La evolución del lactante amamantado

En todo el mundo hay bebés con distintos pesos y medidas y la gran mayoría de ellos son bebés sanos y saludables, la variedad de peso y talla de los niños sólo muestra la diversidad dentro de la raza humana. Dicho eso, recordar que los bebés amamantados deben ir aumentando de peso y talla progresivamente y acorde a su edad.

En términos generales podemos afirmar que los bebés nacen con un peso determinado, de ese peso suelen perder entre el 7% y el 10% durante los primeros días de vida. A partir del quinto día de vida deberían empezar a recuperar el peso para recuperarlo totalmente alrededor de los 15 días posteriores al nacimiento.

Esta evolución es la que se produce en bebés sanos nacidos en la mayoría de hospitales del primer mundo a principios del siglo XXI, con una calidad asistencial evaluada, por lo que se refiere a la atención fisiológica al parto y la lactancia materna, más bien baja, según los estándares de OMS/UNICEF.

Se sabe que si se mejora la calidad asistencial al parto y la lactancia materna las pérdidas de peso son inferiores, pero desgraciadamente esto solo se produce  todavía en un pequeño grupo de hospitales de todo el mundo. El Proyecto IHAN (Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la lactancia) nació en 1992 impulsado precisamente por OMS/UNICEF para mejorar la calidad asistencial en hospitales y maternidades.

Las ganancias de peso aproximadas de los bebés son:

0-6 semanas: 20 g/día
Menos de 4 meses: 100-200 g/semana
4-6 meses: 80-150 g/semana
6-12 meses: 40-80 g/semana

El crecimiento de un niño debe ser controlado por el pediatra en la consulta una vez al mes o cuando sea necesario. Pesarlo con más frecuencia en casa o en la farmacia puede conducir a errores en el manejo de la lactancia materna.

¿Qué son los percentiles?

Los percentiles son tablas donde se representa el crecimiento normal de los lactantes sanos. Existen 5 curvas ascendentes marcadas sobre una tabla que corresponden a los percentiles: 3, 15, 50, 85 y 97. Estas curvas no son más que la representación de la normalidad en cuanto al peso y la talla de los niños, por tanto tan normal es que un niño sano esté en el percentil 3 como en el 90. Tan sano está el bebé que se sitúa en un percentil 15 como el que se sitúa en 97. Los adultos también somos diferentes y tenemos complexiones físicas diferentes, porque todos tenemos un padre y una madre y una genética diferente.

Hace unos años los percentiles que utilizaban la mayoría de pediatras eran unos antiguos percentiles elaborados con una muestra relativamente pequeña de niños americanos que tomaban biberón y a los que se introducía la alimentación complementaria a los pocos meses de vida debido a las carencias nutricionales que presentaban por tomar una leche deficiente.

En 2006 la OMS presentó sus propios patrones de crecimiento infantil, elaborados con una gran muestra de bebés amamantados. Ciertamente los percentiles de la OMS no difieren demasiado de los antiguos pero sí son mucho más correctos en cuanto a su elaboración. Han sido hechos con niños alimentados con leche materna de 6 países diferentes.

Los percentiles que vemos representados en el papel (las curvas) no son realmente la representación exacta del crecimiento real de los niños. Los bebés no crecen dibujando este arco tan regular y tan perfecto. Los arcos no son más que el resultado de pulir los datos y hacer las líneas más simples y más bonitas. Realmente los percentiles son peldaños irregulares que es justo lo que los bebés suelen hacer durante su crecimiento, no seguir la curva y fluctuar dentro de distintos percentiles. Por tanto una bajada o un aumento paulatino en los percentiles es algo absolutamente normal en la mayoría de ocasiones.

También es importante entender que no tiene nada que ver el percentil con el que se nace con la evolución de peso posterior que realizará el niño. Muchos bebés nacen con un peso considerable pero pasados unos meses lo normalizan y bajan de percentil.

Importante: no sólo hay valorar el percentil de peso, hay que valorar también el de altura y ver que estén en consonancia.

Si un niño se mueve en percentiles bajos en ambas tablas seguramente es porque es un niño sano y normal pero de medida pequeña. Hay un 3% de niños sanos por debajo del percentil 3. Si los percentiles son muy discordantes entre peso y talla sería necesario revisar al bebé.

Los percentiles no son más que una manera de valorar el desarrollo normal de talla y peso de los bebés, no deberían ser un examen mensual ni una competición para llegar al percentil más alto.

Del mismo modo bajo ningún concepto todos los bebés deben estar en “la media”. Por su propia definición debe haber tantos bebés por debajo de la media como los hay por encima de ella. Y todos serán igualmente bebés sanos.

Si se quieren ver o descargar, en la web de la OMS están todas las tablas de peso, talla y muchas otras. Eso sí, hay que seleccionar la que corresponda, según sea niño o niña, ya que no crecen igual.

