Desarrollo Evolutivo: El NO y los límites

Ni bien nacemos nos encontramos con los límites, la frustración de haber salido a un mundo frío, sin ruidos constantes y con temperaturas variables, ya nos deja impresa la marca del adentro y afuera. Un recién nacido tiene cero tolerancia a la frustración y los adultos tenemos que entender sus llantos como angustia de adaptación a un mundo totalmente distinto del que tenían adentro del útero.
A medida que vamos creciendo vamos a ir registrando el limite, primero experimentándolo en nuestra persona, a través de nuestro cuerpo, aprendiendo que yo empiezo y termino en mí mismo y no soy un todo con los de afuera, y luego iré aprendiendo una palabra emitida por mis padres, corta pero cotidiana, para empezar a enseñarme lo que «no» se puede, lo que «no» se hace.
El no, es necesario para crecer pero también puede resultar un arma de doble filo si se lo aplica a mansalva sin comprender algunas cuestiones evolutivas; un niño de dos años para abajo, y diría hasta tres, muchas veces entiende más el no por el volumen y el susto de esa pequeña palabra, que por lo que verdaderamente significa; un niño pequeño no entiende un no con justificaciones, un ejemplo de esto sería cuando nos pide algo y nosotros argumentamos que no tenemos dinero para comprarlo ¿Qué puede saber y además que le importa nuestra economía a esa pulga que nos mira con cara de cachorro mojado cuando quiere algo? Cero tolerancia a la frustración, y esto no quiere decir entonces que tengamos que acceder a todo, nosotros somos los adultos, recuerden, pero vamos a tener que entender y quizás también aprehender, que una cosa es la «permisividad» donde concedemos todo y otra es el «autoritarismo» donde excedidos por circunstancias externas, abusando de mi jerarquía o quizás simplemente porque así me educaron a mí ponemos una negativa porque es así y punto, sin visualizar lo profundo que cala estos no en el autoestima de los infantes; los dos son extremos y malos, sin embargo todos solemos caer en ellos de vez en cuando, pero en ninguno de ellos vemos realmente a nuestros hijos; la mejor manera de estar presentes y de brindarnos es exactamente desde en el medio de estos dos polos opuestos, parándonos en la «autoridad», que es posible sólo desde el cariño, para cuidar al otro porque lo vemos, porque entendemos sus posibilidades y porque estamos acompañando su crecimiento como padres.
A medida que crecemos aprendiendo límites, tolerando frustraciones y evadiendo otras, nuestro entramado social crece y nuestras relaciones sociales se van complejizando; así nos encontramos todo el tiempo con los límites que vienen desde afuera, por ejemplo a través de las leyes y muchos otros que nos imponemos nosotros mismos para seguir perteneciendo.
El problema se suscita cuando por querer ser parte o que nos elijan, nuestros límites se vuelven laxos o nulos, y entonces entramos en relaciones donde es el otro quién impone las reglas.
Una relación saludable, primero conmigo para después con el otro, tiene que partir desde el hecho de entender que el límite, el no, es la mejor manera de establecer un contacto sano; si yo no tengo presente mi límite y pienso que el otro puede marcar los dos cordones de nuestro camino, entonces no tengo frontera de contacto, y no solo me voy a sentir empobrecido sino también resentido por entregar todo y quedarme vacío. El no a pesar de poder sonar antipático, es junto con el sí, el mejor regalo que nos da la vida, porque a partir de ellos podemos elegir y para hacerlo tenemos que tener claro que permitimos y que no, hasta donde el otro y yo, que podemos y que no.
Tendremos que aprender a vivir con la culpa de no cumplir con las expectativas de los otros si no son verdaderamente mías y hacernos cargo de que sí decimos por algo tendremos que ir a pleno por ello.
Para poder decir no tenemos que ser conscientes de lo que valemos, trabajar nuestro autoreconocimiento y no andar buscando por allí a otros que se hagan cargo de tapar nuestros agujeros, para decir no tenemos que saber claramente quienes somos y que queremos aunque sea por un momento.
Comparto aquí un texto escrito por Anselm Grün, que no me canso de leer a mis pacientes para trabajar el «no» y los invito a que lo lean detenidamente para poder pensarse a ustedes y sus relaciones en cada una de sus palabras:
NO es NO
Y hay una sola manera de decirlo: NO.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
NO se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto: NO
Se dice de una sola vez.
Un NO que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, no es NO .
Un NO que necesita explicaciones y justificativos, no es NO .
NO , tiene la brevedad de un segundo.
Es un NO para el otro, porque ya lo fue para uno mismo.
NO es NO , aquí y muy lejos de aquí.
NO , no deja puertas abiertas, ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser.
NO , aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba.
NO , es el último acto de dignidad; el fin de un libro sin más capítulos ni segundas partes.
NO , no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con pena y menos aún con satisfacción.
NO es NO , porque NO .
Cuando el NO es NO , se mirará a los ojos y el NO se descolgará naturalmente de los labios; la voz no será trémula, ni vacilante, ni agresiva, pero tampoco dejará duda alguna.
Ese NO , no es una negación del pasado.
Es una corrección del futuro.
y sólo quien sabe decir NO , puede decir SÍ.
Mauricio J. Strugo
Psicólogo Terapeuta Gestalt

