hijos: «Adquirimos nuestro primer montón de bacterias en el canal de parto. En un futuro el trasplante de heces se normalizará»

Para todas las generaciones que aprendieron biología con la serie de dibujos animados «Érase una vez la vida», los microbios, familia de la que forman parte las bacterias, eran unos bichos narigudos con el pelo «punky» de color naranja y malos, muy malos. Aunque en el colegio todavía se estudia a los microbios como enemigos, lo cierto es que nuestra relación con ellos es más beneficiosa que patógena. En nuestro cuerpo, además de las células humanas, viven 40 billones de microorganismos, forman un ecosistema al que llaman microbioma, son 100 veces más la cantidad de estrellas que hay en la Vía Láctea y tienen un rol importante en nuestro sistema inmunitario. De ello se habló en el congreso internacional organizado por IrsiCaixa, la Obra Social «La Caixa» y la Generalitat esta semana: «The Barcelona Debates on Human Microbiome». En el que la investigadora del CSIC, Mª Carmen Collado, informó de la transmisión del microbioma de madre a hijo.

-Ahora resulta que los microbios son amigos

-La palabra bacteria ha tenido connotaciones negativas para la salud porque hay infecciones y problemas causados por bacterias patógenas. Pero nuestro organismo contiene bacterias que han evolucionado con nosotros y ejercen efectos beneficiosos. Las bacterias que vivien en nuestro organismo se conocen con el nombre de microbiota. Es un complejo ecosistema que si se desequilibra por estrés, una infección vírica o bacteriana crea problemas. El símil para entender el cuerpo humano es imaginar un ecosistema como el de la selva, el león sólo nos puede parecer malo pero juega un papel muy importante en el equilibrio de esa fauna y cuando se rompe ese equilibrio las consecuencias son negativas.

-¿Cómo incorporamos las bacterias a nuestro organismo?

-Llegan a nuestro organismo en el momento del nacimiento, aunque cada vez hay más estudios que demuestran que estamos expuestos a bacterias durante la gestación, incluso, en la concepción. Se sabe que el aparato reproductor femenino y masculino tienen bacterias. Pero la exposición a las bacterias antes del parto es limitada. El entorno en el que vive el bebé en el útero es bastante estéril y es en el momento del parto cuando tenemos contacto con el fluido vaginal, sangre, heces de la madre y el ambiente que las adquirimos y estimulan el sistema inmunitario.

-¿Y qué pasa con los niños que nacen con cesárea?

– Al no pasar por el canal vaginal, su primer contacto son con las bacterias ambientales.

-¿Hay diferencias entre unos y otros niños?

-Tienen una exposición bacteriana distinta. El que nace por parto natural tiene unas bacterias más parecidas a las de la madre y una mayor diversidad bacteriana. El niño nacido por cesárea tiene bacterias adquiridas en el ambiente hospitalario y a través del contacto con la piel. Hay estudios epidemiológicos que señalan que niños que han nacido por cesárea tienen más riesgo de padecer enfermedades no transmisibles como la obesidad o la diabetes.

-¿Y más alergias?

-Sí. La exposición bacteriana en los primeros mil días de vida es clave porque esa colonización se desarrolla en paralelo a la maduración del sistema inmune. Si este sistema inmune no se desarrolla y madura correctamente, hay mayor riesgo de problemas de salud. Hablamos de riesgo, el ambiente y la dieta juegan un papel clave.

-¿Qué importancia tiene la lactancia materna?

-Mucha. Además de aportar nutrientes, proporciona compuestos inmunológicos. La madre le transmite todo su conocimiento inmunológico al bebé. La leche materna contiene una gran cantidad de compuestos bioactivos, proteínas, péptidos, bacterias, oligosacáridos… Cada vez que el niño se alimenta, recibe estos compuestos bioactivos que contienen dianas específicas que fortalece un intestino en evolución.

-¿La leche de fórmula tiene todos estos compuestos?

-No, aunque cada vez son más completas.

-¿Las personas que viven juntas comparten bacterias?

-Y los animales también.

-¿Es una bueno que los niños tengan contacto con los perros?