Artículo redactado por Alba Padró. Asesora de Lactancia de ALBA. IBCLC.
Revisado por Eulàlia Torras. Asesora de Lactancia de ALBA.

 

Amamantar más podría salvar 800.000 vidas al año

Recibir los beneficios de la leche materna evita episodios de muertes súbitas, diarrea e infecciones respiratorias. Además, ayuda a reducir los riesgos de cáncer de mama y de ovarios en las madres.

Amamantar salva vidas. Si se incrementara la lactancia materna se podrían salvar 800.000 vidas al año en el mundo, equivalente al 13% de las muertes de chicos con menos de 2 años. Además, podrían prevenirse hasta 20.000 fallecimientos por cáncer de mama cada año en el mundo.

Así lo indica un estudio, publicado por la revista británica The Lancet, que advierte que alrededor del mundo millones de bebés no reciben los beneficios saludables del amamantamiento.

En los países con ingresos elevados, 1 de cada 5 chicos son amamantados hasta los 12 meses, mientras que, de países con ingresos medios y bajos, solo 1 de cada 3 se alimentan de leche materna durante los primeros 6 meses de vida.

«Amamantar no solo tiene múltiples beneficios para la salud, sino también efectos dramáticos en la esperanza de vida

El estudio de datos extraídos de 28 análisis y meta-análisis sistemáticos indica que, por ejemplo, en los países con altos ingresos la lactancia disminuye el riesgo de muerte súbita del lactante en más de un tercio de los casos, mientras que en los países con ingresos bajos se podrían evitar la mitad de los episodios de diarrea y un tercio de las infecciones respiratorias.

«La lactancia materna también incrementa la inteligencia y puede proteger a los niños contra la obesidad y la diabetes en el futuro«

Pero amamantar también es una medida preventiva para la salud de las madres dado que ayuda a reducir los riesgos de cáncer de mama y de ovarios en estas mujeres. Sin embargo, se ha subestimado como una necesidad crucial para la salud de la población, recalcan los autores de la investigación.

Razones económicas 

Por otro lado, existen razones económicas para invertir en la promoción del amamantamiento, ya que las pérdidas económicas globales por el desconocimiento de los beneficios de esta práctica sumaron 302.000 millones de dólares en 2012, un 0,49 % del ingreso bruto interno mundial. En países con ingresos por encima de la media estas pérdidas llegaron a los 231.400 millones de dólares, lo que equivale a un 0,53 % de los PBI.

Los autores reclaman la necesidad de un compromiso político fuerte y de una inversión financiera para proteger, promover y apoyar la lactancia en todos los niveles (familia, comunidad, trabajo y gobierno).

Los expertos calculan que promover el amamantamiento para bebés con menos de 6 meses al 90% en Estados Unidos, China y Brasil, y al 45% en el Reino Unido, reduciría los costes destinados al tratamiento de enfermedades infantiles comunes, como neumonía, diarrea y asma. El sistema sanitario ahorraría al menos 2.450 millones de dólares en Estados Unidos, 29.500 millones de dólares en el Reino Unido, 223.600 millones de dólares en China y 6.000 millones de dólares en Brasil.

«Nuestro trabajo claramente muestra que amamantar salva vidas y ahorra dinero a los países, ricos y pobres por igual. Por lo tanto, la importancia de abordar el problema a nivel global es mayor que nunca», destacó el autor del informe Cesar Victora, de la Universidad Federal de Pelotas en Brasil. A su vez, piden que se regule la industria de los sustitutos de la leche materna, que debilita la práctica del amamantamiento como la mejor vía de alimentación durante la infancia.

Fuente: www.tn.com.ar/salud/pediatria

Hay que amamantar durante la noche

Las hormonas de la lactancia facilitan el sueño de la madre. Además, la leche materna tiene un aminoácido que favorece el sueño del bebé cuya concentración es mayor por la noche

La propia naturaleza sabe que no es necesario producir leche hasta que el bebé nazca, así que al desprenderse la placenta, se producen una serie de hormonas encargadas de desencadenar la producción láctea.

Las principales hormonas responsables de la lactancia son la prolactina y la oxitocina. La prolactina es la encargada de producir leche y la oxitocina desencadena la eyección (salida) de la leche. A más cantidad de prolactina más leche se produce.

¿Qué debe de hacer una madre para tener más cantidad de prolactina? Muy fácil, tener lo máximo posible el bebé al pecho y evitar que la perturben obstaculizando la lactancia diciéndole cosas como «¡Otra vez le estás dando teta!»

Es precisamente lo que necesita, darle pecho y cuanto más mejor. De este modo, los picos de prolactina (la hormona que produce la leche) se mantendrán altos, y esto beneficia al establecimiento de la lactancia.

Por eso, no debemos continuar avivando creencias tan extendidas y sin fundamento como aquellas que afirman que hay que dejar pasar un tiempo entre toma y toma para que los pechos se llenen. Si haces caso de ellas, solo conseguirás que cada vez tus pechos estén más vacíos.

