RECIPIENTES PARA CONSERVAR LA LECHE MATERNA

Para refrigerar y congelar la leche materna es necesario contar con recipientes adecuados que garanticen la óptima conservación e higiene de la leche.

En el mercado existen diversos envases diseñados especialmente para este fin: bolsas y recipientes… de los que a continuación veremos pros y contras. Y también podemos usar envases que aunque no han sido creados para almacenar leche materna, sirven perfectamente para este fin.

Recipientes no específicos

Si los recipientes no han sido pensados para contener leche materna deben cumplir estos requisitos:

  • Deben ser de boca ancha, para facilitar la limpieza y evitar que queden restos de leche que puedan ser fuente de contaminación.
  • En el caso de ser de plástico, deben ser de uso alimentario. Lo sabrás porque en la parte inferior del recipiente, podrás observar el símbolo de “apto para uso alimentario”, que es un tenedor y una cuchara. Este símbolo te asegura que el plástico que han usado para la fabricación del recipiente es seguro.
  • Los frascos de vidrio se pueden usar siempre y cuando la rosca para cerrarlos no tenga óxido (por ejemplo, los de yogur Dahi).
En casa seguro que encuentras recipientes que cumplan las anteriores normas y hay algunos que quizá te sorprendan como los bolsas de congelación de alimentos o las bolsas para hacer cubitos de hielo caseros. Estas bolsas son más baratas que las bolsas específicas y, a la hora de descongelar, permiten usar la cantidad exacta (en forma de cubitos de hielo) que pensamos que el bebé puede necesitar, evitando de esta manera malgastar la leche.

Los frascos de análisis de orina están desaconsejados, especialmente porque el plástico que se usa para su fabricación no es de uso alimentario, y también porque los productos que usan para esterilizarlo son tóxicos (óxido de etileno).

Recipientes específicos:

En el mercado existen diversas marcas que fabrican recipientes y bolsas específicos para la conservación de leche humana, podrás elegir la que mejor se adapte a tus necesidades.

Pros y contras de recipientes específicos:

Pros:

  • Han sido diseñados para contener específicamente leche materna.
  • La mayoría de los recopientes y bolsas se adaptan al sacaleche de la misma marca lo que permiten refrigerar o congelar la leche de manera muy sencilla.
  • Los recipientes son reutilizables.
  • Según el envase elegido, puede ocupar menos espacio en la heladera.
  • Son fiables: las bolsas suelen ser de doble capa y los recipientes son fáciles de enroscar y evitar derramar leche.
  • Incluyen un espacio para indicar la fecha de extracción.

Contras:

  • Son más caros que otros recipientes.
  • Las bolsas son de un solo uso por lo que tendrás que ir comprando.
  • No siempre se pueden combinar productos de distintas marcas y siempre hay que comprar productos del mismo fabricante para que sean compatibles entre sí.
  • Suelen tener mucha capacidad para guardar grandes cantidades de leche y, en realidad, es mejor congelar en pequeñas cantidades.

 

Educa en “respeto” no en la “obediencia” del miedo

A menudo, los padres no saben distinguir entre respeto y obediencia, lo cual ocasiona que la relación con sus hijos sea sana. Por esta razón es importante saber cuál es el límite que separa estos dos conceptos y cómo separarlos en la práctica.

Cabe destacar que, muchas veces, la obediencia no da como resultado padres e hijos felices. De hecho, muchas veces crea una barrera entre ambos que, progresivamente, perjudica el afecto y sus distintas expresiones.

¿Qué es la obediencia?

La obediencia es la acción de seguir las órdenes de otra persona (considerada como superior) sin cuestionamientos, justificaciones, motivos ni razones. Por lo general, esto implica que se atienden a los preceptos del superior para complacerlo.

¿Y que hay de malo en esto? En primer lugar, la falta de cuestionamiento y de explicaciones crea una barrera comunicacional. Sin las explicaciones necesarias, un niño no entenderá las razones por las cuales debe hacer (o no) una determinada acción.

El día de mañana este niño puede ser un adulto inconsciente. Sentirá desdén por las explicaciones y esto influirá negativamente en distintos ámbitos de su vida.