-Es fundamental el contacto con los animales, excursiones al campo… tener contacto con una variedad de bacterias. Vivimos cada vez en un ambiente más limpio, la comida está más procesada e utilizamos jabones y antibióticos. Nuestra exposición a las bacterias cada vez es menor y eso repercute en la respuesta de nuestro sistema inmune frente a ciertos agentes.

-Y ¿que hay de la utilización de la microbiota para combatir enfermedades como el cáncer o el VIH?

-Los estudios aún son muy incipientes, pero enfermedades cardiovasculares, el cáncer o la diabetes están relacionadas con alteraciones de la microbiota. Si entendemos qué papel juegan las bacterias en estas enfermedades podremos tener más armas para combatirlas.

-¿Por eso son importantes los bancos de heces que reclaman algunos hospitales?

-Se está investigando mucho sobre el trasplante fecal. Hay un 98% de eficacia en diarreas causadas por «clostridium difficile», la más habitual. Ayuda a equilibrar la microbiota. Se está trabajando también para problemas de obesidad. Pero hace falta más investigación: cómo definir el donante; si son las bacteria o los metabolitos los que ejercen el efecto; con qué método de administran las heces si con un edema, una pastilla o con sondas para llegar al intestino. Es algo en movimiento y lo acabaremos viendo. Barcelona y Madrid ya tienen hospitales que guardan muestras para estudiarlas, aunque no se utilizan como terapia.

-¿Qué futuro nos depara el estudio de la microbiota?

-Aún estamos conociendo su capacidad de interactuar con nuestros genes y de modular nuestra salud. Hay quien dice que somos más bacterias que seres humanos. El genoma bacteriano es más grande que el humano y es la epigenética la que estudia cómo las bacterias pueden controlar a genes que intervienen en una enfermedad.

Fuente> www.larazon.es

 

Actualidad: Siguen apareciendo casos de alergia a la proteína de la leche de vaca por culpa del «biberón pirata»

Durante muchos años, en la maternidad de muchos hospitales se ha llevado a cabo una peligrosa medida para «ayudar» a las madres a que sus hijos estén más tranquilos: darles un biberón mientras la madre no tiene la bajada de leche.

A menudo se ha instado a las madres a aceptarlo: «Dale un biberón, mujer, que así está más tranquilo y luego, cuando te baje la leche, ya lo amamantas»; pero a menudo se ha hecho también a espaldas de sus madres.

A este segundo biberón se le conoce como «biberón pirata», y es el culpable (junto con el otro, el que se da con el consentimiento de la madre), de muchos casos de alergia a la proteína de la leche de vaca.

 ¿De verdad dan biberones porque no ha bajado la leche?

Estaba haciendo el método canguro con mi hijo mediano en el hospital, en la unidad de neonatos, por haber nacido prematuro, cuando a mi lado pusieron a una mujer que acababa de ser madre cuyo bebé necesitaba atención especializada.

Le preguntaron si quería darle el pecho, y respondió que sí, así que le ayudaron a que lo amamantara. Tras un rato, la enfermera se le acercó con un biberón y le dijo: «Vale, muy bien. Ahora, como todavía no tienes leche, le tienes que dar este biberón para que vaya comiendo».

Yo me quedé muy sorprendido por dos razones: una, que las mujeres no tienen leche nada más parir, pero tienen calostro (que es mucho mejor que darle ninguna leche), y dos, que los bebés que toman biberón para luego ser amamantados tienen más riesgo de alergia a la proteína de la leche de vaca.

¿De verdad dan biberones sin que la madre se entere?

Sí, de verdad. Espero que sea una práctica en desuso, pero son muchas las mujeres que explican que se llevaron a sus bebés y que se dieron cuenta de que les habían dado ese biberón.

Algunas explican que fue directamente allí donde estaba el bebé y las pilló dándole un biberón, y otras cuentan que les devolvieron al bebé tan tranquilo y relajado, que al ir a darle el pecho lo rechazaba y que, al preguntar, confesaban haberlo hecho.

¿Y por qué es peligroso?

Porque la leche de vaca, como muchos otros alimentos, no tiene especificidad de especie y no se puede considerar que sea un alimento que los humanos aceptemos naturalmente porque sí. No venimos predispuestos a tolerarla (sus proteínas son extrañas para nosotros), así que nos tenemos que acostumbrar a ella desde el momento en que la ingerimos por primera vez. Y algunos nos acostumbramos, pero otros no.

