Alimentación complementaria

Cuando la leche materna deja de ser suficiente para atender las necesidades nutricionales del lactante hay que añadir alimentos complementarios a su dieta. La transición de la lactancia materna exclusiva a la alimentación complementaria abarca generalmente el período que va de los 6 a los 18 a 24 meses de edad, y es una fase de gran vulnerabilidad, cuando para muchos niños empieza la malnutrición, y de las que más contribuye a la alta prevalencia de la malnutrición en los menores de 5 años de todo el mundo. La OMS calcula que en los países de ingresos bajos dos de cada cinco niños tienen retraso del crecimiento.

La alimentación complementaria debe introducirse en el momento adecuado, lo cual significa que todos los niños deben empezar a recibir otros alimentos, además de la leche materna, a partir de los 6 meses de vida. La alimentación complementaria debe ser suficiente, lo cual significa que los alimentos deben tener una consistencia y variedad adecuadas, y administrarse en cantidades apropiadas y con una frecuencia adecuada, que permita cubrir las necesidades nutricionales del niño en crecimiento, sin abandonar la lactancia materna.

Los alimentos deben prepararse y administrarse en condiciones seguras, es decir, reduciendo al mínimo el riesgo de contaminación por microorganismos patógenos. Además deben administrarse de forma apropiada, lo cual significa que deben tener una textura adecuada para la edad del niño y administrarse de forma que respondan a su demanda, de conformidad con los principios de la atención psicosocial.

La adecuación de la alimentación complementaria (en términos de tiempo, suficiencia, seguridad y adaptación) depende no solo de la disponibilidad de alimentos variados en el hogar, sino también de las prácticas de alimentación de los cuidadores. La alimentación del niño pequeño requiere cuidados y estimulación activa, que su cuidador responda a los signos de hambre que manifieste el niño y que lo estimule para que coma. A esto se le llama alimentación activa.

La OMS recomienda que los lactantes empiecen a recibir alimentos complementarios a los 6 meses, primero unas dos o tres veces al día entre los 6 y los 8 meses, y después, entre los 9 a 11 meses y los 12 a 24 meses, unas tres o cuatro veces al día, añadiéndoles aperitivos nutritivos una o dos veces al día, según se desee.

Las prácticas alimentarias inadecuadas son a menudo un determinante de la ingesta insuficiente más importante que la disponibilidad de alimentos en el hogar. La OMS ha elaborado un protocolo para adaptar las recomendaciones alimentarias que permite a los gestores de programas identificar las prácticas alimentarias locales, los problemas frecuentes relacionados con la alimentación y los alimentos complementarios adecuados.

Fuente: OMS Organización Mundial de la Salud

 

 

«Amamanté a mis tres hijos con solo un pecho tras haber sufrido un cáncer»

Pese a sufrir una mastectomía, María logró mantener la lactancia durante más de seis años y nunca se planteó que no fuese capaz.

Anticipa que no se considera ninguna heroína, que su experiencia con la lactancia es tan natural y simple como la vida misma y que tampoco nunca se planteó que no fuese capaz de hacerlo. Sin embargo, el caso de María -una arquitecta que ahora tiene 49 años- no es habitual. Esta lucense dio de mamar a sus tres hijos con un solo pecho, el derecho, el único que tiene tras una mastectomía que sufrió hace veinte años cuando se le detectó un cáncer de mama.

«Nunca pensé que no pudiese ser capaz. Es que ni siquiera me lo planteé. El cuerpo siempre se adapta a ti y la leche siempre es suficiente. Si una mujer puede amamantar a más de dos niños a la vez, ¿por qué yo con un pecho no iba a poder? Por otra parte, hay bebés que prefieren un pecho y sus madres acaban dándole solo ese. Lo mío no es ninguna heroicidad. El cuerpo es sabio y di de mamar como algo natural, como si no hubiese ocurrido nada», afirma.

María tiene tres hijos de 12, 9 y 3 años. A la mayor le dio pecho durante dos años y medio; al del medio, durante quince meses, y el más pequeño todavía lo dejó el verano pasado. Esta lucense se quedó embarazada siete años después de habérsele declarado el cáncer y de la radioterapia, la quimio y la posterior terapia hormonal. No congeló óvulos porque -dice- «ni sabía que existía ni me lo plantearon» y la única información sobre la lactancia, previa al primer embarazo, le vino a través de las clases de maternidad y de un libro, Un regalo para toda la vida, de Carlos González.