Medicamentos y lactancia materna: una relación casi siempre compatible pero marcada por la desinformación y los mitos

Por Adrián Cordellat

Según la guía rápida para profesionales Lactancia y medicamentos: una compatibilidad casi siempre posible, elaborada por los pediatras José María Paricio y Juan José Lasarte, del comité de lactancia materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP), se estima que más del 90% de las madres toman medicamentos o productos de fitoterapia durante algún momento de sus lactancias.

Según el mismo documento, “apenas media docena de enfermedades maternas contraindican o hacen prácticamente imposible la lactancia”, por lo que, ante todo, explican los pediatras, los profesionales de la salud deben saber que “casi todo lo que se suele prescribir es compatible con la lactancia y que la lactancia, para la mujer y para el lactante, está por encima de la necesidad de muchos medicamentos o remedios que son perfectamente evitables”.

Sin embargo, y pese a estas recomendaciones, son muchas las madres que abandonan sus lactancias por tener que tomarse un medicamento que el médico les dice que puede ser peligroso cuando no lo es; también muchas otras madres las que renuncian a esos tratamientos que podrían mejorar su estado por el miedo a que el mismo pueda afectar a la salud de sus hijos. ¿Tiene sentido que pase esto en pleno 2018, con toda la información que tenemos a nuestro alcance? Para Marta Sánchez Palomares, pediatra y revisora de contenidos en e-lactancia.org, la base de datos online sobre medicamentos y lactancia creada por José María Paricio, “no tiene ni explicación ni justificación alguna”.

“Casi todo lo que se suele prescribir es compatible con la lactancia y que la lactancia, para la mujer y para el lactante, está por encima de la necesidad de muchos medicamentos o remedios que son perfectamente evitables”

En ese sentido, destaca Sánchez Palomares que la fuente principal de información que tienen a su alcance los médicos para evaluar riesgos en sus consultas diarias sobre lactancia es el vademécum, la ficha técnica de los medicamentos. “Tristemente la mayoría de las veces nos encontramos con medicaciones de las que se sabe que son compatibles con la lactancia materna y en las que la información que nos ofrece la ficha técnica es que se desaconseja la lactancia materna o si quiere continuar amamantando, lo mejor es que la madre no se trate”, explica. Otras veces, según la pediatra, esas mismas fichas técnicas aseguran que la medicación se elimina en la leche materna y dejan en manos del médico la valoración del riesgo-beneficio de tomarla o no. ¿Y qué médico va a querer asumir esos riesgos?