Cómo se produce la tolerancia oral

El sistema inmune intestinal tiene la misión de defendernos de aquellas sustancias que son peligrosas o ajenas, así que cuando consumimos algo, se pone en marcha para analizar lo que le llega y valorar si hay algún peligro y debe activar o no la respuesta inmunológica.

Cuando un alimento llega por primera vez, con sus proteínas y microorganismos desconocidos, el intestino decide qué hacer. Si considera esos antígenos como «amigos», a pesar de ser extraños, se dice que se ha producido una tolerancia oral (el bebé consume los antígenos, esas sustancias que no forman parte del cuerpo y le son extrañas, pero el intestino las acepta).

Esta tolerancia se basa en múltiples factores difíciles de explicar, porque aún no se sabe muy bien a qué responde. Se habla de que la tolerancia depende de la predisposición genética, de la naturaleza del antígeno, de la cantidad de antígeno que recibe el bebé, de la frecuencia con que se administra, de la edad al consumirlo por primera vez, del estado inmunológico del bebé (si está con gastroenteritis), si la madre consumía ese alimento embarazada, si lo consume mientras amamanta, etc.

Cómo se produce la intolerancia o alergia

Pues bien, en ocasiones, todos estos factores hacen que en vez de que se produzca la tolerancia, aparezca la situación contraria: que el cuerpo, al recibir ciertas sustancias que no conoce, las considere enemigas y actúe contra ellas. Es cuando se segrega la inmunoglobilina IgE y aparecen los síntomas de alergia. Cuando hablamos de la leche, hablamos de Alergia a la Proteína de la Leche de Vaca (APLV).

¿Pero por qué el intestino de esos bebés decide que no acepta las proteínas de la leche de vaca? Pues entre otros factores (de los comentados), porque la cantidad de leche que consumen es suficiente para provocar una respuesta, pero insuficiente para que haya tolerancia.

Se sabe que las personas, los bebés, pueden clasificarse en dos tipos en base a su herencia genética, en lo que a alergias se refiere: los atópicos y los no atópicos.

Los no atópicos serían los niños con poca predisposición a padecer una alergia, y los atópicos serían aquellos que tienen más riesgo de padecer cualquier alergia, probablemente porque el padre y/o la madre son alérgicos a algo (no tiene por qué ser a la leche).

Los atópicos son los bebés también conocidos como «altorrespondedores», que quiere decir que tienen un sistema intestinal inmune que responde actuando contra un alimento si no lo recibe en cantidad más o menos elevada. ¿Cuánto de elevada? Depende. Depende del umbral de cada bebé, pero los bebés atópicos tienen un umbral elevado en comparación con los bebés no atópicos, que con poca cantidad ya toleran un alimento.

Así, cuando un recién nacido recibe por primera vez leche de vaca a través de la fórmula para lactantes en un biberón, se produce una inducción de anticuerpos IgE; y en una segunda exposición se produce la diferencia: los «bajorrespondedores» aceptan el alimento aunque lo tomen en poca cantidad y los «altorrespondedores», o atópicos, empiezan a rechazarlo, porque su intestino segrega aún más cantidad de IgE.

¿Y esto es lo del biberón pirata?

Así es. El biberón pirata y los biberones como suplemento de los primeros días, cuando el bebé come muy poca cantidad, no provocan ningún problema en los bebés no atópicos, pero pueden inducir la alergia en los bebés atópicos porque su administración no es continuada: el bebé recibe poco, una cantidad inferior a su umbral de tolerancia, y en vez de aceptar la leche, la rechaza.

Si desde el principio se les da biberón y cada vez que tienen hambre se les da otro, y así sucesivamente, a demanda, durante todo el día, la cantidad de leche es elevada y es mucho más difícil que el bebé desarrolle alergia a pesar de ser «altorrespondedor».

Pero si solo se le da algún biberón de vez en cuando y la mayoría del alimento es la leche materna, o si se le da algún biberón los primeros días y luego dejan de tomarlos porque son amamantados, el riesgo es mucho mayor.