O las recomendaciones de los entendidos de a pie de no dar el pecho durante la noche para que la madre descanse. La madre descansará por la noche y se estresará por el día al ver que cada vez tiene menos leche, puesto que esta práctica repercute negativamente en la lactancia. Durante la noche los picos de prolactina son más altos.

Por lo tanto, si hacemos caso de estas recomendaciones además de preocupar a la madre, fastidiamos al bebé, que al dejar de hacer las tomas nocturnas obtendrá menos leche y con más esfuerzo. También las hormonas de la lactancia facilitan el sueño de la madre, que duerme menos al despertarse para lactar, pero la calidad del mismo es mejor, descansa más.

A su vez la leche materna contiene un aminoácido (triptófano) que favorece el sueño del bebé. Además, la concentración en leche materna de triptófano es mayor durante la noche.

Ante el desconocimiento es preferible estar callados porque generar dudas en la madre sobre «si tiene suficiente leche» o si esta «es buena o no», provoca desconfianza, estrés, miedo, y el organismo ante estas situaciones de alarma responde segregando hormonas (adrenalina, cortisol) que inhibirán a las responsables de la lactancia. El resultado es que, disminuyen su producción o hace que la leche no salga.

Para garantizar una lactancia materna exitosa se necesita una frecuencia adecuada de tetadas (entre diez y doce en 24 horas).

Para conseguirlo, hay que proporcionar a la madre y al bebé un ambiente tranquilo y no tratar de dar consejos a quien en esos momentos no lo necesita.

Así mismo, facilitar no separar al bebé de su madre favorece que pueda alimentarlo inmediatamente después del parto a libre demanda. De este modo, la madre va a tener un mayor volumen de leche a las 24 -48 horas después del parto, cuestión fundamental para tener un buen inicio de la lactancia, ya que en esos primeros días se generan en la madre tantas dudas y/o problemas.

Los hospitales y centros de salud deberían estar dotados de personal especializado en lactancia materna para que la madre que tenga algún problema disponga de la ayuda de personal cualificado que pueda asistir a la madre que desea amamantar. De esta manera se evitaría que un alto porcentaje de inicios de lactancias se vean malogradas.

 

Marihuana: Riesgo MUY ALTO para la lactancia

Contraindicado. Se recomiendo el cese de la lactancia.

Su metabolito, el Delta-9-TetraHidroCanabinol (THC) es liposoluble, se acumula en tejido graso y alcanza en la leche materna hasta 8 veces la concentración plasmática.

Se ha demostrado hipotonía, succión pobre, sedación y retraso psicomotor al año de edad en lactantes expuestos a cannabis a través de la leche materna.

En la orina de estos lactantes se detecta THC hasta tres semanas después de la exposición.

La media de perímetro cefálico acaba siendo menor que en niños no expuestos a cannabis.

Hay mayor riesgo de muerte súbita del lactante si hay consumo de cannabis en el hogar.

Aunque el cannabis reduce los niveles de prolactina no se ha observado disminución de la producción de leche.

La alteración del juicio y la conducta que produce el consumo de cannabis puede interferir con la capacidad materna de cuidados adecuados.

Las drogas psicotropas de abuso pueden incapacitar a la madre para cuidar de su hijo, poniendo en peligro la vida y salud de ambos.

No se recomienda compartir cama con el bebé si se está consumiendo esta droga.

Fuente: e-lactancia.org

 

CLAVES PARA CONSERVAR Y PREPARAR LA LECHE MATERNA EXTRAÍDA

Una vez extraída la leche es fundamental conocer cómo hay que conservarla y descongelarla para que mantenga todas sus propiedades bioactivas. La leche fresca contiene células vivas, los máximos niveles de nutrientes, factores de crecimiento y muchos otros componentes protectores. El paso del tiempo y la exposición a las variaciones de temperatura (ambiente, de refrigeración y congelación), puede reducir la potencia de estos componentes, a la vez que aumenta el riesgo de contaminación bacteriana y la proliferación de patógenos.

Paso 1: preparación para el almacenamiento

Los recipientes ideales para la conservación de la leche son los que están hechos de plástico, bolsas o recipientes de plástico duro de uso alimentario fabricado sin bisfenol A y con tapa hermética. En este tipo de recipientes la leche conservará la mayor parte de sus propiedades inmunológicas. También pueden utilizarse recipientes de vidrio, como los conocidos frascos de yogur.

Paso 2: pautas para el almacenamiento

La leche puede almacenarse de forma segura a temperatura ambiente durante un corto periodo de tiempo. Aunque los estudios difieren en cuanto al periodo exacto recomendado, en general, las altas temperaturas se asocian con recuentos bacterianos más elevados en la leche extraída.