«En ese libro, se desmontan muchos mitos como que no todas las mujeres tienen leche, que la leche puede salir aguada… Todo eso son leyendas urbanas. Dar de mamar es lo más cómodo y lo más bueno y siempre llega la leche para alimentar al niño aunque, al principio, cueste y se produzcan grietas en los pezones que duelen como si te clavasen alfileres. Pero es solo unos días. Mis hijos mamaron hasta que ellos quisieron y la producción de leche se adapta a tu ritmo de vida, la leche nunca se acaba. Vas a producir siempre lo que el bebé va a mamar. Se puede decir que mis hijos pasaron de la teta al vaso», insiste María.

Esta mujer no tenía especial interés en la lactancia antes de quedarse embarazada pero, a través del libro, descubrió que era una de las mejores cosas que podía hacer por sus hijos. «Es lo mejor que puedes hacer por ellos y por qué no lo vas a hacer si puedes. ¡Es como darles la merienda!», comenta.

María reconoce que, todavía hoy, las madres que dan el pecho a sus hijos son consideradas por algunos como «perros verdes». «Yo era el perro verde porque ninguna de mis compañeras le daba la teta a sus hijos. Sin embargo, eso nunca me echó para atrás. ¡Tonta sería! Para mí, era la mejor opción y la más cómoda porque me evitaba tener que ir con el biberón a todas partes. Tampoco nunca tuve reparos para dar el pecho donde estuviese. ¡Incluso estuve en los vinos dando la teta!», cuenta.

María también tuvo que enfrentarse a la presión de algunas personas de su entorno, e incluso algún pediatra, para cambiar el pecho por el biberón. Me recomendaron varias veces: «Dale un biberoncito, ¡a ver si se va a quedar con hambre! Eso me lo dijeron incluso algunos pediatras», afirma esta lucense, que defiende la puesta en marcha en el Hula de un servicio de asesoramiento a las madres que acaban de dar a luz y tienen un montón de dudas.

Autora: Isabela Corbelle, El Progreso.es

 

Semana Mundial del Parto Respetado o Parto Humanizado

Del 13 al 19 de mayo se celebra la Semana Mundial del Parto Respetado bajo el lema ¨El poder de parir está en vos¨.

La mujer en el parto tiene derecho:

  • A un parto respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados.
  • A ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pueden tener lugar durante el parto y postparto y participar activamente en las decisiones que acerca de las distintas alternativas, si es que existen. En este sentido, la futura mamá podrá elegir el lugar y la forma en la que va a transitar su trabajo de parto (deambulación, posición, analgesia o medicamentos, acompañamiento) y la vía de nacimiento. El equipo de salud y la institución deberán respetar tal decisión, en tanto no comprometa la salud de madre e hijo.
  • A ser considerada como persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de su propio parto.
  • A ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de su hijo y, en general, a que se le haga partícipe de las diferentes actuaciones de los profesionales.
  • A estar acompañada por una persona de su confianza y elección durante el trabajo de parto, parto y posparto, cualquiera sea la vía de parto (vaginal o cesárea).
  • A tener a su lado a su hijo durante la permanencia en el establecimiento sanitario, siempre que el recién nacido no requiera de cuidados especiales. Teniendo en cuenta la importancia del contacto piel con piel entre la mamá y el recién nacido, y con el objetivo de favorecer el vínculo precoz, el equipo de salud deberá fomentar desde el momento mismo del nacimiento, e independientemente de la vía del parto, el contacto del recién nacido con su madre y familiares directos y/o acompañantes que ella disponga.
  • A ser informada, desde el embarazo, sobre los beneficios de la lactancia materna y recibir apoyo para amamantar.
  • A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma y del niño o niña.
  • A ser informada específicamente sobre los efectos adversos del tabaco, el alcohol y las drogas sobre el niño o niña y ella misma.