La importancia de la formación

No es difícil leer o escuchar a profesionales de la salud que se quejan de la nula formación en lactancia materna que recibieron en sus años de estudio, una formación que, ya con el título en la mano, muchas veces depende en gran medida de su propio interés e iniciativa. “Desde hace algunos años, en la formación de especialistas de Pediatría se tiene en cuenta la formación en lactancia y se hacen cursos específicos sobre ello”, matiza Marta Sánchez Palomares, que no obstante reconoce que en el caso de los médicos de familia, que son los que atienden a las madres, la formación en lactancia “es muy variada” y en muchos casos “depende también de la sensibilidad” que tenga cada profesional en relación a la lactancia y de sus propias experiencias vitales: “Los médicos y las médicas (independientemente de su especialidad) que han tenido hijos y los han amamantado, seguramente atenderán a una madre lactante con más criterio y más preocupación por su lactancia que otro profesional con la misma formación que no lo haya hecho”.

En ese sentido, y ante la falta de formación de muchos profesionales, no es extraño escuchar los testimonios de madres lactantes que directamente deciden mentir a sus médicos, asegurándoles que ya no dan el pecho a sus hijos, para que éstos les receten medicamentos que en todo caso sí son compatibles con la lactancia materna. Asegura la pediatra que es un comentario que escuchan “con relativa frecuencia”, aunque en su opinión considera que no es bueno mentir a los médicos: “Creo que hay que ofrecer la información de la que disponemos actualmente para que ellos la puedan revisar también. Si no, van a seguir enrocados en sus falsas ideas y no cambiarán de actitud. Pero entiendo que a veces esto es complicado. Por eso las madres también buscan especialistas “sensibles” con la lactancia materna, que las traten bien de sus enfermedades y que respeten sus lactancias. Para mí esto también es muy significativo. Y muy duro”.

“Los médicos y las médicas (independientemente de su especialidad) que han tenido hijos y los han amamantado, seguramente atenderán a una madre lactante con más criterio y más preocupación por su lactancia que otro profesional con la misma formación que no lo haya hecho”

e-lactancia.org como referencia

Afirma tajante Sánchez Palomares que lo que ocurre en general es que no se le da a la lactancia materna la importancia que realmente tiene: “sabemos que es la mejor alimentación para el bebé, que tiene importantes repercusiones en la salud del bebé y la madre, pero no nos lo acabamos de creer. Equiparamos la leche materna a la leche artificial, por eso cuando surgen dificultades “nos curamos en salud”: retiramos lactancias, damos fórmula artificial y se acaban las preocupaciones”.

En ayudar a acabar con esta desinformación y a desterrar falsos mitos sobre la relación medicamentos y lactancia materna, está jugando un papel fundamental la plataforma e-lactancia.org, una base de datos sobre compatibilidad de la lactancia materna con medicamentos, plantas, tóxicos y enfermedades desarrollada en 2002 por José María Paricio y otros miembros del servicio de pediatría del Hospital de la Marina Alta (Alicante) y que desde 2012 se mantiene desde la Asociación para la Promoción e Investigación Científica y Cultural de la Lactancia Materna (APILAM).

En la base de datos hay registrados casi 25.000 términos entre marcas comerciales de medicamentos y genéricos. En todos ellos se establece el riesgo asociado, que oscila entre “muy bajo”, “bajo probable”, “alto probable” o “muy alto”; y en el caso de productos de riesgo se ofrecen alternativas médicas para el tratamiento. El término más buscado, con más de 1,5 millones de búsquedas, es ibuprofeno; seguido de paracetamol (637.000) y Amoxicilina (532.000), todos ellos medicamentos de riesgo muy bajo. De hecho, los diez medicamentos más buscados en la plataforma son todos completamente compatibles con la lactancia.

