Bases para una crianza sin castigos

Rosa Jové sostiene que el castigo es un fracaso del educador. Si el educador mediante explicaciones, razonamientos, consigue educar o cambiar un conducta es que tiene éxito, cuando no lo logra es cuando siente que debe recurrir al castigo.

El clima familiar influye en los castigos. Es importante trabajar para que el clima emocional del hogar sea tranquilo para poder eliminar los castigos. Si posibilitamos la participación de los niños en la construcción de modelo de familia y de persona que queremos estamos facilitando educarlos sin utilizar métodos punitivos. Es importante que haya un marco afectivo adecuado, que los hijos puedan expresarse libremente y que toda la familia participe activamente en el proceso de toma de decisiones.

Los padres deben predicar con el ejemplo, debe haber una coherencia en las normas impuestas con el estilo de vida de los padres. Una educación sin castigos debe basarse en el respeto mutuo de todos sus miembros. Nadie tiene derecho a menospreciar al otro. El niño está construyéndose con persona y como adulto y si falta el respeto a alguien puede que todavía no tenga adquirido ese valor, pero los padres no deberían fallar en este aspecto pues se supone que es un aprendizaje que ya tienen hecho. La empatía del padre es la capacidad de ponerse en el lugar de su hijo, intuir que es lo que puede pensar o sentir y actuar con la comprensión y sensibilidad que eso requiere. Esto nos lleva a la idea que no podemos juzgar las acciones de un niño sin saber las razones que le han llevado a realizarlas.

Todos los niños tienen ua razón para obrar aunque sea equivocada. Si lo adivina y ve que la razón es errónea lo podrá educar haciéndole ver que aquello es equivocado. En otros casos descubrirán que su hijo tiene razón. Si los padres aportan mucho apoyo a sus hijos los castigos se reducen y la convivencia es más fácil. El error debe ser visto como oportunidad de mejorar y aprender.

La legitimidad es cuando los hijos otorgan a sus padres la autoridad para realizar su función. Es importante que los hijos vean que los padres son los que más experiencia tienen para poder expresar su papel.

A fin de cuentas, que es un niño? Una persona dependiente. Si tenemos eso en cuenta siempre acertaremos en como tratar a los niños. Un niño no es un adulto imperfecto al que hay que enderezar. Un niño es una persona y por tanto digna del máximo respeto desde el primer día. Respetamos a las personas y tenemos en más consideración a las que no pueden valerse enteramente por si mismas, es el caso de los niños. El respeto implica valoración, comprensión, miramiento y reconocimiento de su necesidades. El cuidador adulto debe saber que un niño tiene su propio ritmo a respetar, que necesita un trato amoroso, confiado, cariñoso. La relación entre dos personas debe basarse en el respeto mutuo, después y a la vez en el cariño, y más si es persona próxima y en la solicitud de la una para la otra (del adulto al niño por ejemplo) si hay disimilitud de capacidades.

Bibliografía:

  • Rosa Jové, “Ni rabietas y conflictos
  • José María Paricio, “Tu eres la mejor madre del mundo
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