Según las conclusiones de distintos estudios, la proliferación bacteriana, que se restringió principalmente a organismos no patógenos, era mínima a 15 °C y permanecía en valores bajos a 25 °C durante las primeras 4-8 horas, pero aumentaba rápidamente después de 4 horas cuando se conservaba a 38 °C. Los autores concluyeron que la leche a 15 °C era segura durante 24 horas, y a 25 °C, durante 4 horas. Como resultado, la leche extraída puede almacenarse de forma segura durante unas cuatro horas a una temperatura de hasta 26 °C. A una temperatura ambiente más baja, también puede ser razonable un almacenamiento de hasta seis horas en ambientes limpios.

Refrigeración: la refrigeración a una temperatura de aproximadamente 4 °C mantiene la integridad de la leche materna durante más tiempo que cuando se deja a temperatura ambiente. Se ha observado que la refrigeración inhibe el crecimiento de bacterias grampositivas durante tres días, y hasta ocho días en leche con un bajo nivel de contaminación en el momento de la extracción.

Congelación: un proceso óptimo es la congelación a –20 °C durante un periodo de hasta tres meses. A los tres meses se mantiene el contenido de vitaminas A, E y B, proteínas totales, grasa, enzimas, lactosa, cinc, inmunoglobulinas, lisocima y lactoferrina, aunque puede presentarse una pérdida de vitamina C en el transcurso de un mes. La proliferación bacteriana no es un problema significativo durante las seis primeras semanas. Sin embargo, la capacidad antibacteriana suele ser menor que la de la leche fresca debido a la pérdida de células vivas como los fagocitos. Se considera aceptable un periodo de hasta 12 meses en el congelador a < –20 °C, si bien pueden producirse cambios de sabor y olor a –80 °C, dado que la lipasa sigue degradando la grasa para generar ácidos grasos.

Si tienes la opción de elegir, tanto en casa como en el trabajo, siempre es preferible refrigerar la leche materna en lugar de congelarla porque pierde menos propiedades bioactivas. Sobre todo, si los padres saben que la van a utilizar en los siguientes días.

Si la madre está en el trabajo, puede conservarla en el frigorífico o en el congelador, pero, de un modo u otro, siempre hay que asegurarse de etiquetarla adecuadamente (leche materna) para que el resto de compañeros identifiquen los envases claramente. Si la madre no se siente cómoda con esta opción, puede conservarla en una bolsa nevera manteniendo fresca la leche con placas refrigerantes.

Paso 3: descongelación de la leche materna

Si los padres han optado por la congelación como método de conservación de la leche materna,  los pasos a seguir para descongelar la leche de modo seguro son los siguientes:

La leche puede descongelarse en el frigorífico, mediante un recipiente de agua templada o colocándola bajo el grifo de agua corriente templada.

Debe evitarse la descongelación de la leche materna con agua muy caliente, en el microondas y en la cocina, ya que las temperaturas elevadas reducen las propiedades antibacterianas y otras propiedades bioactivas de la leche.

La descongelación es completa cuando la leche congelada se ha vuelto líquida, todavía está muy fría y aún hay presentes algunos cristales de hielo. La presencia de cristales de hielo es un indicador visible de que la leche no se ha descongelado más allá de determinado punto.

La leche descongelada se debe refrigerar hasta inmediatamente antes de su uso, y no se debe dejar a temperatura ambiente durante más de unas pocas horas para evitar la proliferación bacteriana.La leche descongelada por completo hasta la temperatura ambiente no debe volver a congelarse, si bien se ha demostrado que la recongelación de la leche después de la descongelación en el frigorífico mantiene una carga bacteriana segura.

 

Claves para lograr que la vuelta al trabajo no suponga abandonar la lactancia

Qué hacer para seguir alimentando al bebé con leche materna y cumplir con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud: “la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, la introducción de alimentos apropiados para la edad y seguros a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más para lograr un crecimiento, un desarrollo y una salud óptimos”. La vuelta al trabajo es la principal causa de abandono prematuro de la lactancia materna.

QUÉ TIPO DE SACALECHES SE ADAPTA MEJOR A MIS NECESIDADES

Según las conclusiones obtenidas en las investigaciones promovidas por Medela y desarrolladas por la doctora Jacqueline Kent en la Universidad Western Australia (Perth, Australia), la cantidad de leche materna ‘normal’ que ingiere un bebé alimentado exclusivamente con leche materna entre uno y seis meses oscila entre 54 mililitros y 234 mililitros por toma y entre 478 mililitros y 1.356 mililitros al día, si bien hay que tener en cuenta que la producción de leche está directamente relacionada con la cantidad que se extrae del pecho.

Tomando como modelo una madre que se reincorpora al trabajo en septiembre tras la baja de maternidad, que desea que su bebé siga alimentándose de leche materna mientras está en la guardería y que aplica un modelo de lactancia compartida con su pareja cuando regresa a casa, la mejor opción es optar por un sacaleches doble.  Los beneficios que se obtienen con esta opción son varios:

Sesiones más cortas y eficaces:

-Un extractor doble permite obtener hasta un 18% más de leche en una sesión si se compara con la extracción simple.