Por otra parte, puede que desarrolle una actitud pasiva, que permita atropellos de todo tipo. Asimismo es posible que sea una persona demasiado voluble, con la necesidad constante de lograr la aceptación de otros.

La obediencia se obtiene a través del miedo, el castigo y de la imposición, no a través de la educación. Por ende, la obediencia no garantiza un individuo sano ni mucho menos feliz.

Es necesario que entiendan las razones para que puedan desarrollar un buen comportamiento y que puedan desenvolverse así de forma espontánea. De lo contrario, el niño no sabrá nunca qué es exactamente lo que se espera de él y avanzará a tropezones, lleno de incertidumbre.

Manifestaciones incorrectas de obediencia

Este es un tipo de conducta muy habitual que ven los maestros y profesores en las aulas. Los niños que en clase abusan de otros, que no respetan y que muestran una conducta que dista mucho de cómo es sucomportamiento en casa.

Cuando los profesores hablan con los padres, estos no terminan de entender -ni de creer- que sus hijos actúen de este modo porque en casa “son muy obedientes”.

El problema reside en lo siguiente: cuando educamos con el miedo y el castigo los niños obedecen, pero no interiorizan el concepto del respeto.

Actúan por obligación no por comprensión. De ahí, que en la escuela, al sentirse libres de la presión familiar, tiendan a canalizar ese miedo y esa rabia en conductas disruptivas.

En ocasiones, incluso podemos ver el caso contrario. Los niños con un crianza severa, basada en la obediencia, se muestran en otros escenarios comportamientos cerrados, temerosos y defensivos.

Hay muchos modos de educar a un niño y cada familia, tendrá sin duda sus principios, sus valores y sus esquemas sobre lo que desean transmitir a sus hijos. Ahora bien, ni la obediencia ni la sumisión son saludables.

Riesgos de la crianza basada en la obediencia:

  • Los niños no se atreven ni saben expresar sus emociones porque cualquier acto espontáneo es sancionado.
  • Los niños a los que se les enseña a guardar silencio, a esconder sus lágrimas porque “llorar es de débiles” o a quedarse quietos porque “molestan”, se reprimen emocionalmente.
  • La obediencia busca también “proteger” al niño de posibles peligros. Un niño obediente es una persona que no cruzará la zona de confort del hogar y que estará apegado a esa burbuja familiar.

El niño obediente educado en el miedo, no se atreve a explorar, no descubre, no se siente seguro para abrirse a los demás. El miedo es lo opuesto a la felicidad. Es necesario cambiar esquemas, educa en respeto no en miedo.

Educar en respeto crea vínculos sanos

No es lo mismo “cállate y quédate quieto que lo único que haces es molestar” que decir “¿puedes guardar silencio ahora, por favor? Mamá está hablando por teléfono”.

Es cierto que todos queremos tener niños que nos hagan caso, pero para lograrlo es necesario que entiendan siempre por qué deben hacernos caso y qué sentido tiene actuar siempre con respeto hacia los demás.

Toma nota de estas claves en las que reflexionar sobre el valor de la educación basada en el respeto:

  • Ofrece responsabilidades a tu hijo. Es necesario que desde bien temprano aprenda la importancia de hacer cosas por él mismo y hacerse cargo de sus objetos personales. Poco a poco se sentirá orgulloso de sí mismo al darse cuenta de que es capaz de hacer muchas cosas y de que nosotros, confiamos en ellos.
  • Razona con tus hijos sobre toda norma que establezcas en casa. Explícale por qué debe cumplirse. Habla con tus hijos y establece una comunicación respetuosa donde atender todas sus preguntas.
  • Cuando haga algo mal no grites ni humilles (“eres torpe”, “eres el niño más malo del mundo”). En lugar de intensificar la negatividad, enséñale a hacer las cosas bien. Entiende sus emociones y enséñales a canalizar y a entender esos procesos internos.