Así que ya es hora de que se elimine el «biberón pirata» de las maternidades, que se elimine el biberón por protocolo después de cesárea (también hay hospitales que dan un biberón tras la cesárea por la separación entre madre y bebé) y que solo se haga uso de la leche de fórmula, si el bebé será amamantado, cuando se tenga muy claro que su uso es necesario (si ha perdido peso porque la lactancia no es eficaz y hay que nutrir al bebé cuanto antes).

Autor: Armando Bastida

 

Que es el movimiento libre?

Emmi Pikler fue una conocida pediatra que, tras años de investigaciones, creó un método educativo basado en el respeto al niño y en la actitud no intervencionista del adulto, es decir, permitirle un desarrollo autónomo espontáneo, respetando su ritmo propio y asegurándole todas las posibilidades para tener iniciativas autónomas, movimiento libre y juego independiente. 

Las prisas y el estrés con los que vivimos en nuestra sociedad actual se trasladan muchas veces a la crianza de nuestros hijos. Vivimos obsesionados por sus avances y parece que exista una competición entre todos los niños del mundo (más bien, entre sus padres) por ser el primero en gatear, andar o hablar.

Pero esta actitud no es beneficiosa para el niño ya que corremos el riesgo de forzar su desarrollo y de saltarnos etapas importantes en el mismo al querer ir más deprisa.

El movimiento libre creado por Pikler se basa en dejar al niño en completa libertad para moverse y desarrollarse sin la intervención del adulto. Este método defiende que los niños aprenden solos a sentarse, gatear, caminar… sin necesidad de incitarles a ello. Eso sí, hay que darle todos los recursos necesarios para que pueda moverse en libertad.

El niño, al sentirse libre, se muestra más positivo, activo e interesado. Tan solo necesita sentirse respetado y querido, así como que se reconozcan sus logros, para superarse.

Así, el movimiento libre defiende la actividad autónoma para que el niño vaya descubriendo sus propias capacidades y a utilizar sus recursos. A los padres solos les corresponde asegurar las condiciones óptimas para que lo consiga sin forzarle.

Transcurrido el primer año de vida el niño adquiere habilidades relacionadas con el movimiento y el equilibrio: ya se levanta, se atreve a dar sus primeros pasos y gracias a esa movilidad empieza a experimentar con su entorno

Las enseñanzas de Emmi Pikler están centradas en el desarrollo de los niños de 0 a 3 años, aunque se pueden aplicar a cualquier edad.

Etapas principales del desarrollo motor

Etapa neonatal: el niño pasa de estar estirado boca arriba a ponerse de lado: 3 a 7 meses:

Etapa de suelo:

– Pasar de estirado boca arriba a estirado boca abajo: 4 a 8 meses

– Pasar de estirado boca abajo a estirado boca arriba: 4 a 9 meses

– Arrastrarse por el suelo: 7 a 13 meses

– Gatear: 8 a 16 meses

– Sentarse: 9 a 16 meses

– Arrodillarse: 10 a 15 meses

– Ponerse de pie: 12 a 21 meses

– Dar los primeros pasos: 12 a 21 meses

– Caminar de forma segura: 13 a 21 meses

Consejos para los padres

Si te interesa el movimiento libre y quieres usar este método para favorecer el desarrollo autónomo de tu hijo, te damos unas cuantas pistas para saber cómo debes actuar:

– Colócalo boca arriba, en el suelo si se siente cómodo o sobre una superficie firme en la que tenga espacio y déjalo libre

– Pon cerca juguetes o materiales sencillos; no le animes a cogerlos ni se los coloques en la mano, simplemente déjaselos a su alcance

– No uses gimnasios con barra de actividades, le pueden despistar de su propio movimiento

– Puedes hablarle y comunicarte con él, pero también debes dejarle solo

– Si llora o está incómodo,  prueba en otro momento

– Si te tiende la mano, dásela, habla con él y levántalo si lo necesita, pero no lo lleves a una posición que aún no haya logrado por sí mismo

– Acondiciona la casa todo lo que puedas, contando con el espacio del que dispongas. Crea un espacio diáfano y tan amplio como puedas en la sala más grande. Coloca algunos elementos que le ayuden a explorar, gatear, trepar… como pufs, cojines, cajas… El suelo debe ser cálido