El recién nacido tiene derecho:

  • A ser tratado en forma respetuosa y digna.
  • A su inequívoca identificación.
  • A la internación conjunta con su madre en sala.
  • A que sus padres reciban adecuado asesoramiento e información sobre los cuidados para su crecimiento y desarrollo, así como de su plan de vacunación.

En el caso de bebés prematuros o bebés nacidos en otras situaciones de riesgo, el padre y la madre tienen los siguientes derechos:

  • A recibir información comprensible, suficiente y continuada, en un ambiente adecuado, sobre el proceso o evolución de la salud de su hijo o hija, incluyendo diagnóstico, pronóstico y tratamiento.
  • A tener acceso continuado a su hijo o hija mientras la situación clínica lo permita, así como a participar en su atención y en la toma de decisiones relacionadas con su asistencia.
  • A un consentimiento informado sobre cualquier práctica médica que se le realice al niño o niña.
  • A que se facilite la lactancia materna de la persona recién nacida
  • A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados especiales del niño o niña.

 

En los brazos y en la piel de papá: un lugar maravilloso donde crecer

Sabemos muy bien que pocos lugares son más seguros, afectivos e importantes en el desarrollo de un bebé que los brazos de su madre. Ahora bien… ¿qué pasa con los padres? Queda claro que no pueden amamantar, que no dan a luz, sin embargo, su cercanía, su afecto, su voz e incluso su propia piel se alzan como dimensiones increíblemente poderosas para ese recién nacido.

Solo a modo de ejemplo. A día de hoy son cientos los hospitales que tienen integrado un maravilloso protocolo. Cuando una mamá da a luz por cesárea y se está recuperando de la anestesia, los padres, si así lo desean, pueden llevar a cabo el método canguro. Con algo de apuro, emoción y un poco de temor, se quitan la camisa para recibir sobre su pecho al bebé.

Pocas cosas son tan reconfortantes como esa imagen. El recién nacido regula su temperatura, alivia su estrés y tiene ese primer y necesitado contacto con quien formará parte de su vida. Su padre. Es una iniciativa que sin duda, debería llevarse a todos los centros hospitalarios. Los brazos de papá, como podemos intuir, se convierten en un lugar seguro, cálido e importante en la vida de un bebé.

Creciendo en los brazos de papá

Se habla mucho de los cambios hormonales de la madre durante el embarazo y la lactancia. Todos los conocemos y sin duda, muchas de nuestras lectoras sabrán en piel propia, lo que supone en muchos casos. Ahora bien, por asombroso que parezca también el cerebro del padre vive su propio tiovivo hormonal y emocional durante este proceso.

Menos testosterona durante la crianza

Este dato es interesante. Según un estudio llevado a cabo en la Universidad de Northwestern, en Illinois, Estados Unidos, los niveles de testosterona se reducen de forma considerable cuando un hombre se convierte en padre. 

  • Esta hormona cumple su sabida función durante esa época de cortejo, pasión e intimidad en la pareja. Sus picos más elevados se muestran sobre todo en esa primera época en se inicia la seducción, en que cada uno debe sacar lo mejor para lograr atraer a la persona deseada.
  • Sin embargo, cuando la pareja inicia su embarazo y da a luz, el cerebro del padre no necesita la testosterona. Su única necesidad es garantizar la supervivencia de ese hijo, atenderlo, cuidarlo.

El instinto “maternal” no es solo cosa de mujeres

Todos, en gran medida, nacemos con el instinto natural para la atención, el cuidado y el cariño de nuestros hijos. Podemos pasar cierta parte de nuestra vida pensando que no es así, sin embargo, el acto de dar a luz y de sentir en nuestros brazos a esa criatura, activa en nosotros lo que se conoce como “red de paternidad”.

  • En este circuito interno participan estructuras cerebrales como la amígdala, la ínsula o el núcleo accumbens.
  • En la mujer es casi un instinto “primitivo”. Los hombres, por su parte, desarrollan este proceso de forma intensa al sentir la cercanía del bebé.
  • De hecho, según nos indica un trabajo llevado a cabo por la Universidad de Bar-Ilan en Israel, el cerebro de un hombre se vuelve más “maternal” si se encarga de más funciones.

Aspectos como hacer el colecho con el bebé, darle el biberón, bañarlo o mecerlo en brazos, intensifica este instinto.