– La extracción es mucho más rápida con un extractor doble que con uno simple: la velocidad es dos veces superior y el 80% del volumen de leche se puede retirar en los primeros seis minutos.

-La calidad nutricional de la leche obtenida con un extractor doble es mucho mayor: tiene un mayor contenido en grasa y proporciona al bebé un valor energético más elevado.

-Un contenido energético alto señala un mayor drenaje de los pechos, lo que ayuda a mantener la lactancia.

-Eyección de la leche más temprana y más leche extraída.

-Con la extracción doble aumenta los niveles de prolactina, lo que ayuda a aumentar la producción de leche.

-En definitiva, optar por la extracción doble otorga a las madres más tiempo para ellas (una media de dos horas diarias) y más calidad en la leche materna para su bebé.

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA EXTRAER LECHE: UN PROCESO INDOLORO

“Habituarse a la extracción de leche es algo progresivo, si bien, en cualquier caso, es un proceso indoloro. Si la madre siente algún dolor, debe interrumpir inmediatamente la extracción y pedir consejo a su puericultora”. Algunos consejos prácticos para facilitar la iniciación en este proceso:

-Un factor fundamental es la higiene.

-Tanto si la madre utiliza un sacaleches como si se extrae la leche a mano, hay que lavarse meticulosamente las manos con agua y jabón antes de realizar la extracción. Una carga bacteriana reducida en el momento de la extracción está asociada a un bajo índice de proliferación bacteriana durante la conservación.

-En el caso del pecho, es suficiente el lavado con agua (prácticas habituales de higiene de la mama) para la reducción de bacterias.

-Extraer leche es mucho más fácil si estás relajada. Recordar y poner en práctica los ejercicios de relajación que la madre aprendió en las clases de preparación al parto es de gran ayuda. La respiración profunda puede contribuir a calmarnos.

– Además, un lugar privado y evitar distracciones también es de utilidad para relajarse.

-Si la extracción se realiza durante el horario laboral, la mayoría de las empresas deben ofrecer un lugar razonablemente adecuado para que las madres lactantes puedan extraer leche, bien un lactario, bien alguna sala o zona privada que se pueda utilizar. Lo normal es que la madre no tenga que meterse en el baño para extraer leche.

-Hay varios trucos que la madre puede poner en práctica para estimular el reflejo de eyección de la leche: masajearse los pechos antes y durante el proceso de extracción, aplicar compresas tibias en el pecho para estimular la salida y el flujo de leche y, si fuera posible, ambos.

Claves:

-La mejor posición para extraer leche es: hombros relajados y espalda y brazos bien apoyados.

Cómo hacerlo: sujeta la copa o embudo del sacaleches con el pulgar y el dedo índice. Con la palma de la mano y los otros dedos, sujeta el pecho. Con estas indicaciones, el embudo (la parte del extractor con forma cónica) se mantiene pegado al pecho y no es necesario presionar sus bordes contra el tejido del pecho. Si los presionas, podrías bloquear los conductos galactóforos (por donde baja la leche).

-Además, es importante seleccionar el tamaño de embudo correcto para cada pezón. Como orientación, el túnel de embudo debe rodear el pezón, pero dejar el suficiente espacio para que no roce contra la pared del embudo y pueda moverse libremente hacia delante y hacia atrás.

-Por último, es recomendable tomar agua antes y durante la sesión de extracción.

 

Solo el bebé sabe cuándo tiene hambre

La leche materna siempre alimenta, pero hay que asegurarse que el recién nacido realice entre diez a doce tomas efectivas al día de 20 minutos

Los alimentos aportan una cantidad de nutrientes y una densidad energética. Cada comida y cada plato es nutricionalmente diferente. Con la leche materna pasa lo mismo, el bebé ingiere un volumen de leche y una cantidad de nutrientes diferente en cada toma. Ni siquiera los adultos comemos la misma cantidad en el desayuno que en la comida, ni el primer plato es igual al postre.

Por eso es fácil deducir que el bebé toma dependiendo de dos factores: de su capacidad gástrica y de la cantidad de grasa que ingiere. Esto le hará sentir más o menos saciado y tardara más o menor en volver a demandar.

Dado que el estómago de un recién nacido es tan pequeño como una cereza, pronto se llena, incluso algunos se duermen al pecho antes de llegar a llenarlo, lo que les impide hacer una buena toma. Por consiguiente, ingieren más leche de inicio que es menos rica en grasa, y es normal que al poco tiempo demanden una nueva toma.

Es decir, él sólo sabe cuándo y cuánto debe comer. Aconsejar a una madre dar diez minutos de cada pecho y no antes de las tres horas, puede resultar insuficiente.