 

Actualidad: Un estudio concluye que dar el pecho dos meses reduce el riesgo de muerte súbita en un 40%

Un estudio publicado en Pediatrics, concluye que dar el pecho durante al menos los dos primeros meses de vida del bebé, aunque no sea lactancia materna en exclusiva, reduce el riesgo de muerte súbita del lactante al menos en un 40%

Los investigadores examinaron los datos recabados para elaborar ocho estudios internacionales, examinando y comparando las circunstancias de 2.267 casos de muerte súbita y unos 6.837 casos de niños que sobrevivieron.  Su conclusión es que la lactancia materna reduce el riesgo en un 40% si se lleva a cabo durante los primeros dos meses.

Si la lactancia se prolonga entre los cuatro y los seis meses, el riesgo se reduce hasta el 60%. Pasado los seis meses esa protección asciende al 64%. Dar el pecho menos de dos meses no supone protección alguna.

 Aún se desconoce qué mecanismos desencadenan esta protección.

No se trata del primer estudio que vincula la lactancia materna como un factor de protección frente a la muerte súbita del lactante, de origen desconocido y que supuso la muerte de 3.700 bebés en Estados Unidos en 2015, uno de los países con ratios más bajos de lactancia materna en todo el mundo.

Tanto la American Academy of Pediatrics como la Organización Mundial de la Salud recomiendan por distintos motivos, incluido este factor de protección, la lactancia materna al menos hasta los seis meses y continuar con el amamantamiento junto con otros alimentos que complementen la alimentación hasta los 2 años o más, mientras madre e hijo lo deseen.

 

Actualidad: Los bebés miran como los adultos

Sus cerebros con capaces de diferenciar los rostros de cualquier escena, tal como hace un cerebro desarrollado

Los bebés miran como los adultos, ha descubierto un estudio. Sus cerebros diferencian claramente un rostro de cualquier otra escena, tal como hace un cerebro adulto, lo que sugiere que estas preferencias se forman en los primeros meses de vida. No se necesitan años de experiencia interpretando el mundo para que el cerebro desarrolle las respuestas que muestra en la edad adulta.

A partir de los cuatro meses, el cerebro del bebé diferencia claramente las escenas de los rostros, ha descubierto un estudio, del que informa un comunicado. Para mirar estos dos tipos de imágenes, el lactante activa diferentes zonas del córtex cerebral, tal como hacen los adultos.

La teoría de la especialización progresiva del cerebro humano es desde hace tiempo una evidencia científica, si bien no se conoce muy bien cómo se produce. Investigaciones anteriores realizadas con imágenes de resonancia magnética funcional (IMRf) han permitido descubrir, por ejemplo, que desde los tres meses el bebé trata el lenguaje en las mismas zonas cerebrales que los adultos.

La nueva investigación ha pretendido descubrir qué pasa en el cerebro de un lactante cuando ejerce la facultad de la visión. Para averiguarlo, los científicos han debido resolver la dificultad que representa analizar los cerebros de los niños muy pequeños mientras están despiertos y con una máquina de imágenes por resonancia magnética funcional.

Lo que han hecho es adaptar un escáner de IMRf para facilitar la exploración del cerebro de los bebés mientras ven películas con diferentes tipos de información visual. A partir de 26 horas de escaneo cerebral de 17 bebés, los investigadores obtuvieron cuatro horas de datos utilizables de nueve bebés.

Usando estos datos, el equipo encontró que, en algunos aspectos, la organización de los cerebros de los bebés es sorprendentemente similar a la de los adultos. Específicamente, las regiones cerebrales que responden a rostros en adultos hacen lo mismo en bebés, al igual que las regiones que responden a objetos.

La obtención de estos datos permitió al equipo del MIT conocer cómo los cerebros de los bebés responden a tipos específicos de información sensorial y comparar sus respuestas con las de los adultos.

Distintas preferencias

Durante el experimento, los investigadores mostraron a los bebés videos de niños sonrientes o escenas al aire libre, como una calle  vista desde un coche en movimiento. Distinguir las escenas sociales del entorno físico es una de las principales divisiones de alto nivel que nuestro cerebro hace al interpretar el mundo.

Las exploraciones revelaron que muchas regiones de la corteza visual de los bebés mostraban las mismas preferencias por escenas o rostros que aparecen en los cerebros adultos. Esto sugiere que estas preferencias se forman en los primeros meses de vida y refuta la hipótesis de que se necesitan años de experiencia interpretando el mundo para que el cerebro desarrolle las respuestas que muestra en la edad adulta.

