El bebé dentro del útero.

La relación con el bebé empieza antes de su nacimiento: cuando la mamá piensa en él o ella, cuando le habla o canta, cuando lo toca a través de la panza, cuando la mamá cuida su salud y renuncia a cosas que le hacen mal a su bebé y a ella también (fumar, beber alcohol, consumir drogas), cuando su pareja la apoya sintiéndose parte de esta experiencia, cuando le hacen un lugar en su casa y en sus vidas.[1]

Durante la gestación se produce un desarrollo, un crecimiento como el hombre ya nunca tendrá. A las 3 semanas el bebé mide 3 cm y pesa 0,94g y sin embargo ya se han desarrollado casi todas sus estructuras, y algunas están funcionando.

Al tercer mes, con un tamaño no mayor que el dedo pulgar de su padre ya es una persona con rasgos y características propias. Antes de que la madre lo perciba el bebé lleva una vida muy activa: mueve el tórax como si respirara, rota la cabeza, patea, mueve sus manos. El bebé flota en una cápsula sin sensación de gravedad, conectado a la placenta a través del cordón umbilical. La placenta y el cordón representan la fuente de la vida.

La vida intrauterina es distinta a la que llevará una vez nacido: está en movimiento casi constante, tiene mucho espacio en el útero, tiene temperatura constante (no sufre frío ni calor), no siente hambre, es alimentado directamente por la placenta por vía endovenosa, a libre demanda.

Las impresiones iniciales que recibimos como seres vivos, al flotar acurrucados dentro del acolchado cálido del interior del útero, son sensaciones de intimidad extraordinarias y únicas. Adquieren esencial importancia para poder comprender los vínculos primarios, la intimidad del niño y su posterior proyección e influencia sobre la vida amorosa de los adultos.

El bebé está lleno de vida y de actividad. El movimiento de sus músculos y articulaciones permite el desarrollo y flexibilidad de su cuerpo que son fundamentales para su vida extrauterina. Cuando no se mueve, duerme. Cuando está despierto explora su pequeño mundo, un mundo que no es oscuro ni silencioso. Este bebé es acunado por los movimientos de su madre.

Dentro del útero hay cantidad y variedad de sonidos. El latido del corazón, el retumbar de los ruidos gastrointestinales, que producen estruendos durante la digestión. El sonido más familiar es el acompasado y rítmico latir del corazón. Luego de nacido el bebé se calma al ser tomado en brazos y ser colocado sobre el pecho materno, escucha el sonido que es para él tranquilizador.

El bebé no necesita la boca para alimentarse, aprende mucho acerca de ella. Manos y cara son zonas de gran sensibilidad, succiona sus dedos, introduce parte de sus manos en la boca, se familiariza con su cara, con sus dedos, con su boca.

Ejercita sus músculos respiratorios, aunque no necesita respirar. Hace movimientos respiratorios con su caja torácica, breves y poco amplios, pero similares a los que realizará al nacer.

Los estados emocionales de su madre contribuyen a su desarrollo. La emoción maternal afecta al feto pero éste es único, tiene individualidad, no son un único cerebro, está protegido, aislado. El feto toma o no las emociones de la mamá, es individual y trae su propio impulso genético para protegerse. Si no existiera esta individualidad los gemelos idénticos serían realmente idénticos en todo sentido. Pero no es así, cada uno tiene sus propias experiencias y sus temperamentos diferentes, la posición dentro del útero es diferente e interactuan entre ellos de diferente manera.[2]

También los sentimientos paternos contribuyen al éxito del embarazo, al sostén, y es un elemento vital de la ecuación del embarazo. El útero es el ambiente donde comienzan los aprendizajes. El bebé una vez nacido no comprenderá las palabras, pero sí el tono de la voz de su madre.

La comunicación promueve el enamoramiento. El bebé escucha permanentemente la voz de su madre, esto le genera seguridad y cimenta su autoestima. Lo hacemos sentir amado, sostenido. El vínculo después de nacido es una continuidad de éste.