En la piel de papá

Ya sabemos que el método “piel con piel” es igual de beneficioso si es papá quien tiene sobre su pecho al bebé. Ese contacto excepcional siempre será mejor que una cuna. Siempre aliviará más miedos que una simple sábana o una caricia.

El método canguro no es exclusivo de las madres, porque a día de hoy, un padre sabe muy bien que no es un simple espectador. Que criar a un hijo es cosa de equipo, y que si la mamá “da la teta”, papá puede muy bien ofrecer su torso para que el bebé se duerma y sienta la seguridad de un corazón que siempre estará a su lado. Que lo defenderá de cualquier peligro y que le dará aliento para que alcance cada uno de sus sueños.

Tanto es así, que son muchos los estudios que avalan la necesidad de practicar este delicado arte del cariño y del cuidado en caso de que los bebés sean prematuros.

  • Se regula la temperatura y la respiración.
  • Disminuyen las infecciones.
  • Favorecemos la maduración neuronal.
  • Aumenta la calidad del descanso del bebé.
  • Ofrecemos un estímulo prematuro táctil, auditivo y de movimiento.
  • Se favorece el aumento de peso.
  • Los bebés lloran menos y además, favorecemos la adaptación del bebé a la vida extrauterina.

Para concluir. Sabemos que siempre se habla de la importancia de la madre en el día a día de un bebé. En esa primera etapa donde un niño solo necesita tres cosas: la leche materna, afecto y rutinas.

Dejando a un lado la lactancia materna, el padre puede muy bien llevar a cabo todas las tareas y contribuir con sus abrazos, afecto y atenciones al pleno desarrollo de esa criatura.

Seamos todos protagonistas activos en la crianza de ese bebé: madres y padres.

Autora: Valeria Sabater, Licenciada en Psicología por la Universidad de Valencia

 

¿Por qué es importante lavar las manos cuando tratas con bebés?

Son muchos los bebés recién nacidos que se contagian de enfermedades de personas adultas solo porque no hay una buena higiene en las personas que tratan con los bebés. Parece una tontería, pero no lo es en absoluto. Un bebé es un ser muy frágil que si es contagiado por una enfermedad, por muy leve que sea en los adultos, puede llegar a ser mortal para un recién nacido. En este sentido, toda precaución es poca y lavarse las manos es primordial.

La importancia de lavarse las manos

Un acto tan simple como lavarse las manos antes de tratar a un bebé podría salvarle la vida. Son precauciones que todos los adultos deben tomar antes de tocar a un bebé. Hay enfermedades realmente graves que se pueden contagiar, pero otras leves en un adulto como una gastroenteritis o un resfriado pueden ser mortales para un bebé recién nacido.

Sobre todo durante los primeros meses de vida del bebé es necesario tener las manos siempre limpias para evitar transmitir enfermedades a los pequeños. Los bebés son seres muy vulnerables que pueden enfermar rápidamente y al tener un sistema inmune bastante débil que se recuperen rápidamente o con éxito puede ser bastante complicado, requieren hospitalización inmediata en muchas ocasiones.

Cómo y cuándo lavarse las manos

Las manos tendrás que lavártelas tantas veces como quieras levantar al bebé. Sobre todo cuando le vayas a dar de comer, después de asearle o si te has tocado la nariz o la boca  (por ejemplo, después de estornudar o de sonarte las secreciones nasales). Es importante que te laves las manos con agua y jabón y de forma concienzuda para evitar la propagación de bacterias.

No te canses en decir  a otras personas que interactuan con tu bebé que también lo hagan. Los hermanos mayores, los abuelos, los tíos o cualquier otra persona que toque a tu bebé en sus primeros meses de vida deberán tener las manos siempre bien limpias. Si además, alguien está enfermo de cualquier virus o bacteria deberá lavarse las manos con mayor frecuencia.

Aunque si hay alguna persona que tiene un virus infeccioso o alguna enfermedad viral, entonces más que lavarse las manos lo que resulta más importante es que simplemente no toque al bebé. Cuantas menos probabilidades haya de transmitir enfermedades al pequeño mucho mejor, y si deben estar unos días sin acercarse porque están enfermos, no pasa nada. Más vale prevenir que curar.