Los investigadores también encontraron algunas diferencias en la forma en que los cerebros de los bebés responden a los estímulos visuales. Una es que no parecen tener regiones que se encuentran en el cerebro adulto que son «altamente selectivas», lo que significa que los bebés prefieren características como las caras humanas sobre cualquier otro tipo de información, incluyendo los cuerpos humanos o las caras de otros animales.

Los bebés también mostraron algunas diferencias en sus respuestas cuando se muestran ejemplos de cuatro categorías diferentes, no sólo caras y escenas, sino también cuerpos y objetos.

Los investigadores se proponen escanear más bebés de 3 y 8 meses para que tener una idea más precisa de cómo estas regiones de procesamiento de la visión cambian durante los primeros meses de vida. También esperan estudiar bebés aún más jóvenes para descubrir cuándo aparecen estas primeras respuestas cerebrales.

Referencia

Organization of high-level visual cortex in human infants. Nature Communications 8, Article number: 13995 (2017). doi:10.1038/ncomms13995

Para pensar…

Los niños no piden nuestra atención, mirada y escucha por elección. Piden por biología, cuando su necesidad más básica de presencia no es satisfecha.

 

El papá que cuida al bebé no “ayuda”, ejerce la paternidad

El padre que atiende el llanto del bebé, que lo mece, que le cambia los pañales y le enseña las primeras palabras, no está “ayudando” a la mamá, está ejerciendo el papel más maravilloso y responsable de su vida: el de la paternidad. Son sin duda matices de un lenguaje a modo de trampas disimuladas en las que caemos muy a menudo y que es necesario trasformar.

A día de hoy, y para nuestra sorpresa, seguimos escuchando a muchas personas poner en voz alta la clásica frase de “mi pareja me ayuda en el trabajo del hogar” o “yo ayudo a mi mujer en el el cuidado de los niños”. Es como si las tareas y responsabilidades de una casa y de una familia tuvieran patrimonio, un sello distintivo asociado al género y del cual aún no nos hemos desprendido del todo en nuestros esquemas de pensamiento.

La figura del padre es igual de relevante que la de una madre. Queda claro, no obstante, que el primer vínculo de apego del recién nacido durante los primeros meses se centra en la figura materna. Sin embargo, en la actualidad, la clásica imagen del progenitor donde se focalizaba la férrea autoridad y el sustento básico del hogar ya no se sostiene y debe ser invalidada.

Debemos dar fin al caduco esquema patriarcal donde las tareas se sexualizan en rosa y azul, con el fin de propiciar cambios reales en nuestra sociedad. Para ello, debemos sembrar el cambio en el ámbito privado de nuestros hogares y, ante todo, en nuestro lenguaje.

Porque el papá “no ayuda”, no es alguien que pasa por casa y aligera el trabajo de su pareja de vez en cuando. Un padre es alguien que sabe estar presente, que ama, que cuida y se responsabiliza de aquello que da sentido a su vida: su familia.

El cerebro de los hombres durante la crianza

Algo que todos sabemos es que el cerebro de las mamás experimentan asombrosos cambios durante la crianza de un bebé. El propio embarazo, la lactancia así como el cuidado cotidiano del niño favorecen una reestructuración cerebral con fines adaptativos.Es algo asombroso. No solo se incrementa la oxitocina, sino que la sinapsis neuronal cambia para aumentar la sensibilidad y la percepción con el fin de que la mujer pueda reconocer el estado emocional de su bebé.

Ahora bien… ¿y qué ocurre con el padre? ¿Es quizá un mero espectador biológicamente inmune a a dicho acontecimiento? En absoluto, es más, el cerebro de los hombres también cambia, y lo hace de un modo sencillamente espectacular.

Según un estudio llevado a cabo en el” Centro de Ciencias del Cerebro Gonda de la Universidad de Bar-Ilan”, si un hombre ejerce un papel primario en el cuidado de su bebé experimenta el mismo cambio neuronal que una mujer.