– Ponle ropa amplia y cómoda, mejor descalzo o con zapatos sin suela dura y antideslizantes

– Los juguetes pueden ser objetos cotidianos con los que pueda experimentar

– Las hamaquitas no son muy recomendables ya que limitan su movimiento. Los andadores están totalmente desaconsejados ya que les fuerza a estar de pie y/o caminar cuando no están listos para ello

– Tu ayuda tiene que ser siempre indirecta

– No apures al niño ni le enseñes movimientos, tampoco debes obligarlo a hacer algún ejercicio concreto, dale siempre total lbertad de movimiento

 

Siete señales de que tu bebé se está alimentando correctamente

Si tu bebé toma pecho, estas son las algunas claves que te ayudarán a comprobar que está bien alimentado.
La literatura sobre lactancia materna, los pediatras, las matronas de preparación al parto y puericultoras repiten hasta la saciedad que, salvo contadas excepciones diagnosticadas por especialistas, todas las mujeres puedes dar el pecho a su hijos y pueden producir suficiente leche.
Pero aún así, es lógico que las dudas asalten a la madre primeriza en sus primeros pasos con la lactancia materna. Por eso, hoy queremos contarte qué aspectos debes tener en cuenta para saber que tu bebé se está alimentando correctamente.
Según el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatras y la app de lactancia Lact App, tu hijo estará bien alimentado si:
1) Su peso aumenta alrededor de 150 a 200 gramos por semana, a partir del quinto día y hasta los cuatro meses de edad. Los bebés suelen perder entre un 4 y un 6% de su peso y hasta un 10% los primeros días de vida. Es algo fisiológico y es normal que lo recuperen a la semana. Los pediatras se basan en tablas de percentiles para valorar el adecuado desarrollo de los niños. Son “curvas de crecimiento” en las que se muestran las tasas de crecimiento esperadas para los pequeños, según su edad y sexo.
El percentil 50 es la media. Esto quiere decir que un bebé cuyo peso está en este percentil, pesa o mide lo mismo que el 50% de los bebés o niños de su misma edad y sexo. Pero se consideran igual de normales el resto de los valores comprendidos entre los percentiles 3 y 97. Por eso, solo un 3% de los bebés de cualquier edad pueden tener peso bajo o superior a lo normal.
Puede resultarte de utilidad la calculadora proporcionada por los hospitales acogidos a la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia (IHAN) la te permitirá conocer en qué percentil de altura y peso se encuentra tu bebé, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud.
2) Mama al menos 8 a 10/12 veces al día. No siempre maman por ‘hambre’. La lactancia también satisface otras necesidades, como el apego. Así lo asegura UNICEF. No hay que estar pendiente del reloj ni estipular las tomas cada tres horas como mínimo, como se hacía antaño, sino ofrecer el pecho a demanda cuando el bebé lo pida. Por eso es importante ignorar los comentarios ‘bien intencionados’ de la gente que si te ven con tu bebé al pecho continuamente te dicen aquello de “no tienes suficiente leche; este bebé se queda con hambre”.
Generalmente a partir del quinto día de vida el bebé hace varias caquitas al día, normalmente después de cada toma, o más. Sus deposiciones suelen ser de color amarillo-dorado y blandas. A partir de las seis semanas, el bebé puede estar 7 días o más sin manchar el pañal, sin que sea señal de estreñimiento. Cuando finalmente las hace, éstas deberían ser blandas y amarillas, o sea, normales para un bebé amamantado (lactancia materna exclusiva).
3) Orina varias veces al día. Un pis abundante, claro y regular es signo de que el bebé está sano, bien alimentado e hidratado. No se puede cuantificar el número de veces que debe orinar (se habla de al menos 5-6 al día) pero si observas el pañal más seco de lo habitual, pregunta al pediatra. Puede deberse a que ha tomado menos pecho (porque esté enfermo, alterado, porque no se le haya ofrecido con frecuencia…), porque ha sudado más de lo habitual si hace calor o porque tiene fiebre.
En verano, más que nunca, recuerda que la lactancia siempre debe ser a demanda para asegurar una correcta hidratación en los días de más calor.
4) Puedes oírle tragar cuando toma el pecho. Está mamando bien si no te duele y ves cómo hace movimientos lentos de toda la mandíbula y traga. Muchas veces los problemas con la lactancia se deben a un mal agarre del bebé. No hay una posición para dar el pecho mejor que otra: solo debe ser cómoda para la madre y lograr que la leche llegue bien al niño.
En cuanto a la postura del bebé, será correcta cuando tenga el cuerpo alineado de manera que: oreja, hombro y cadera forman una línea recta.
5) Sabrás que el agarre al pecho es bueno, según Lact App si el mentón y la nariz están tocando al pecho, con los labios hacia fuera, el bebé tiene el cuello entendido y queda más areola visible por la parte superior de la boca que por la parte inferior. Además, no te tiene que doler la mama, sus mejillas deben redondearse al mamar y el pezón sale largado cuando el bebé lo suelta.
6) Tus senos están más blandos después de amamantar. Recuerda que es importante procurar ofrecerle los dos pechos para que se vacían ambos y así evitar problemas de obstrucción mamaria o de asimetría, ( no limitar el tiempo, así llega a tomar la leche grasosa que se da durante la mamada).
7) Tiene los ojos húmedos, la piel hidratada y muestra interés en mirarte a ti o a cualquiera que le coja en brazos.
¡Por supuesto que conocer estas señales te tranquilizarán, y te convencerán de que estás alimentando a tu pequeñín con el alimento más completo que puedas ofrecerle: la leche materna. Así lo explica Unicef.
Pero si reflexionas un poco, te convencerás de que no necesitas más que tu intuición y amor de madre para saber si tu hijo crece sano y feliz.
Y sólo un último consejo: si la lactancia se te hace cuesta arriba o te surgen dudas, contacta con algún grupo de apoyo a la lactancia, formado por madres como tú y puericultoras.
Porque además de alimentarle, es importante que disfrutes (disfruten) de esos momentos de ternura y de contacto íntimo madre-hijo.  Esa maravillosa sensación de complicidad y amor no se borrará nunca de tu memoria.