No tienes que sentir vergüenza o apuro en pedir a los abuelos o a otras visitas que se abstengan de tocar o acercarse a tu bebé si tienen las manos sucias, si no tienen posibilidad de lavárselas en ese momento o si tienen alguna enfermedad viral. Deben comprenderlo puesto que es por la salud y bienestar de tu bebé. No te sientas mal y si tienes que poner límites para que tu bebé no caiga enfermo, simplemente, ponlos.

Todos podemos transmitir gérmenes

Aunque no se tenga ninguna enfermedad viral todos podemos transmitir gérmenes. Nos pasamos el día tocando cosas y objetos que también han tocado otras personas por lo que no podemos saber a ciencia cierta si tenemos las manos totalmente limpias o no, por lo que lavarlas siempre será una apuesta segura para salvaguardar la salud del recién nacido.

Si por el motivo que sea en el lugar que te encuentras no hay agua y jabón, siempre será una buena opción tener en el bolso una botellita de desinfectante de manos, toallitas antibacteriales o alcohol en gel. Desinfectan las manos al instante sin necesidad de usar agua y jabón y es una opción más que acertada sobre todo cuando sales a la calle a pasear y te encuentras con conocidos que quieren tocar a tu pequeño bebé.

Como ves, toda precaución es poca para que puedas proteger a tu bebé de los gérmenes de otras personas (y también de los tuyos propios). Tener las manos bien limpias es muy importante y todos los que están a tu alrededor deberán tenerlo presente si quieren tocar a tu bebé, levantarlo o incluso acariciarle la cara. Un bebé es vulnerable y hay que protegerlo entre todos.

Autora: María José Roldán. Maestra, Pedagoga Terapéutica, Psicopedagoga, escritora, redactora y madre…

Helados de leche materna, lo mejor que puede hacer una madre para calmar las molestias dentales

Son rápidos, fáciles de hacer y muy necesarios para sus dolores.

Los helados de leche materna son muy saludables y nutritivos cuando las madres tienen buena salud. Es por esto que se convierten en una excelente alternativa para los bebés que disfrutan de algo diferente, pero por si no sabías tienen otras cualidades.

La leche materna es conocida como oro líquido y tiene componentes potentes que estimulan el sistema inmune y además, atiende a las necesidades de los bebés, pero si la conviertes en helado hará que tú pequeño sienta alivio de los dolores dentales.

Es que sabemos que aquel problema donde se desesperan por su dolor hace que los padres recurran a diversos inventos para poder calmar un poco esto. Así que los helados maternales son una excelente idea porque aliviaran la comezón de las encías y lo afiebrada que la zona pueda estar.

Así que cuando a tu bebé le comiencen a salir sus primeros dientes puedes tomar tus propios recursos naturales para hacer que se sientan mejor. Lo mejor para aliviar es algo frío y nada mejor que si tiene componentes nutricionales que lo mantendrán sano.

Talsa Blackwell, publicó a través de Facebook esta idea y todos la han amado porque calma sus dolores de una manera natural, maravillosa y sin poner en riesgo al bebé. Además, hacer estos cubos de helados es muy fácil, rápido y sencillo.

Para hacer estos aliviadores debes tomar algún molde de cubeta de helados, poner la leche dentro de los recipientes, congelarlos y listo. ¡Son sencillos, rápidos y harán todo más fácil para tu bebé!

Fuente: Upsocl. Daniela Poblete

 

Hazle la fiesta de cumpleaños, toma las fotos, no importa si no se va a acordar

Cuántas veces has escuchado que no hagas algo porque tu hijo no se acordará, bueno, tal vez él no lo recuerde, pero tú sí lo harás y podrás mostrárselo en un futuro.

Alexandra es la mamá de una bebé que pronto cumplirá su primer año, el debate por hacer una fiesta de cumpleaños jamás ha sucedido en su casa, la respuesta siempre ha sido festejar, ¿por qué? Bueno, la mamá de Alexandra murió cuando ella tenía 5 años, los recuerdos de su mamá están en cada una de las fotos de sus primeros 5 años, todos fueron celebrados y su mamá estaba con ella en cada pastel. Esos son los recuerdos que tiene de ella porque al ser tan chiquita difícilmente puede recordar cada momento a su lado.