La más acabada expresión de la intimidad humana es el embarazo. Intimidad es unión y ésta se genera cuando los individuos establecen “contacto corporal”[3]

[1] Mucho, Poquito, Nada. Unicef

[2] Alessandra Piontelli

[3] Parir y Nacer en el Hospital, Videla M., Grieco, A. Cap. VI.

 

Primera Hora de Vida. Michel Odent

La hora siguiente al nacimiento es, sin duda, una de las fases más críticas en la vida de los seres humanos. Se sabe muy bien que durante la primera hora después del nacimiento el bebé ha de utilizar sus pulmones de forma repentina. Esto implica, en particular, que el corazón debe bombear urgentemente la sangre para la circulación pulmonar.

Hoy en día estamos en condiciones de explicar que todas las hormonas liberadas por la madre y el feto durante la primera y la segunda fase del parto aún no se eliminan en la hora siguiente al parto. Todas ellas juegan un papel específico en la interacción madre-recién nacido. Hasta hace poco ni siquiera se sospechaban los efectos conductuales de estas hormonas. La hormona clave implicada en la fisiología del parto es sin duda la oxitocina. Sus efectos mecánicos son conocidos desde hace mucho tiempo (efectos en las contracciones uterinas para el nacimiento del bebé y la expulsión de la placenta, en las contracciones de las células mio-epitepiteliales del pecho para el reflejo de expulsión de la leche): la oxitocina es la hormona típica del altruismo, y está presente en cualquiera de las facetas del amor que se quieran contemplar. Esta información resulta ser muy importante cuando uno sabe que, según los estudios suecos, es justo después del nacimiento del bebé y antes de la expulsión de la placenta cuando las mujeres tiene la capacidad de llegar a los niveles máximos de oxitocina. Igual que en cualquier otra circunstancia (por ejemplo, relaciones sexuales o lactancia) la liberación de la oxitocina es altamente dependiente de factores ambientales. Es más fácil si el sitio es muy caluroso (para que el nivel de hormonas de la familia de las adrenalinas quede lo más bajo posible). También resulta más fácil si la madre no tiene otra cosa que hacer que mirar a los ojos del bebé y sentir el contacto con su piel sin ninguna distracción.

El modo de la liberación de la oxitocina: esta liberación tiene que ser pulsátil: cuanto más alta es la frecuencia, más eficiente es la hormona. En el caso particular de la hora siguiente al parto, en condiciones fisiológicas, el nivel máximo de oxitocina está asociado con un nivel alto de prolactina, la cual también se conoce bajo el nombre de la hormona de la maternidad. Esta es la situación más típica de expresar amor a los bebés. La oxitocina y la prolactina se complementan una a la otra. Además, los estrógenos activan los receptores de oxitocina y prolactina. Siempre tenemos que pensar en términos de equilibrio hormonal.

Hoy también sabemos científicamente de la liberación maternal durante las contracciones y el parto de hormonas parecidas a la morfina. El bebé también libera sus propias endorfinas durante el proceso del nacimiento, y hoy no hay duda de que durante un cierto tiempo después del parto ambos, madre y bebé, por igual, están impregnados de opiáceos. La propiedad de los opiáceos de inducir estados de dependencia es de sobra conocida, así que resulta fácil prever cómo es el desarrollo del principio de una “dependencia” o vinculación.

Incluso hormonas de la familia de las adrenalinas (a menudo consideradas como las hormonas de la agresividad) tienen un papel obvio en la interacción madre y bebé inmediatamente después del parto. Durante las últimas contracciones antes de nacer el bebé, estas hormonas alcanzan su nivel más alto en la madre. Este es el motivo por el cual, en condiciones fisiológicas, en cuanto empieza el reflejo de expulsión fetal, las mujeres tienden a estar erguidas, llenas de energía. Uno de los efectos de esta liberación de adrenalina es que la madre está alerta cuando el bebé ha nacido.

También se sabe muy bien que el bebé cuenta con sus propios mecanismos para sobrevivir durante las fuertes contracciones finales del expulsivo y libera sus propias hormonas de la familia de la adrenalina. El efecto visible de esta liberación hormonal es que el bebé está alerta al nacer, con los ojos bien abiertos ylas pupilas dilatadas. Las madres se sienten fascinadas y encantadas con la mirada de sus recién nacidos. Es como si el bebé estuviera dando una señal, y ciertamente parece que este contacto visual es un aspecto importante en el comienzo de la relación madre-bebé.