A través de diversos escáneres cerebrales, efectuados tanto en padres heterosexuales como en homosexuales, pudo verse que la actividad de sus amígdalas era 5 veces más intensa de lo normal. Esta estructura se relaciona con la advertencia del peligro y una mayor sensibilidad al mundo emocional de los bebés.

Asimismo, y este dato puede sorprender a más de uno/a, el nivel de oxitocina segregado por un padre que ejerce el rol de cuidador primario es igual al de una mujer que cumple también su papel como madre. Todo ello nos revela algo que ya sabíamos: un padre puede relacionarse con sus hijos al mismo nivel emocional que la madre.

La paternidad y la maternidad responsable

Hay padres que no saben estar presentes. Hay madres tóxicas, padres maravillosos que crían a sus hijos en soledad y mamás extraordinarias que dejan huellas imborrables en el corazón de sus niños. Criar a un hijo es todo un desafío para el que algunos/as no están preparados y que muchos otros afrontan como el reto más enriquecedor de sus vidas.

Con ello queremos dejar claro un aspecto: la buena paternidad y la buena maternidad no sabe de sexos, sino de personas. Aún más, cada pareja es muy consciente de sus propias necesidades y llevará a cabo las tareas de crianza y atención en base a sus características. Es decir, son sus propios miembros quienes establecen el reparto y las responsabilidades del hogar en base a la disponibilidad

El llegar a acuerdos, el ser cómplices uno del otro y el tener claro que el cuidado de los hijos es responsabilidad mutua y no exclusividad de uno solo creará esa armonía favorecedora en la que el niño crecerá en felicidad teniendo ante todo un buen ejemplo de qué es la paternidad.

Asimismo, y más allá de los grandes esfuerzos que cada familia lleva a cabo en el seno de su propio hogar, es necesario que también la sociedad sea sensible a ese tipo de lenguaje que alimenta las etiquetas sexistas y los estereotipos.

Las mamás que continúan con su carrera profesional y que luchan por tener una posición en la sociedad, no son “malas madres” ni descuidan a sus hijos. Por su parte, los papás que dan el biberón, que buscan remedios para los cólicos de sus bebés, que van a comprar pañales o bañan cada noche a los niños no están ayudando: ejercen su paternidad.

Autora: Valeria Sabater, psicóloga y escritora.

 

17 de Marzo: Día de la Puericultora

El 17 de marzo se celebra el Día de la Puericultora con el fin dar a conocer la importancia de esta actividad que ofrece información y acompañamiento a la mamá y su bebé desde el embarazo y hasta los primeros años de crianza.

Una puericultora (palabra que viene del latín puer «niño» y cultura que significa «cultivar») se encarga de acompañar a la madre y a su bebé durante el embarazo, el nacimiento y los primeros años de crianza ofreciendo no sólo información acerca de la lactancia y el desarrollo del bebé, sino también haciendo las veces de guía procurando junto a los padres el sano desarrollo físico y emocional del bebé.

Las cacas del bebé

El meconio

La primera caca del recién nacido es negra, brillante, pastosa y pegajosa. Se llama meconio, como se podría llamar de cualquier otra manera. Todos los nuevos padres se apresuran a aprender esta difícil palabra, convencidos de que es necesario hablar con propiedad para parecer padres curtidos. Pero, para su gran decepción, la criatura nunca vuelve a hacer meconio. No se desesperen; el saber no ocupa lugar, y la palabra bien podría salir en algún crucigrama.

Durante los días siguientes, el angelito hace unas cacas más líquidas, menos pegajosas, de color grisáceo-verdoso, que como no son ni chicha ni limonada se llaman de transición. Es sólo una manera de decir que quiere hacer cacas normales, pero aún no le salen.

La falsa diarrea

Por fin llega el tan esperado momento: las cacas normales del bebé.

Las cacas del niño que toma el pecho son de color amarillo dorado (aunque también se fabrican versiones amarronadas o incluso verdosas); de consistencia líquida y grumosa (con granitos de moco, como una sopa de arroz muy pasado, o con estrías de mucosidad); de carácter ruidoso y explosivo (“Parece que se ha ensuciado”, sugiere alguna abuela en la cola del pan al oir el ruido característico), y de olor agradable (quienes aún no tengan hijos pensarán que este último punto es una típica exageración paterna; pero lo cierto es que cualquiera puede distinguir la caca de un adulto de la de un niño de pecho con los ojos cerrados).