Ella es de las que toma fotos y las imprime, las guarda en un álbum que tiene en su sala y lo saca de vez en cuando con sus visitas para recordar, quiere que un día su hija sepa cómo fueron sus primeros años a través de las fotos, y que si un día ella falta, tenga todos esos recuerdos con ella.

De ahí que insistamos en que tomen la foto, no importa si se ven mal, si la casa no está recogida, si no es digna de tablero de pinterest. No sólo por tus hijos, también por ti.

Un día querrás recordar cómo fue la cara de tu bebé cuando dio sus primeros pasos, cómo se veía con su primer vestido o la cara de sorpresa al verse por primera vez en un espejo, todos son recuerdos, para ti y para ellos.

Así que haz la fiesta, llévalo al museo, vayan de viaje y toma fotos, miles de ellas. Imprímelas y ponlas en un álbum para que puedas verlas cuando quieras recordar esos primeros años.

Autora: Silvia Ruiz. www.naranxadul.com

 

El estado modificado de conciencia del parto fisiológico

Cuando la mujer tiene la posibilidad de parir con sus propias hormonas en un entorno favorable, el parto es una experiencia extra-ordinaria, una experiencia cumbre no comparable a ninguna otra.

¿Por qué el parto tiene semejante intensidad psíquica? ¿Por qué las hormonas que lo dirigen son las mismas que producen la vivencia amorosa?  El amor entre madres e hijos o hijas, el amor como base de todo el desarrollo social y comunitario que ha permitido el fabuloso desarrollo cerebral que produce el lenguaje y la inteligencia humana.

La evolución ha seleccionado o priorizado el amor como clave para la supervivencia de nuestra especie. Dicho de otra manera: ha sido perfeccionando nuestra capacidad de amar como hemos logrado desarrollar el cerebro y la inteligencia social. El amor y la sociabilidad, la cooperación y el placer, todo está ahí, manifestado en el parto, incluso el amor a la naturaleza y la necesidad de cuidarla.

En los últimos años el parto y el nacimiento están siendo analizados con nuevas miradas y perspectivas, no exclusivamente obstétricas. Desde la filosofía y la antropología hasta la arquitectura, el derecho, la economía y las neurociencias. En el centro del debate, no están solo las cifras sobre cesáreas o epidurales, también las reflexiones sobre el papel social de las madres, la transformación que viven la medicina y la obstetricia en la encrucijada entre la tecnología y la irrupción de nuevas generaciones de usuarias que reclaman ser protagonistas de sus cuidados.Igualmente, el debate entre matronas y obstetras sobre la atención al parto “normal” y los lugares en que ofrecer dicha atención continua mientras persisten las dramáticas cifras de mortalidad perinatal en algunos países del mundo y en otros se comienza a legislar en torno al novedoso y revelador concepto de violencia obstétrica.

“Probemos a ver el parto como un viaje, un destino que conlleva uno o varios premios, una oportunidad única de transitar nuestros cuerpos y conciencias. Comprender todo lo que conlleva y moviliza un parto a todos los niveles facilita además que el resultado sea óptimo y saludable, no sólo a corto plazo sino también a largo. Ampliemos la mirada sobre el parto.”

“cuando nos ponemos a observar desde la neurobiología cómo es el escenario neuroquímico del cerebro en el parto todo lo que nos encontramos son hormonas del amor a raudales que promueven el placer y el bienestar inmediatamente. Lo que ha previsto la naturaleza es que el parto sea dirigido por sustancias producidas en el cerebro de la madre principalmente, aunque también en el del bebé, que hacen que en condiciones ideales nada más nacer la madre esté en un peculiar e irrepetible estado de conciencia en el que todo lo que suceda va a quedar profundamente grabado y en el que lo más fácil es que sienta fascinación y ternura o amor por esa criatura que acaba de salir (mejor que ser expulsada) de su vientre”