Beneficios de la Lactancia Materna

Los expertos dicen que amamantar al bebé es bueno para usted y para él. Si amamanta por algún tiempo, no importa lo breve que sea, usted y su bebé se beneficiarán de la lactancia materna.

Le recomendamos que se informe respecto a la lactancia materna. Amamantar lleva tiempo y práctica. Consiga ayuda de su familia, puericultoras,  o grupos de apoyo para tener éxito con la lactancia materna.

La lactancia materna es buena para su bebé

La leche materna es la fuente de alimento natural para los bebés menores de 1 año. Esta leche:

  • Tiene las cantidades adecuadas de carbohidratos, proteínas y grasa.
  • Proporciona las proteínas digestivas, minerales, vitaminas y hormonas que los bebés necesitan.
  • Tiene anticuerpos que ayudan a evitar que su bebé se enferme.

Su bebé amamantado es menos propenso a enfermarse

Su bebé tendrá menos:

  • Alergias
  • Infecciones del oído
  • Gases, diarrea y estreñimiento
  • Enfermedades de la piel (tales como eccema)
  • Infecciones estomacales o intestinales
  • Problemas de sibilancias
  • Enfermedades respiratorias, como la neumonía y la bronquiolitis

El bebé alimentado con leche materna pueden tener un menor riesgo de padecer:

  • Diabetes
  • Obesidad o problemas de peso
  • Síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL)
  • Caries en los dientes

La lactancia materna también es buena para usted

  • Establecerá un vínculo único entre usted y su bebé.
  • Descubrirá que es más fácil bajar de peso.
  • Demorará el inicio de sus periodos menstruales.
  • Disminuirá el riesgo de enfermedades, como ciertos tipos de cáncer de ovarios y de mama, osteoporosis, enfermedades del corazón y obesidad.

Consiga ayuda si su bebé o usted tiene necesidades especiales

Sepa que la mayoría de los bebés, incluso los prematuros, pueden ser amamantados. Hable con un especialista en lactancia / puericultora para obtener ayuda con la lactancia.