“Equiparamos la leche materna a la leche artificial, por eso cuando surgen dificultades “nos curamos en salud”: retiramos lactancias, damos fórmula artificial y se acaban las preocupaciones”

La web elactancia.org es hoy ya un referente en España, aunque también recibe muchas visitas de otros países de habla hispana como México, Argentina, Chile o Colombia. Desde 2014, cuando registraron 2,2 millones de visitas únicas, el interés por la web no ha dejado de crecer, como demuestra el hecho de que el año pasado superarse la barrera de los nueve millones de usuarios.

A esos datos para el optimismo se agarra Marta Sánchez Palomares que, aunque reconoce que “hace falta todavía mucha formación y probablemente también cambiar actitudes y evitar prejuicios”, considera que a través de la página ya están apreciando el cambio porque cada vez son más los profesionales sanitarios que se interesan por la compatibilidad de los medicamentos con la lactancia y que buscan alternativas a fármacos que pueden dar problemas: “En ese sentido soy positiva, estos cambios pueden ir lentos, pero ya son imparables”.

También en las madres, a las que según la pediatra la plataforma ayuda “a empoderarse en la crianza de sus hijos”. Así lo ve ella misma en su consulta, donde trata cada día con madres que se informan y que “discuten” con sus médicos la mejor opción de tratamiento: “Creo que si algo está cambiando es, precisamente, por estas mujeres sabias, empoderadas, que nos empujan a los profesionales a seguir buscando, investigando, formándonos para que puedan seguir amamantando con tranquilidad a sus hijos”.

 

¿Puede un bebé manipular?

Manipular es un verbo cargado de malicia y carente de escrúpulos. Por eso, cuando oigo decir que los bebés y niños pequeños manipulan a sus papás, no lo entiendo. Me dirán los que piensan que es así,  que “si cada vez que el bebé llora lo levantas, habrá logrado su objetivo y estará llorando todo el tiempo para no darte un minuto de paz y lograr lo que quiere”. Olvidan los que dicen eso, que llorar es prácticamente la única forma de comunicarse que tienen los bebés. Olvidan que los bebés sólo quieren estar con mamá, con papá y que dependen completamente de su amor y cuidados.

También dirán los que dan consejos (sin que se los pidan) que lo mejor es ignorar los berrinches de los niños de dos años, pues “si les haces caso, si les prestas atención, ya sabrán cómo manipularte”.

Los bebés y niños pequeños son muy inteligentes, eso es cierto. Pero de ahí que pensar que te están manipulando y tramando una estrategia maquiavélica para controlar cada movimiento a su favor, simplemente, NO.

Para poder de verdad manipular, los bebés tendrían que nacer con o desarrollar muy pronto estas complejas habilidades cognitivas:

  • Pensamiento hipotético
  • Pensamiento racional y crítico
  • Empatía
  • Control de sus impulsos

Ya lo han comprobado los científicos: estas habilidades cognitivas son las últimas en desarrollarse entre los 20 y 25 años de edad.

Así que la idea de que los bebés y niños pequeños manipulan, refuerzan el modelo que yo no comparto de que la tarea de los padres es siempre tener el control y jamás permitir que los niños “se salgan con la suya”. Para mí, es como si los papás se pusieran los guantes de boxeo y estuvieran listos para derrotar los planes maliciosos de su enemigo: su bebé. Algo que para mí no tiene sentido.

La maternidad y la paternidad no tienen por qué  llevar impreso el sello de la paranoia de la manipulación. La relación entre padres e hijos no debería plantearse en términos de poder, sino en términos de un amor que se desarrolla en el equilibrio y el respeto mutuo. Ceder no es una derrota, controlar no es un triunfo.

Tu bebé no te manipula, lo más probable es que sólo quiera tu cercanía o no sepa cómo manejar una emoción intensa. Olvida esas teorías truculentas y más bien, sigue tu instinto maternal.

Autora: Ana Hanssen

 

El tacto y el bebé: el primer medio de comunicación con la madre

La estimulación táctil de los padres es vital para el desarrollo sano del niño

¿Cómo generan los bebés sus primeras sensaciones táctiles?