La naturaleza ha primado que parir sea tremendamente intenso, y que en el primer encuentro madre y bebe vivan algo parecido a un flechazo, sobre todo para que la madre desee estar cerca de su bebé durante la mayor parte de los siguientes meses e incluso años. No solo la madre, probablemente las personas presentes en el parto también se impregnan de alguna manera aún poco estudiada de esas hormonas del vínculo, lo que hará que puedan cuidar con más facilidad de ese bebé

Del parto se puede salir empoderada, cual leona lista a proteger a sus cachorros. Ese poderío está previsto en nuestra naturaleza para facilitar la maternidad y la crianza. Pero también puede ser lo contrario, la vulnerabilidad extrema que vivimos en el parto hace que sea un momento extremadamente delicado, con riesgo de salir muy dañada, herida, rota. El parto tiene un enorme impacto, no solo corporal, también existencial. Tendremos que preguntarnos por qué muchas mujeres tienen vivencias transcendentales o místicas, de conexión con la naturaleza o la madre tierra cuando están de parto. Por qué hay madres que durante el parto piensan en todas las mujeres que están dando a luz en ese mismo momento a lo largo y ancho del planeta o porqué otras justo antes de parir expresan que “entonces sentí que lo entendía todo, aunque ahora no recuerde que era todo””

Autora: Ibone Olza es psiquiatra perinatal, directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal

 

¿Que es un lactario o sala de lactancia?

UNICEF define el lactario como un espacio digno e higiénico, acondicionado para que las mujeres en periodo de lactancia puedan extraer su leche durante la jornada laboral y asegurar su adecuada conservación durante la misma.

Existen 7 recomendaciones de OMS e UNICEF para promover y favorecer la continuación de la lactancia materna una vez que la madre regresa al trabajo:

1.- Realizar un compromiso formal del personal directivo con sus colaboradores

2.- Desarrollar e implementar políticas para prevenir la discriminación hacia las mujeres embarazadas y madres, en particular durante el periodo de lactancia.

3.- Sensibilizar al personal sobre la importancia de la lactancia materna.

4.- Capacitación sobre lactancia materna

5.- Establecer una red de voluntariado entre los empleados.

6.- Implementación de lactarios o salas de lactancia

7.- Facilitar opciones a las madres para promover la continuidad de la lactancia hasta que los bebés cumplan 2 años de edad.

Para la instalación del lactario se recomienda asignar un área limpia, cuyo tamaño dependerá del número de mujeres en edad fértil y las condiciones del espacio físico de cada empresa. No se necesita una gran inversión, más bien se requiere voluntad y la información necesaria.

Ahora bien, ya seleccionada el área, es importante cuidar ciertos aspectos:

  • CÓMODO Y ACOGEDOR: La finalidad de un lugar cómodo es favorecer a las madres la extracción la leche, pues como sabemos, la producción de la misma requiere de la producción de dos hormonas, entre ellas la oxcitocina, también conocida como “la hormona del amor”. Se sugieren colores cálidos, decoración mínima, temperatura agradable e iluminación amarilla tenue, así como sillas o sillones cómodos, acolchonados y erguidos.
  • ACCESIBLE Y PRIVADO: Debe estar disponible en todo momento para las madres en su jornada laboral, sin trabas ni filtros, de fácil ubicación. Así mismo debe protegerse la intimidad y tranquilidad de las madres que se están extrayendo la leche, impidiendo el acceso a toda persona que no esté lactando o bien instalando módulos individuales.
  • HIGIÉNICO: Este espacio debe contar con un lavabo, dispensador de jabón, gel antibacterial, toallitas para secado de manos, cesto de basura y agua potable para enjuagar el extractor de leche. Debe asegurarse la conservación higiénica de la leche materna, facilitando un refrigerador o frigobar de uso exclusivo para el lactario y asegurarse de que se realice aseo diario.
  • EDUCATIVO: Se debe facilitar información precisa sobre extracción y conservación de la leche materna, así como de los beneficios de continuar la lactancia. Además de programar capacitación y pláticas de sensibilización. Un pizarrón de corcho es de gran utilidad para que las mujeres compartan artículos de interés y se involucren en la parte informativa.

Invitamos a todos los empleadores a instalar centros de lactancia  en sus lugares de trabajo, o bien si el número de mujeres en edad fértil es mínima, puede adecuar una sala de juntas u otro espacio higiénico para en determinado horario, funcione como lactario, lo importante es generar acciones para que amamantar y trabajar sea posible.