Hasta hace muy poco no se consideraba la importancia de la primera hora posterior al nacimiento como el momento en el que se supone que comienza la lactancia. Hoy día sabemos que el bebé humano está programado de forma natural para encontrar el pecho por sí mismo en su primera hora de vida. Es más, uno puede entender que en condiciones fisiológicas, cuando el bebé recién nacido está listo para encontrar el pezón, la madre sigue en un equilibrio hormonal especial. Ella está todavía en otro planeta, muy instintiva. En los humanos, la lactancia es básicamente instintiva durante la primera hora posterior al nacimiento. Después hay tiempo para la educación, imitación e incluso técnica.

Todas estas consideraciones eran necesarias antes de analizar la hora posterior al parto en el contexto de nuestras sociedades modernas, en las que el control cultural de los nacimientos está en manos del control médico.

Hay muchas formas de evitar que la madre se distraiga del bebé en esta fase. La madre se puede despistar porque se sienta observada o controlada, porque alguien esté hablando, porque el que atiende el parto quiera cortar el cordón antes de expulsar la placenta, porque el teléfono suene, porque se encienda de repente una luz, etc.

En esta fase, después de un parto en condiciones fisiológicas, la madre está todavía en un estado particular de consciencia, como en otro planeta. Su neocortex está todavía más o menos descansando. La contraseña debería ser: ¡No despierten a la madre!

Lactancia Materna Prolongada. Sobre caries y nutrientes.

Dicen que dar de mamar más allá de los dos años no supone aporte alguno hablando en términos de nutrición, pero la realidad es muy diferente:

A partir del 2º año, la lactacia materna aporta (por 448 ml de leche materna):

  • 29% de requerimientos de energía
  • 43% de requerimientos de proteína
  • 36% de requerimientos de calcio
  • 75% de requerimientos de vitamina A
  • 76% de requerimientos de ácido fólico
  • 94% de requerimientos de vitamina B12
  • 60% de requerimientos de vitamina C

Sobre la lactancia materna prolongada y caries, sabemos que la leche materna no es igual que la de biberón, la leche materna es antibacteriana la del biberón no. Además la leche del pecho sále sólo si el bebé succiona activamente, así que no queda leche retenida en los dientes como si pasa con el biberón. Si el niño está enganchado al pecho sin succionar no sale leche. Las bacterias que producen caries viven en la boca, en nuestra saliva y no en la piel del pecho ni en ninguna otra parte de nuestro cuerpo, así que achacar a la lactancia materna las caries es un grave error.

Asociación Española de Pediatría

Lactancia Materna. Hasta cuándo?

Las principales asociaciones científicas nacionales e internacionales [Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF, Asociación Española de Pediatría (AEP), American Academy of Pediatrics (AAP), Australian Breastfeeding Association (ABA), Canadian Pediatric Association (CPS), American Association of Family Physicians (AAFP), American Dietetic Association (ADA), National Association of Pediatric Nurse (NAPNAP), American Public Health Association (APHA) recomiendan que la lactancia materna sea el único aporte de alimento hasta los 6 meses de edad, y después complementarla con otros alimentos, al menos -¡AL MENOS! no hasta- hasta los 12-24 meses de edad, pudiendo mantenerla todo el tiempo que madre e hijo deseen. No hay establecido un límite superior para finalizar la lactancia.

“El mayor problema de la lactancia materna más allá del año de edad es el rechazo social y profesional por prejuicios o desconocimiento de la evidencia científica actual. Es importante que cada familia y cada madre tome decisiones informadas. Si es su deseo continuar con la lactancia, el deber de los profesionales es apoyarles en su decisión y darles herramientas para superar las dificultades que puedan surgir. La consulta con una puericultora, la asistencia a un grupo de apoyo a la lactancia y la relación con otras madres lactantes de niños mayores con las que compartir experiencias pueden ser una estrategia útil para apoyar y fortalecer la decisión de amamantar por encima de los 12-24 meses.” AEP

Tiroides y Embarazo

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