Pero la principal característica de las cacas del niño de pecho es su frecuencia. Suelen hacer caca durante o después de cada mamada. A veces no hacen tantas veces, sino “sólo” cuatro o cinco al día; pero a cambio hay criaturas que hacen “horas extras”, y regalan a sus papás algunas cacas entre toma y toma. El récord está en más de 20 cacas al día.

Algunos novatos, viendo cacas tan numerosas y tan líquidas, piensan que el bebé tiene diarrea. ¡Grave error! Es totalmente normal. Al bebé no le pasa nada, ni hay que darle ningún medicamento, ni líquido, ni dieta especial.

El falso estreñimiento

Al cabo de un tiempo, tal vez aburrido de hacer tantas cacas, el bebé comienza a hacer muy pocas. Casi todos los niños que toman sólo pecho están dos o tres días sin hacer caca. No es raro encontrar niños que sólo hacen caca cada 5 o 7 días. Y el récord del mundo está en más de un mes. Cuando por fin la hace, es tan blanda y grumosa como de costumbre (aunque de tamaño descomunal). No se le ocurra pesar a su hijo antes y después de una de estas cacas, podría llevarse un susto.

Una vez más, los novatos, al ver que la criatura no hace nada en varios días, piensan que está estreñida. Nada más lejos de la realidad. Porque el estreñimiento no se define por el número de las deposiciones, sino por la consistencia. Cuando un niño hace bolas gordas y duras, está estreñido. Eso es una enfermedad, porque la bola casi no cabe por el agujero, y por tanto produce dolor, y puede provocar hemorroides y fisuras anales (pequeñas heridas sangrantes). Hacer bolas duras es estreñimiento, aunque se hagan tres veces al día.

En cambio, hacer cacas blandas es lo normal, aunque se haga una por semana. La mayoría de los niños están felices y contentos, ajenos a la preocupación de sus familias. Algunas madres, sin embargo, aseguran que sus hijos, cuando llevan varios días sin hacer caca, están quejosos, como si les doliera la barriga. Es difícil saber si realmente las molestias son debidas a la caca, o más bien se trata de una coincidencia, como la “fiebre de la dentición”. A todos los niños del mundo les salen 16 dientes entre los 6 y los 20 meses, no hay día en que no les esté saliendo, les acabe de salir o esté a punto de salirles un diente. No es extraño que cualquier resfriado, diarrea o fiebre coincida con algún diente, y el pobre diente se lleva las culpas. Del mismo modo, puesto que todos los niños de pecho pasan varios días sin hacer caca, es fácil que cualquier llanto o molestia se atribuya al “estreñimiento”. En todo caso, las madres que creen que su hijo tiene dolor de barriga por lo de la caca suelen coincidir en que se calma bastante con un suave masaje en la pancita.

Como el estar varios días sin hacer caca es normal en un niño amamantado, no hay que hacer absolutamente nada: no hay que darle agua, ni manzanilla, ni otras hierbas, ni jugos, ni biberones. No hay que darle medicamentos, laxantes, “carminativos” ni gotas “para la digestión”. No hay que “estimularles” con supositorios, termómetros, cerillas, tallos de perejil ni rabos de hoja de geranio untados en aceite. No hay que hacer absolutamente nada, salvo darle el pecho y esperar (y, quienes tengan un espíritu inquisitivo, apuntarlo en el calendario para ver si logran un nuevo récord. Si su hijo está más de un mes sin hacer caca, escríbanos).

¿A qué edad se produce este cambio espectacular, de la falsa diarrea al falso estreñimiento? En la mayoría de los niños, entre los dos y los cuatro meses, aunque algunos empiezan desde el mes. Podría haber algún niño de pecho que comenzase así desde el nacimiento, sin pasar nunca una temporada de cacas frecuentes. Pero también hay algunos problemas intestinales que se manifiestan con estreñimiento desde el nacimiento. Si su hijo no hace cacas frecuentes, al menos en las primeras semanas, coménteselo a su pediatra.