 

Abrazar, consolar y mimar no malcría; sino que asegura, conforta y educa

Dar amor a un bebé NUNCA es malcriarlo, es darle lo que necesita

Hay quienes piensan que abrazar y atender a los niños significa malcriarlos e incluso se lo hacen notar a los padres con frases como “si lo tienes mucho en brazos, se malcriará. Lo cierto es que los niños no se malcrían por prestarles la atención que necesitan, por consolarlos cuando se sienten inseguros o por demostrarles amor a través de los abrazos y los mimos. Esas muestras de afecto son una parte esencial de la educación infantil y son imprescindibles para generar un apego seguro.

El llanto de los bebés es la expresión de un dolor físico o emocional

La manipulación implica intencionalidad, y cuando los bebés son pequeños, simplemente no son capaces de utilizar el llanto para manipular emocionalmente a sus padres, como afirman algunas personas. De hecho, un estudio realizado en la Universidad Estatal de Washington desveló que cuando los bebés lloran, normalmente se debe a un dolor físico o emocional; es decir, debido a que se sienten inseguros.

Esto significa que dejar llorando a un bebé y no acudir a su llamada le genera un gran estrés. Así lo han demostrado diferentes estudios, entre ellos uno realizado en la Universidad del Norte de Texas, en el que se monitorizó la actividad de bebés de entre 6 y 10 meses de edad.

Estos investigadores descubrieron que los bebés que se dejaban llorar por las noches, para que conciliaran solos el sueño, mostraban niveles de cortisol más elevados que los pequeños a quienes no les dejaban llorar tanto. Y lo más asombroso es que esos niveles de cortisol se mantenían altos, aunque los bebés dejaran de llorar y estuvieran aparentemente tranquilos.

El cortisol es la hormona por antonomasia del estrés, que también se ha relacionado con la aparición de problemas de conducta en la infancia e incluso con el retraso madurativo de algunas áreas del cerebro. Al contrario, se ha comprobado que el contacto físico con los padres protege al bebé de los efectos del estrés.

Esto se debe a que las caricias, los mimos y los abrazos estimulan la liberación de neurotransmisores como la oxitocina, la hormona del amor, y los opiáceos endógenos, que actúan como analgésicos naturales. Estos neurotransmisores no solo contrarrestan los efectos del cortisol sino que predisponen positivamente al cerebro para que desarrolle un patrón de resilencia a largo plazo.

El apego seguro: Fundamental para la formación de la personalidad infantil

Durante los primeros años de vida se sientan las bases del patrón de apego que probablemente ese niño arrastrará durante toda su vida. Si de pequeño sus padres mantuvieron una distancia emocional, le dejaban llorar con frecuencia y no le consolaban, es probable que ese niño termine pensando que el mundo es un lugar hostil, por lo que desarrollará un apego inseguro y disfuncional que le acarreará numerosos problemas en el futuro y le hará más vulnerable a sufrir diferentes trastornos psicológicos.

Al contrario, un niño cuyos padres estaban al tanto de sus necesidades emocionales y sabían satisfacerlas, desarrollará un apego seguro. Ese niño se sentirá seguro para descubrir el mundo y se relacionará de manera más asertiva con los demás, sin desarrollar una dependencia emocional.

No debemos olvidar que la educación emocional comienza desde que la madre coge por primera vez a su bebé en brazos. En ese mismo momento se empiezan a formar los vínculos afectivos. El bebé no solo debe sentirse protegido sino también querido, y la mejor manera para transmitírselo es tenerlo cerca y mantenerse atentos a sus necesidades.

Más adelante, cuando el niño crezca, ese vínculo no debe debilitarse sino consolidarse. Para ello los padres necesitan mucho amor, paciencia e intuición, las tres herramientas que les guiarán a través de las emociones negativas que el pequeño irá experimentando y que no siempre sabrá expresar adecuadamente.

En cualquier caso, no debemos olvidar que educar no es solo disciplinar, también es enseñar a amar. Por eso, los mimos, los abrazos y los consuelos no malcrían, educan en el amor, el respeto y la amabilidad.

Autora: Jennifer Delgado