El proceso neuronal es el siguiente: la corteza táctil se localiza principalmente por el lóbulo parietal del cerebro y tiene como función la recepción e interpretación de los estímulos táctiles. Dicho lóbulo se encuentra situado entre el córtex prefrontal por la parte anterior, el occipital por la posterior y el temporal en la inferior.
Una vez discriminado el estímulo táctil por las áreas parietales primarias, tendrá lugar un proceso de descifrado del significado de la estimulación táctil: el lóbulo parietal esta asociado el conocimiento de objetos mediante el tacto.

El tacto como el primer vínculo madre-hijo

El tacto es el primer medio de comunicación entre la madre y el bebé. A través del contacto con la piel de su madre, el niño capta sus vibraciones y experimenta los sentimientos que ella le proporciona. En los primeros días de vida, las madres y padres pueden reconocer a su propio bebé acariciando la mejilla o la mano de éste. En estos primeros periodos de vida el tacto es también muy importante para el desarrollo emocional del bebé y el niño, por este motivo y por la influencia en los procesos cognitivos posteriores es necesario que los padres desarrollen desde el nacimiento la sensibilidad táctil en sus hijos.

Las sensibilidad táctil aumenta las respuestas del niño que da al ambiente. De hecho, en un estudio llevado a cabo con bebés se comprobó que las caricias suaves llevaron a los bebés a sonreír y a estar más atentos ante la cara del adulto. Tan pronto como los niños pueden coger objetos, el tacto se convierte en un medio muy importante, a través del cual adquieren información del medio ambiente.

Las primeras estimulaciones del tacto en el bebé

El proceso de evolución de la percepción táctil viene asociada con el desarrollo cerebral en los primeros meses del pequeño.  La estimulación táctil pasiva de los padres y la estimulación mediante la boca del bebé serán medios importantes de conocimiento a través del tacto del medio que le rodea.

Los padres tienen que estimular táctilmente a sus hijos para desarrollar la discriminación y agudeza táctil de conocer el propio cuerpo y sus posibilidades y de apreciar y reconocer las cualidades táctiles, tales como:
• superficie (lisa, discontinua, áspera…)
• consistencia (blanda, dura, elástica…)
• materia (algodón, cartón, madera, papel…)
• temperatura (caliente, frío, templada…)
• forma (alargada, circular, cuadrada, esférica…)
• dimensión (ancho, alto, estrecho, grueso…)
• humedad (seco, mojado…)
La estimulación táctil permite adquirir información a sobre procesos tales como vibración, temperatura, peso, flexibilidad, elasticidad, suavidad, aspereza, humedad o sequedad necesarios para muchas funciones cognitivas.
La percepción táctil es otro de los medios por el que el cerebro analiza e integra estímulos táctiles sobre objetos, hechos, sensaciones o situaciones: es capaz de reconocerlos e incluso de identificar entorno en el que se desarrollan. El cerebro no solamente percibe las sensaciones táctiles sino que les da un significado e integración en el contexto en el que se desarrollan, por lo que este proceso de percepción tiene un carácter complejo y desarrolla e integra  amplias áreas cerebrales.
Diferentes estudios llevados a cabo con estimulación táctil demuestran que el cerebro es capaz de generar percepción espacial mediante el tacto, de determinar el alto grado de eficacia del tacto para determinar la posición y morfología de los objetos; asimismo, el cerebro ofrece una gran capacidad de memoria especializada sobre percepciones generadas por la vía somatosensorial.
Además, se han identificado áreas cerebrales responsables de la densidad de receptores y aplicaciones de estimulación táctil de la discriminación, elaboración, integración de la información táctil o de la información multimodal en sujetos invidentes (incluida la visual) del córtex parietal.

Autor: Tomás Ortiz Alonso. Catedrático-Director del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica.
Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid