Crisis de los 2 Años. Socorro!

El próximo 8 de octubre cumpliremos 2 años de lactancia materna, el mínimo recomendado por la OMS y digo mínimo porque, como dice Elisa Medina en una entrevista para Eroski Consumer, “la duración de la lactancia materna no es “hasta los dos años”, sino, a partir de los dos años, tanto tiempo como madre e hijo quieran”. Jamás pensé que llegaríamos hasta aquí, y no porque no sea posible llegar, sino porque me he pasado gran parte de este tiempo pensando en plazos: “a ver si llegamos a los 6 meses”, “a ver si llegamos al año”…
Nuestro camino comenzó con algunas grietas sin importancia, algo de desconfianza y con varias “crisis de crecimiento”. Atrás quedaron los miedos e inseguridades y a medida que Mara fue creciendo, y la lactancia se fue consolidando, yo también fui aprendiendo de ella(s). Pero cuando creíamos que todo era perfecto, absolutamente normal, y que éramos grandes expertas en esto de la teta… Zas! Llegamos a los dos años y, como si nos hubiéramos montado en el DeLorean, retrocedemos a 2013: Mara con 22 meses demandaba teta como si fuera un bebé de semanas.

¿Qué es la crisis de los dos años?
En plenas vacaciones en Portugal, y sin previo aviso, llegó. Mara comenzó a pedir teta como si tuviera semanas y sólo quería estar en mis brazos, algo que me produzco cierto desconcierto y muchísimo agotamiento. Así que me puse a investigar a través de Internet si había por ahí alguien más a quien le hubiera sucedido lo mismo que a mi. Y así era. Estábamos inmersas en la llamada crisis de los dos años.
“A los dos años viven su primera “adolescencia”. Son muy independientes y hacen muchas cosas solitos pero a la vez todo les da miedo. El mundo es enorme y la teta es su refugio, algo así como su salvavidas, el lugar donde encontrar paz. Y todo el día están de aventuras por lo que todo el día, o gran parte de él, están pidiendo teta”, me explica Alba Padró, consultora IBCLC y asesora de lactancia materna. Y ahí estábamos nosotras. Inmersas en un mar de descubrimientos.
El asunto no acaba ahí. Junto a ese aumento exponencial de la demanda de pecho, Mara comenzó a pedirlo con urgencia, diría que con enfado: “Mamá teta aquí, teta aquí”, repetía a gritos una y otra vez en cuanto intentaba bajarla al suelo o correteaba durante un rato. ¿La explicación? Me la daba Alba Padró: “Su sed de independencia se junta con el tema de su reafirmación y la etapa del “no” por lo que cuando tardas en darles la teta, o lo quieres aplazar, se lo toman muy mal. A los dos años el lema es: ¡teta, aquí y ahora! Y como se te ocurra no darles la teta se enfadan mucho, que por otro lado aunque sorprendente es lo que toca y lo que deben hacer. Las madres se suelen sorprender mucho porque su dulce bebé pasa una temporada de enanito gruñón. Y no es que la teta les haga gruñones o maleducados o, peor aún, tiranos. Es, simplemente, un proceso natural que tiene principio y fin. Si les recibimos de la manera más amorosa posible cuando piden de manera poco adecuada, les damos pecho en la medida que podamos o les expliquemos que por lo que sea no podemos en ese momento van a ir aprendiendo poco a poco a pedirlo de otra manera.” Y todo pasa. Mara siempre ha sido muy demandante. Mucho. Pero estos niveles de demanda y exigencia eran de campeonato. Poco a poco parece que ese ansia se ha ido calmando. Al menos de momento. Atrás han quedado varias semanas de demanda extrema y muchos brazos de mamá.

Agitación por el amamantamiento
Como recoge Alba Padró en este texto en Espacio Lactancia, se estima que el destete o fin de la lactancia en el ser humano se sitúa entre los dos años y medio y los siete. En el tiempo que una madre amamanta se pueden sentir infinidad de sentimientos, muy diferentes unos de otros. Como bien dice Alba “ser madre es duro y las madres suelen tener las emociones a flor de piel, experimentado, a veces, una montaña rusa de sensaciones.”
La demanda excesiva de Mara junto con los gritos, las rabietas y el agotamiento provocaron que en muchas de las tomas sintiera un rechazo brutal a seguir dando el pecho. Era un sentimiento raro, confuso, desagradable que me hacía sentir enormemente culpable. Encontré que podría ser lo que llaman “agitación por el amamantamiento” y que no es otra cosa que el rechazo hacia el niño/a cuando mama. Necesitaba que Mara dejara de demandar de esa forma. Poco se ha escrito al respecto sobre esto, creo que no es un tema del que se hable de forma abierta. Marta Gual del blog Mapellcor en mayo de 2013 contaba una experiencia de rechazo similar causada por su lactancia en tándem. Cristina, de Madre y autónoma, también explicaba en este post un sentimiento muy parecido al darle el pecho a su hijo, algo que le condujo a plantearse el destete. Y es que, no es fácil decir abiertamente que ya no puedes más. Por un lado, sientes miedo a los “te lo dije” o “¿lo ves?”, comentarios nada afortunados y carentes completamente de lógica. Por otro, te sientes culpable por sentir ese rechazo sin sentido, por no controlar ese sentimiento que nos sorprende y nos derrumba a partes iguales.
Pero, como decía más arriba, todo pasa. Y todo ha vuelto a la normalidad. Por lo que cuenta Alba Padró, “se desconocen las razones por las que aparece el sentimiento de rechazo, pero se cree que quizá aparece por la necesidad inconsciente de acelerar el crecimiento de nuestros bebés. De la misma manera que las hembras de los pájaros animan a sus polluelos a salir del nido, nosotras en un determinado punto de lactancia necesitamos que se hagan mayores.“

Tips que me han servido para superar la crisis de los dos años
Vivir una crisis de lactancia, y superarla, es algo agotador. A los tres meses vivimos la peor, yo diría que la crisis que puede marcar el fin de tu lactancia si no dispones de la información (y de la paciencia) adecuada. Lo contaba aquí Un papá en prácticas. Y que conste que con esto no quiero decir ni que dar el pecho sea un sacrificio, ni que sea algo complicado o cosas similares. Simplemente creo que es importante saber que estas cosas pueden ocurrir para que, si suceden (que no tienen porqué), podamos enfrentarnos a ellas. A mi me pilló por sorpresa. Zas!
¿Qué me ha servido a mi para sobrevivir a la crisis de los dos años?
– Paciencia infinita. Esto creo que es algo fundamental para no desatar la tormenta. Sacar paciencia de dónde ya no había y comprender lo que estaba pasando me ha servido para controlar en cierto modo que la situación me superara. La maternidad me ha regalado toneladas de paciencia.
– Hablar de ello. Cuando algo me preocupa o afecta de algún modo negativo lo digo. Eso sí, al principio entro como en una especie de espiral de soledad y no quiero hablar con nadie pero después me viene fenomenal sacarlo. El desahogo es necesario sea en la forma que sea: hablar, llorar, gritar…
– Buscar apoyo. Para mi esto es fundamental. Adrián ha sido siempre un gran apoyo en mi lactancia y aquí no podía ser menos. Sólo con escuchar cómo me sentía ya me ayudaba muchísimo. No necesito más. Creo que también está bien buscar apoyo externo de alguna asociación de lactancia o de una puericultora para sentirnos respaldadas ante una situación similar.
– Un cambio. A veces también es necesario un cambio aunque sea mínimo. Durante nuestra crisis había momentos en los que el cuerpo me pedía salir corriendo. ¿Qué hice? Llevarlo a cabo. Adrián entretenía a Mara con algo que le llamara la atención y yo me tomaba un tiempo en soledad para resetear la mente. Aunque sólo fueran unos minutos, a mi me funcionaba. He leído que muchas madres ante una situación así necesitan destetar y estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Pilar Martínez, asesora de lactancia, sobre ello: “Si la agitación nos empuja a destetar a nuestro hijo tampoco debemos sentirnos mal por ello. La lactancia es una cosa de dos y tanto el bebé como la mamá deberían disfrutarlo”.
– Leer otras experiencias / información. Para mi, encontrar que había información al respecto fue una gran ayuda. Maternidad Continuum (Pilar Martínez) o Espacio Lactancia (Alba Padró) tratan de forma clara y concisa el tema de la crisis de los dos años y la agitación por el amamantamiento.
Quizás lo peor de la lactancia no sean estas crisis en sí mismas sino la poca empatía y desinformación del entorno ante ello. La famosa frase “ese niño lo que tiene es vicio” o “es muy mayor para tomar teta” comienza a resonar a partir de cierto momento de tu lactancia. Y, pese a que no son comentarios con maldad (o eso quiero pensar) molestan enormemente. Ante esto, paciencia y divulgación, my friends.

Nota publicada en 2015 por Diana Oliver, cofundadora de Tacatá Comunicación y periodista española.

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