Según su necesidad el bebé modificará la frecuencia y la duración de la toma. Las necesidades de alimentarse más o menos a menudo son individuales. En los adultos lo tenemos claro, nadie retira el plato a un invitado si a los diez minutos no se lo ha terminado, pero tampoco es normal tener un invitado una hora comiendo el mismo plato (en todo este tiempo, se puede haber comido la olla entera).

Pues en los bebés igual, pueden tener la teta en la boca y no mamar. Hay que saber distinguir si el bebé tiene la teta en la boca a modo de chupete o está mamando, hay que valorar las tomas, sobre todo los primeros días, porque si el bebé no come no ganará peso, o, en el peor de los casos perderá peso, y el problema está servido. Tendrá que oír a las «doctas» voces decirle: «Tu leche no lo alimenta».

¡Qué no lo alimenta!, claro que lo alimentaría si tomara, el problema es que no toma, y si no mama no puede ganar peso, la cuestión no es la leche.

El asunto está en conseguir que el bebé mame, es importante, que los primeros días haga como mínimo unas diez o doce tomas de succión efectivas, es decir, que no se duerma al pecho, que este como mínimo de 20 a 30 minutos mamando.

Por eso, si se duerme hay que despertarlo, es decir la lactancia es a demanda, pero los primeros días, ¡cuidado! con la demanda, que muchos bebés no piden porque priorizan el dormir al mamar, y el dormir no engorda.

El inicio de la lactancia tiene que tener una valoración continua y un apoyo constante por parte de profesionales cualificados en esta materia que aseguren el éxito de la misma y eviten abandonos innecesarios y no deseados.

Es necesario promover los talleres de lactancia materna con el fin de ofrecer apoyo a las madres para resolver dudas y solventar problemas de lactancia. Estos foros son una alternativa a la pérdida de la cultura de la lactancia materna, producida como consecuencia de la falsa creencia de que la leche artificial es casi igual o mejor a la materna.

 

Actualidad: Siguen apareciendo casos de alergia a la proteína de la leche de vaca por culpa del «biberón pirata»

Durante muchos años, en la maternidad de muchos hospitales se ha llevado a cabo una peligrosa medida para «ayudar» a las madres a que sus hijos estén más tranquilos: darles un biberón mientras la madre no tiene la bajada de leche.

A menudo se ha instado a las madres a aceptarlo: «Dale un biberón, mujer, que así está más tranquilo y luego, cuando te baje la leche, ya lo amamantas»; pero a menudo se ha hecho también a espaldas de sus madres.

A este segundo biberón se le conoce como «biberón pirata», y es el culpable (junto con el otro, el que se da con el consentimiento de la madre), de muchos casos de alergia a la proteína de la leche de vaca.

 ¿De verdad dan biberones porque no ha bajado la leche?

Estaba haciendo el método canguro con mi hijo mediano en el hospital, en la unidad de neonatos, por haber nacido prematuro, cuando a mi lado pusieron a una mujer que acababa de ser madre cuyo bebé necesitaba atención especializada.

Le preguntaron si quería darle el pecho, y respondió que sí, así que le ayudaron a que lo amamantara. Tras un rato, la enfermera se le acercó con un biberón y le dijo: «Vale, muy bien. Ahora, como todavía no tienes leche, le tienes que dar este biberón para que vaya comiendo».

Yo me quedé muy sorprendido por dos razones: una, que las mujeres no tienen leche nada más parir, pero tienen calostro (que es mucho mejor que darle ninguna leche), y dos, que los bebés que toman biberón para luego ser amamantados tienen más riesgo de alergia a la proteína de la leche de vaca.

¿De verdad dan biberones sin que la madre se entere?

Sí, de verdad. Espero que sea una práctica en desuso, pero son muchas las mujeres que explican que se llevaron a sus bebés y que se dieron cuenta de que les habían dado ese biberón.

Algunas explican que fue directamente allí donde estaba el bebé y las pilló dándole un biberón, y otras cuentan que les devolvieron al bebé tan tranquilo y relajado, que al ir a darle el pecho lo rechazaba y que, al preguntar, confesaban haberlo hecho.

¿Y por qué es peligroso?

Porque la leche de vaca, como muchos otros alimentos, no tiene especificidad de especie y no se puede considerar que sea un alimento que los humanos aceptemos naturalmente porque sí. No venimos predispuestos a tolerarla (sus proteínas son extrañas para nosotros), así que nos tenemos que acostumbrar a ella desde el momento en que la ingerimos por primera vez. Y algunos nos acostumbramos, pero otros no.

Cómo se produce la tolerancia oral

El sistema inmune intestinal tiene la misión de defendernos de aquellas sustancias que son peligrosas o ajenas, así que cuando consumimos algo, se pone en marcha para analizar lo que le llega y valorar si hay algún peligro y debe activar o no la respuesta inmunológica.

Cuando un alimento llega por primera vez, con sus proteínas y microorganismos desconocidos, el intestino decide qué hacer. Si considera esos antígenos como «amigos», a pesar de ser extraños, se dice que se ha producido una tolerancia oral (el bebé consume los antígenos, esas sustancias que no forman parte del cuerpo y le son extrañas, pero el intestino las acepta).

Esta tolerancia se basa en múltiples factores difíciles de explicar, porque aún no se sabe muy bien a qué responde. Se habla de que la tolerancia depende de la predisposición genética, de la naturaleza del antígeno, de la cantidad de antígeno que recibe el bebé, de la frecuencia con que se administra, de la edad al consumirlo por primera vez, del estado inmunológico del bebé (si está con gastroenteritis), si la madre consumía ese alimento embarazada, si lo consume mientras amamanta, etc.

Cómo se produce la intolerancia o alergia

Pues bien, en ocasiones, todos estos factores hacen que en vez de que se produzca la tolerancia, aparezca la situación contraria: que el cuerpo, al recibir ciertas sustancias que no conoce, las considere enemigas y actúe contra ellas. Es cuando se segrega la inmunoglobilina IgE y aparecen los síntomas de alergia. Cuando hablamos de la leche, hablamos de Alergia a la Proteína de la Leche de Vaca (APLV).

¿Pero por qué el intestino de esos bebés decide que no acepta las proteínas de la leche de vaca? Pues entre otros factores (de los comentados), porque la cantidad de leche que consumen es suficiente para provocar una respuesta, pero insuficiente para que haya tolerancia.

Se sabe que las personas, los bebés, pueden clasificarse en dos tipos en base a su herencia genética, en lo que a alergias se refiere: los atópicos y los no atópicos.

Los no atópicos serían los niños con poca predisposición a padecer una alergia, y los atópicos serían aquellos que tienen más riesgo de padecer cualquier alergia, probablemente porque el padre y/o la madre son alérgicos a algo (no tiene por qué ser a la leche).

Los atópicos son los bebés también conocidos como «altorrespondedores», que quiere decir que tienen un sistema intestinal inmune que responde actuando contra un alimento si no lo recibe en cantidad más o menos elevada. ¿Cuánto de elevada? Depende. Depende del umbral de cada bebé, pero los bebés atópicos tienen un umbral elevado en comparación con los bebés no atópicos, que con poca cantidad ya toleran un alimento.

Así, cuando un recién nacido recibe por primera vez leche de vaca a través de la fórmula para lactantes en un biberón, se produce una inducción de anticuerpos IgE; y en una segunda exposición se produce la diferencia: los «bajorrespondedores» aceptan el alimento aunque lo tomen en poca cantidad y los «altorrespondedores», o atópicos, empiezan a rechazarlo, porque su intestino segrega aún más cantidad de IgE.

¿Y esto es lo del biberón pirata?

Así es. El biberón pirata y los biberones como suplemento de los primeros días, cuando el bebé come muy poca cantidad, no provocan ningún problema en los bebés no atópicos, pero pueden inducir la alergia en los bebés atópicos porque su administración no es continuada: el bebé recibe poco, una cantidad inferior a su umbral de tolerancia, y en vez de aceptar la leche, la rechaza.

Si desde el principio se les da biberón y cada vez que tienen hambre se les da otro, y así sucesivamente, a demanda, durante todo el día, la cantidad de leche es elevada y es mucho más difícil que el bebé desarrolle alergia a pesar de ser «altorrespondedor».

Pero si solo se le da algún biberón de vez en cuando y la mayoría del alimento es la leche materna, o si se le da algún biberón los primeros días y luego dejan de tomarlos porque son amamantados, el riesgo es mucho mayor.

Así que ya es hora de que se elimine el «biberón pirata» de las maternidades, que se elimine el biberón por protocolo después de cesárea (también hay hospitales que dan un biberón tras la cesárea por la separación entre madre y bebé) y que solo se haga uso de la leche de fórmula, si el bebé será amamantado, cuando se tenga muy claro que su uso es necesario (si ha perdido peso porque la lactancia no es eficaz y hay que nutrir al bebé cuanto antes).

Autor: Armando Bastida

 