Cuando toman el biberón

Los niños que toman el biberón hacen la caca muy distinta a los de pecho. Suele ser más espesa (algunos francamente dura, pues son propensos al estreñimiento), de color marrón. No muestran los espectaculares cambios de frecuencia de los niños de pecho, sino que mantienen un ritmo constante, unas dos a cuatro cacas al día. Cuando un niño que toma el biberón pasa un par de días sin hacer caca, casi siempre es un auténtico estreñimiento: una bola grande y dura, que no pasa por el agujero… y que cada día se hace más grande y más dura, por lo que conviene tomar medidas a tiempo.

En cuanto a la lactancia mixta, es impredecible. Algunos niños siguen haciendo cacas “de pecho”, tanto en aspecto como en número, a pesar de tomar algunos biberones. Pero es más frecuente que un sólo biberón al día cambie totalmente el panorama, y que las típicas cacas del niño de pecho desaparezcan por completo. Por eso, hasta hace unos años, pocos niños llegaban a la fase de “una caca cada varios días”, porque pocos niños llegaban a los cuatro meses sin haber tomado biberones. Hoy, cada día son más los madres que dan sólo pecho, sin ningún biberón ni papilla, hasta los seis meses; y por tanto cada vez son más los niños que “no hacen caca”.

Qué hacer si hay diarrea

Por suerte, la diarrea es rara en los niños de pecho; pues sería difícil distinguirla de sus cacas normales. Para creernos que un niño de pecho tiene realmente diarrea, debe tener también vómitos, fiebre, sangre en las heces o un “mal aspecto general”.

En todo caso, si su hijo realmente tiene diarrea, recuerde que el objetivo del tratamiento no es que haga menos cacas. Si el problema de la diarrea fuera el número de deposiciones, el único peligro sería arruinarse comprando pañales. Los verdaderos peligros de la diarrea son la deshidratación (falta de agua y sales minerales) y, a más largo plazo, la desnutrición (falta de comida). Por tanto, lo peor que se puede hacer a un niño con diarrea es dejarlo sin beber o sin comer. No haga caso si le recomiendan mantener a su hijo en ayunas, o darle sólo arroz.

Si su hijo sólo toma pecho, siga dándole pecho, cuantas más veces mejor. Si la caca es abundante, puede que necesite agua o suero después de las mamadas (pero no en vez de las mamadas). Si su hijo toma sólo el biberón, siga dándole el biberón, en principio con la misma leche y a la misma dilución, y ofrézcale agua o suero después de las tomas. Si su hijo ya toma otros alimentos, ofrézcale la misma dieta a la que ya está acostumbrado. Como probablemente habrá perdido el apetito, no intente obligarle, pero procure darle lo que más le guste, y ofrézcale con frecuencia pequeñas cantidades. Cuanta más caca haga, o cuanto más vomite, más pecho y más líquidos necesitará; no deje de darle líquido porque ha vomitado.

Ante una diarrea importante en un bebé hay que acudir al médico, e irle dando el suero por el camino.

Qué hacer si hay estreñimiento

El verdadero estreñimiento (bolas grandes y duras) es casi exclusivo de los niños que toman biberón. En algunos casos, puede mejorar con un cambio de la marca de leche. Compruebe que está preparando bien los biberones, con suficiente agua y sin apretar ni colmar las medidas de leche.

Si el bebé más o menos va “trampeando” y haciendo caca cada par de días, lo mejor es esperar pacientemente; y, cuando tenga edad para tomar otros alimentos, buscar los más ricos en fibra (legumbres, verduras, frutas, cereales integrales). Los masajes suaves pueden ser útiles (siga la dirección del intestino grueso: es la dirección de las agujas del reloj). El jugo de naranja lleva muy poca fibra, y no suele hacer mucho efecto en el verdadero estreñimiento.

Autor: Carlos González

 

Para Pensar…

La etapa de dar es siendo padres, no siendo hijos… Y la etapa de recibir es siendo hijos, no siendo padres. Cuando esta ley se invierte es cuando empiezan todos los problemas emocionales.