Siete señales de que tu bebé se está alimentando correctamente

Si tu bebé toma pecho, estas son las algunas claves que te ayudarán a comprobar que está bien alimentado.
La literatura sobre lactancia materna, los pediatras, las matronas de preparación al parto y puericultoras repiten hasta la saciedad que, salvo contadas excepciones diagnosticadas por especialistas, todas las mujeres puedes dar el pecho a su hijos y pueden producir suficiente leche.
Pero aún así, es lógico que las dudas asalten a la madre primeriza en sus primeros pasos con la lactancia materna. Por eso, hoy queremos contarte qué aspectos debes tener en cuenta para saber que tu bebé se está alimentando correctamente.
Según el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatras y la app de lactancia Lact App, tu hijo estará bien alimentado si:
1) Su peso aumenta alrededor de 150 a 200 gramos por semana, a partir del quinto día y hasta los cuatro meses de edad. Los bebés suelen perder entre un 4 y un 6% de su peso y hasta un 10% los primeros días de vida. Es algo fisiológico y es normal que lo recuperen a la semana. Los pediatras se basan en tablas de percentiles para valorar el adecuado desarrollo de los niños. Son “curvas de crecimiento” en las que se muestran las tasas de crecimiento esperadas para los pequeños, según su edad y sexo.
El percentil 50 es la media. Esto quiere decir que un bebé cuyo peso está en este percentil, pesa o mide lo mismo que el 50% de los bebés o niños de su misma edad y sexo. Pero se consideran igual de normales el resto de los valores comprendidos entre los percentiles 3 y 97. Por eso, solo un 3% de los bebés de cualquier edad pueden tener peso bajo o superior a lo normal.
Puede resultarte de utilidad la calculadora proporcionada por los hospitales acogidos a la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia (IHAN) la te permitirá conocer en qué percentil de altura y peso se encuentra tu bebé, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud.
2) Mama al menos 8 a 10/12 veces al día. No siempre maman por ‘hambre’. La lactancia también satisface otras necesidades, como el apego. Así lo asegura UNICEF. No hay que estar pendiente del reloj ni estipular las tomas cada tres horas como mínimo, como se hacía antaño, sino ofrecer el pecho a demanda cuando el bebé lo pida. Por eso es importante ignorar los comentarios ‘bien intencionados’ de la gente que si te ven con tu bebé al pecho continuamente te dicen aquello de “no tienes suficiente leche; este bebé se queda con hambre”.
Generalmente a partir del quinto día de vida el bebé hace varias caquitas al día, normalmente después de cada toma, o más. Sus deposiciones suelen ser de color amarillo-dorado y blandas. A partir de las seis semanas, el bebé puede estar 7 días o más sin manchar el pañal, sin que sea señal de estreñimiento. Cuando finalmente las hace, éstas deberían ser blandas y amarillas, o sea, normales para un bebé amamantado (lactancia materna exclusiva).
3) Orina varias veces al día. Un pis abundante, claro y regular es signo de que el bebé está sano, bien alimentado e hidratado. No se puede cuantificar el número de veces que debe orinar (se habla de al menos 5-6 al día) pero si observas el pañal más seco de lo habitual, pregunta al pediatra. Puede deberse a que ha tomado menos pecho (porque esté enfermo, alterado, porque no se le haya ofrecido con frecuencia…), porque ha sudado más de lo habitual si hace calor o porque tiene fiebre.
En verano, más que nunca, recuerda que la lactancia siempre debe ser a demanda para asegurar una correcta hidratación en los días de más calor.
4) Puedes oírle tragar cuando toma el pecho. Está mamando bien si no te duele y ves cómo hace movimientos lentos de toda la mandíbula y traga. Muchas veces los problemas con la lactancia se deben a un mal agarre del bebé. No hay una posición para dar el pecho mejor que otra: solo debe ser cómoda para la madre y lograr que la leche llegue bien al niño.
En cuanto a la postura del bebé, será correcta cuando tenga el cuerpo alineado de manera que: oreja, hombro y cadera forman una línea recta.
5) Sabrás que el agarre al pecho es bueno, según Lact App si el mentón y la nariz están tocando al pecho, con los labios hacia fuera, el bebé tiene el cuello entendido y queda más areola visible por la parte superior de la boca que por la parte inferior. Además, no te tiene que doler la mama, sus mejillas deben redondearse al mamar y el pezón sale largado cuando el bebé lo suelta.
6) Tus senos están más blandos después de amamantar. Recuerda que es importante procurar ofrecerle los dos pechos para que se vacían ambos y así evitar problemas de obstrucción mamaria o de asimetría, ( no limitar el tiempo, así llega a tomar la leche grasosa que se da durante la mamada).
7) Tiene los ojos húmedos, la piel hidratada y muestra interés en mirarte a ti o a cualquiera que le coja en brazos.
¡Por supuesto que conocer estas señales te tranquilizarán, y te convencerán de que estás alimentando a tu pequeñín con el alimento más completo que puedas ofrecerle: la leche materna. Así lo explica Unicef.
Pero si reflexionas un poco, te convencerás de que no necesitas más que tu intuición y amor de madre para saber si tu hijo crece sano y feliz.
Y sólo un último consejo: si la lactancia se te hace cuesta arriba o te surgen dudas, contacta con algún grupo de apoyo a la lactancia, formado por madres como tú y puericultoras.
Porque además de alimentarle, es importante que disfrutes (disfruten) de esos momentos de ternura y de contacto íntimo madre-hijo.  Esa maravillosa sensación de complicidad y amor no se borrará nunca de tu memoria.